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"Millennials hijos de la era global"

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Temática
tecnología - comportamiento - Millennials - millennials uruguayos
Medio
El País
Medio
Medio digital
Conductor/a - Periodista
Soledad Gago
Entrevistado/a o mencionado/a por Facultad
Otro/a entrevistado/a
Roberto Balaguer
Ana Laura Spósito
Fecha
FUENTE
http://www.elpais.com.uy/domingo/millennials-hijos-global.html

Cargan con la etiqueta deser menos leales y menos comprometidos. De vivir para las selfies y sus amigos virtuales. De ser más narcisitas e individualistas. De ser más perezosos y pasivos.

La llamada generación millennial, es decir, los jóvenes que nacieron entre 1982 y 2000 (aproximadamente), carga con ser un grupo que, aunque creció con un celular, se encuentra a medio camino entre la generación X —la de sus padres—, y las posteriores, nativas digitales en su totalidad. Es así que los millennials han venido a romper con varias de las estructuras de sus mayores, sea a nivel profesional, cultural, afectivo o económico. Además, serán los adultos de un futuro no muy lejano, aunque retrasar la adultez sea una de sus principales características: viven más tiempo con sus padres, no tienen apuros por lograr una independencia, no conciben entre sus prioridades al casamiento o lograr una estabilidad laboral.

En Uruguay hay aproximadamente 615.541 personas entre los 17 y los 30 años, de acuerdo al último censo del Instituto Nacional de Estadística (INE), realizado en 2011. Si bien solo 18,9% de la población en Uruguay es millennial, estos jóvenes no pasan inadvertidos y son parte de una generación que no se define tanto según las fronteras geográficas. "De alguna manera la globalización y las posibilidades de comunicación que existen hoy han hecho que las generaciones sean más homogéneas que en el pasado. Quizás esta generación de millennials sea una de las que tiene más características de esta globalización", explica Roberto Balaguer, psicólogo, magister en educación e investigador de la cultura digital.

En general, como se desprende de la encuesta Global Shapers 2016, una iniciativa del Foro Económico Mundial, los jóvenes a nivel mundial se definen como "ciudadanos globales" antes que por sus nacionalidades o religiones. Este es otro rasgo que los identifica y los unifica como generación.

Ni perezosos, ni inestables, ni poco comprometidos. Tecnológicos, hiperconectados, dinámicos, libres, emprendedores y con principios, así son los millennials.

Más dinámicos.

Cuando Daniel (31) tenía 20 años entró a trabajar en Antel por una tercerización. Pasaron diez años y cuando se terminaba la licitación tuvo que decidir: quedarse como empleado público con un sueldo menor o tomar otro camino con un buen dinero que le había dejado su trabajo. Se fue y formó, junto a dos amigos, su propio emprendimiento. Daniel es técnico informático y actualmente se dedica totalmente a su proyecto de soporte informático para empresas. Su trabajo es dinámico y las jornadas laborales nunca son iguales: a veces trabaja dos horas y a veces tiene días más largos. Su plan a futuro, dice, es "seguir desarrollando el emprendimiento para que se transforme en una empresa sustentable".

Los millennials, más que ninguna otra generación, tienen un gran espíritu innovador y emprendedor. Según Ana Laura Spósito, directora de Oxean Consultoría Cross, una buena franja de ellos "poco más que crecieron con el deber ser de innovar y emprender, es como un rótulo que se volvió muy popular y prácticamente una exigencia, tenés que tener algún tipo de experiencia innovadora y emprendedora". Además, agrega: "Como todo, es una construcción social, yo encuentro que por eso se empujó mucho más a esa generación a emprender y a buscárselas por sus propias vías. Creo que también hay un juego del mercado en donde con menos oportunidades de ofrecer empleo, le tira también esa posibilidad al millennial: querés lograr algo, generátelo vos".

Pero, además de emprendedores, a nivel laboral los millennials son más dinámicos. Y esto responde, especialmente, a que priorizan valores distintos a los de sus padres: el aprendizaje, el crecimiento y la experiencia por encima del dinero y la estabilidad. Así, parte de su movilidad responde a la necesidad que tienen de maximizar esos valores. En este sentido, Spósito explica que, en promedio, los jóvenes permanecen en un mismo trabajo por períodos de no más de cinco años. "Creo que es una generación que ha explorado mucho más las posibilidades que existen a nivel profesional y que ya no existe tanto aquello de que uno entra en un trabajo para toda la vida, y ni siquiera en una profesión para toda la vida", sostiene.

Según la última encuesta de Perfil del Estudiante Universitario de Prouniversitarios, 77% de los estudiantes buscan oportunidades laborales aún teniendo un empleo. Esto responde, en parte, a que muchos jóvenes trabajan en áreas que nada tienen que ver con su profesión. De hecho, según la encuesta, de los estudiantes que se encuentran buscando trabajo, la mayoría considera que la falta de experiencia es el principal motivo por el que no consiguen ingresar. Pero también, como explica Spósito, los millennials priorizan, entre otras cosas, el prestigio de la empresa; según la encuesta, 89% de los estudiantes dejarían su trabajo actual para ir a una empresa con mejor reputación, y 33% aceptaría un salario menor si la compañía le diera una gran impresión durante el proceso de contratación.

Por otro lado, como explica Balaguer, si bien pueden ser menos "leales" a una empresa, sí son más leales a sus principios e ideales y buscan un lugar que esté alineado a su estilo de vida y pensamiento.

No hay dudas de que esta generación viene modificando estructuras y parámetros, imponiendo un nuevo modo de hacer y pensar, que, por supuesto, está atravesada por la tecnología. "Esta generación piensa en términos de apps, es decir, para cada problema, abren una app que podría traer consigo la solución y si no existe, habría que crearla y eso pasa a ser una oportunidad para ellos que tiene un carácter más emprendedor", sostiene Balaguer. "Los millennials tienen como íconos o ídolos a jóvenes que han podido forjar su futuro a partir de una idea", agrega.

Pero, además, la conexión constante e inmediata que viven, hace que las exigencias a la hora de elegir un empleo aumenten: "Yo creo que si juntás el cambio en el comportamiento por la inmediatez más el cambio en el comportamiento por el acceso a la información, tenés profesionales que están mucho más conscientes de lo que está pasando en el mercado laboral, que exploran nuevas oportunidades todo el tiempo", dice Spósito. Además, tienen la posibilidad de chequear la reputación de una empresa, de su competencia y eso los vuelve más exigentes. Pero, a su vez, el mercado se vuelve cada vez más exigente y tiende al profesionalismo y a la especialización: para los millennials, un título de grado ya no es suficiente, se les exige que sigan especializándose y ellos lo saben.

Joaquín (25) estudia psicología en la Universidad de la República y acaba de aprobar el último examen de la carrera. Si bien aún le falta hacer su tesis, pretende recibirse en marzo del año que viene. "Aunque parezca mentira, en estos días me enteré que salvé el examen y ya me puse a averiguar posgrados. En mi cabeza yo ya estoy recibido y creo que uno nunca termina de formarse", cuenta.

Aunque pueda sonar contradictorio, más allá de las exigencias — con el mercado y con ellos mismos— los millennials buscan conciliar su trabajo con su vida personal y, por lo tanto, prefieren empresas que le den flexibilidad para, además de trabajar, poder seguir con sus estudios, tener tiempo para su vida privada y para dedicarle a otras actividades. "Si el trabajo no te ayuda a tu vida personal no es trabajo, te martirizás, se vuelve una obsesión. Mi idea es trabajar ocho o nueve horas, pero que tenga un límite. Es decir, no llevar el trabajo a mi casa y que mi casa no llegue al trabajo, que haya una diferencia y que me dé tiempo para disfrutar sea de mi novia, mi esposa o mis hijos el día que los tenga", concluye Joaquín.

Más libres.

Viajar. Conocer. Recorrer el mundo. "Disfrutar de todo lo que pueden, vivir diferentes experiencias antes de comprometerse de manera más intensa y no tener que estar previendo el futuro", sostiene el psicólogo y profesor titular de Psicología Social en la Facultad de Psicología de la Udelar, Juan Fernández Romar. Este parece ser un proyecto que comparten las personas de esta generación.

María Inés (23) es estudiante de agronomía. Si bien ya terminó de cursar las materias, está haciendo su tesis. "La verdad es que soy la persona con menos proyección del mundo", dice sobre sus planes a futuro. Pero una cosa es segura: está ahorrando dinero para poder irse a trabajar a Australia o a Nueva Zelanda ni bien se reciba. "Sé que el momento para irme es ahí", dice. Por eso, cuando empezó a buscar empleo, lo hizo en empresas que nada tuviesen que ver con su carrera: "Si buscaba un trabajo que estuviera relacionado con la agronomía sabía que de una forma u otra se me iba a hacer difícil dejarlo para irme, porque está complicado para encontrar un trabajo que se relacione con mi carrera, entonces no quería que nada me atara a Uruguay".

En el caso de Valentina (23) la situación es distinta: empezó a trabajar en una consultora cuando estaba en tercero de su carrera. Se recibió de Contador Público en 2016 y en marzo de 2018 se irá de viaje de egresados por cuatro meses. Si bien al irse tendrá que renunciar a su trabajo, sabe que al regresar podrá volver a su puesto en la misma empresa. "Con las prioridades que tengo en el momento, lo que más me interesa es viajar, me encantaría conocer el mundo, pero sé que más adelante mis prioridades van a cambiar y mis ahorros ya no van a ir tanto a eso", comenta Valentina.

En este sentido, ir por su felicidad, explorar las posibilidades y acumular experiencias antes de encarar la vida adulta parece ser uno de sus principios.

Como explica Fernández Romar, "también se la ha llamado la generación Peter Pan por su postergación de las responsabilidades básicas, como un trabajo estable, una relación romántica duradera" o llevar adelante un hogar.

Así, Joaquín todavía no tiene apuro en irse de la casa de sus padres, en la Aguada. Es que allí los tres pueden tener su espacio sin intervenir en las actividades de los demás. "Para mí no es una necesidad ahora la de conseguirme un trabajo bueno e irme. Yo me crié con ellos y yo soy yo con ellos. Yo lavo los platos, limpio, le hago la comida a mi vieja cuando llego temprano de facultad, hago todo lo mismo que hace una persona que vive sola, pero con ellos", comenta y dice que su prioridad en este momento es terminar su carrera.

Aunque los millennials tampoco tienen apuro en casarse o formar una familia, sí se proyectan como padres y madres en un futuro lejano. En este sentido, Joaquín se compara con sus padres: "Mis viejos a mi edad ya estaban casados, viviendo solos y con un hijo. Yo no puedo hacer eso, pero también es una época distinta". Sin embargo, está de novio con Magui y a la hora de pensar en el futuro lejano, no lo duda: "Me encantaría casarme con ella, ser padre de familia. Ella es mi gran sostén y aunque primero quiero irme a vivir solo para independizarme totalmente, obvio que me proyecto formando una familia con Magui", dice.

Aunque no sean válidas las generalizaciones y las estadísticas digan y comprueben que en Uruguay cada vez hay menos nacimientos — el número descendió de casi 52.800 en el año 2000 a 46.700 en el año 2011, según datos del INE — Joaquín, Daniel, María Inés y Valentina, los cuatro se imaginan formando una familia. "En diez años me veo casada, con hijos, con un trabajo estable y viajando mucho", dice Valentina. "En diez años me veo siendo padre de familia, con hijos, y con mi independencia laboral con la empresa", dice Daniel.

Es cierto también que, a diferencia de generaciones anteriores, ese es un paso que postergan y que, en este momento, no está dentro de sus prioridades. "No siento que si no llego a formar una familia voy a ser una persona infeliz. Si me pasa bárbaro, pero no es que me quite el sueño en este momento", sostiene María Inés.

"Dicen por ahí que las personas a veces se parecen más a su tiempo que a sus padres", comenta Balaguer. Y esta parece ser una generación que lo confirma.

Menos materialistas, más políticos.

"El término millennials busca dar continuidad a los análisis de las características políticas y estéticas de una nueva generación en un mundo globalizado", explica el psicólogo social Juan Fernández Romar. La primera vez que se utilizó el término fue en 1993, en una editorial de la revista estadounidense Advertising Age. También se los llama la generación Y, para diferenciarlos de la generación X: los nacidos entre fines de los años 60 y comienzos de los 80.

Como sostiene Fernández Romar: "Los estudios internacionales suelen destacar como sensibilidad de época que son jóvenes a los que no les interesa tanto el dinero ni las cosas materiales como a las generaciones anteriores. Además, evidencian una mayor vocación cívica".

La vida a través de las redes.

No hay dudas de que los millennials son una generación que no se concibe sin la tecnología: todas sus actividades y su vida en general está pensada en función de ella o a través de ella. "Estamos hablando de personas que acostumbran a manejarse a estadio lleno, es decir, siempre lo que están pensando o viviendo saben que puede ser público, y esto trae aparejado el permanente miedo al escrache digital, el cuidado de su identidad digital como algo que tiene mucho valor", sostiene el psicólogo Roberto Balaguer. "Las redes sociales hacen que las barreras entre comunicación, ocio, trabajo, estudio o diversión, caigan", agrega. "La digitalización ha moldeado nuestros comportamientos. Por ejemplo, nos permite tener un acceso a la información mucho más amplio del que tuvo cualquier otra generación anterior y un nivel de inmediatez muy fuerte", dice Ana Laura Spósito.

Escuchar la voz de los millennials: ciudadanos del mundo.

A principios de setiembre se sabrán los resultados de la encuesta anual Global Shapers 2017, una iniciativa del Foro Económico Mundial para escuchar la voz de los jóvenes y hacer llegar sus opiniones a quienes toman las decisiones.

La primera vez se realizó en 2015, e incluyó a 1.400 participantes de 125 países. El año pasado amplió la muestra y superó los 26.000 participantes de 187 países. La de este año creció aún más e incluyó a jóvenes de entre 18 y 35 años. Las preguntas variaron por una amplia gama temática: desde las políticas de acogimiento a refugiados, a las medidas anticorrupción, hasta la igualdad de género a la importancia de la tecnología.

Bajo el lema "la verdadera voz de los millennials" la encuesta ofrece una de las visiones más globales de esta generación de jóvenes. "La encuesta Global Shapers es una oportunidad única para escuchar a los jóvenes e integrar sus perspectivas en las actividades de los distintos agentes sociales, políticos y económicos. Llega un momento en el que el mundo necesita escuchar a la juventud", sostuvo en su presentación Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial.

De acuerdo a la edición 2016, lejos de evidenciar a una generación individualista y despreocupada — como en ocasiones suele pensarse — los jóvenes se definen como "ciudadanos globales" antes que por sus nacionalidades o religiones. Además, el cambio climático aparece como el principal reto. A su vez, les preocupa la corrupción y el acceso igualitario a la educación, sanidad y trabajo. "La gente joven cree que el futuro que desean solo se puede construir con integridad, apertura de miradas y transparencia", concluyó el informe de 2016.

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