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El psicoanálisis ha muerto: nota mental para un artículo académico homónimo.

Mirando la redes sociales, parece que la lectura de "El yo soberano", último libro de la psicoanalista francesa Elisabeth Roudinesco, ha llegado a nuestras costas.

Parece que en su libro, la autora de la célebre y polémica biografía de Jacques Lacan, dispara municiones gruesas contra las identidades de género no binarias y las corporalidades intesexuales bajo una pretendida defensa de "el sexo biológico" (elemento que ninguno desconocemos y que eventualmente hemos estudiado en mucho mayor profundidad que la psicoanalista).

Entre las cosas que me encuentro en redes desde hace semanas, por parte de colegas que aprecio y respeto mucho, hay un aire de pesar; de decepción. Sin embargo, mi pregunta de fondo es: ¿qué dice de nuevo Roudinesco sobre  las personas no binarias o intersexuales que otrora su empresa transnacional, el  psicoanálisis, no haya dicho constantemente y a boca de jarro sobre gays, lesbianas y trans?

Ciencia, teoría y dogma.

Entiendo que muchxs colegas se encuentren con pesar porque tal vez proyectaban en la autora parisina alguna esperanza de vanguardia que tal vez --- aparentemente --- ha traicionado.

Sin embargo, me parece más oportuno plantear algunos breves puntos, a modo de borrador para algo más denso, sobre el asunto; que no tiene que ver con Elisabeth, con fulano, con mengana o con Juan de los palotes: el psicoanálisis ha muerto (y no queremos darnos por enteradxs). 

El psicoanálisis ha muerto porque la ciencia va descubriendo cosas que le contradicen y porque lxs psicoanalistas parecen no tener la voluntad, o no están instrumentadxs para hacer ciencia. Esto es: para trabajar con datos empíricos ordenados, precarios, limitados, con requerimientos de interpretación prudente y contingente de los que se pueden extraer indicios teóricos pero no verdades absolutas y eternas. Y además, porque parecería que prefieren la tradición y los rituales: (reverberar una teoría que en sus momentos iniciales resultaba plausible, dada la escasez de datos) que hoy más se parece al Titanic hundiéndose por la presión del agua de mar entrando por cada uno de sus agujeros y fisuras.

Para el caso de la homosexualidad: se pueden distinguir aspectos natura (heredados / innatos) y aspectos nurtura (adquiridos). Sobre los aspectos natura, se cuenta con sendos metanálisis (American Psychological Association, 2009) en los que se presentan elementos sustantivos para pensar que la orientación del deseo es innata en gran parte, más allá de cuando los sujetos caigamos en la cuenta de tal deseo, como lo procesemos o como lo gestionemos en las dinámicas público, privado, íntimo.

Sobre lo adquirido, si, seguramente diferentes factores que llamaré "ambientales" o "situacionales" marcarán las formas en que lo expreses, lo desarrolles y demás cuestiones. Pero caída la "contingencia" del deseo frente a factores ambientales, cae el rol protagónico de las identificaciones secundarias y de allí la teoría de la subjetivación como subjetivación eminentemente sexual (sea lo que sea que el término "sexualidad" quiera decir en psicoanálisis) de la doctrina freudiana. Y en la barrida también el sacrosanto complejo de Edipo.

Aquella idea de la heterosexualidad, la homosexualidad (masculina o femenina) o la bisexualidad como RESULTADO de procesos ambientales identificatorios (y encima con mamá y papá) está empíricamente perimida, y es la base de elementos políticos y de derechos más que importantes como por ejemplo la condena de lo que hoy se llaman ECOSIG (Esfuerzos por Corregir la Orientación Sexual y/o la Identidad de Género) --- otrora llamados como "terapias reparativas" ---, prácticas enormemente iatrogénicas sostenidas en todas las latitudes por el discurso psicoanalítico y que de aplicarse lleva a las personas sometidas a tales dispositivos a cuadros de ansiedad, depresión, IAE, despersonalización y, lamentablemente también, el suicidio. 

Y el psicoanálisis y sus órbitas profesionales no toman nota seria del asunto porque desde hace un siglo que solo nadan en reverberaciones propias sin estar dispuestos a someterse a la limitación interpretativa o el rigor en el acuñado de datos que la ciencia propone. Prefiriendo la atmósfera de un submarino donde combaten abstracciones teóricas con más abstracciones teóricas, icluso cuando el tiempo y sus materialidades le estén pasando factura.

Un futuro psicológico post psicoanalítico.

En síntesis, la historia natural psicoanalítica del bicho humano, en su dimensión ontogenética, está más que herida de muerte. Y no presenta elementos para pensar en una supervivencia ni a corto ni a largo plazo.

Y de allí que al día de hoy uno se pueda encontrar con profesionales de la psicología que se identifican como psicoanalistas, a los cuales he recurrido múltiples veces y a los que les estoy agradecidos, que NEGANDO, APARTANDO, FORCLUYENDO (si quieren) los elementos duros de la teoría, terminan haciendo las cosas no del todo mal. E inventando etiquetas que les separe pero les vincule con la multinacional psicoanalítica (psicoanálisis no ortodoxo, psicoanálisis relacional, psicanálisis con perspectiva de género, etc.).

Y si en su práctica concreta sobreviven sin  matar a nadie no es por el núcleo duro de la caduca teoría freudiana y post-freudiana, sino porque para su trabajo cotidiano retoman del psicoanálisis solo un puñado de instituciones técnicas a nivel da la dinámica de la clínica que parecen tener cosas para aportar (como el dejar hablar al paciente, tener entrevistas de cincuenta minutos y no de 5 o 10 como la psiquiatría disponible al día de hoy en nuestro país), que la investigación en psicoterapia ha validado (como el concepto y función de la llamada "alianza terapéutica") y que al día de hoy no son patrimonio exclusivo de la tradición psicoanalítica. Pero no por los postulados fundacionales de la teoría heredada. Y cuando se guían por ellos, es donde meten la pata hasta el fondo.

Me cuesta tanto llorar frente al féretro den a teoría psicoanalítica como si tuviera que llorar frente al cajón de algún pariente o conocido de esos que sabemos que nunca fue otra cosa que un ser deleznable; pero al que, por convenciones sociales o acompañamiento a los deudos, terminamos concurriendo. Y tal vez por eso me cuesta tanto "resonar" con tanta lágrima derramada por el fin de la teoría psicoanalítica. Teoría que llevó a la psicología a ser una de las más "furiosas maquinarias de adscripciones degradantes" (Meccia, 2017, p. 75) de nuestras existencias, al decir de Ernesto Meccia. Más aún que el derecho, la religión, la policía o la psiquiatría; siendo este último agregado un agregado mío.

Lxs colegas cancheros que llegaron hasta aquí de la mano de del mencionado programa teoricista van a estar bien; porque le soltaron la mano al psicoanálisis hace rato, incluso aunque no se hayan dado cuenta o no puedan manifestarlo a viva voz aún. O incluso, cuando --- lamentablemente ---  no se permitan todavía recorrer otras bibliotecas.

Y los otros, como Roudinesco, que están metidxs hasta el tuétano en el complejo económico - financiero de la doctrina freudiana (mercado editorial, complejos institucionales sectarios, atenciones con aranceles ABC-1) seguirán pataleando hasta ahogarse en su propio llanto.

Nada tenemos para lamentar o añorar de esta caída de máscaras. Tal vez un mero "chin - chin" sea suficiente para cerrar, como en el cierre de cualquier otra etapa.

 

Referencias.

American Psychological Association. (2009). Report of the American Psychological Association Task Force on Appropriate Therapeutic Responses to Sexual Orientation. American Psychological Association. http://www.apa.org/pi/lgbt/resources/therapeutic-response.pdf

Meccia, E. (2017). El tiempo no para: Los últimos homosexuales cuentan su historia (2a edición). Eudeba Ediciones UNL.

 

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