María José Bagnato es Licenciada en Psicología desde desde 1987, con una Maestría en Integración de Personas con Discapacidad. Habilitación y Rehabilitación, y un Doctorado en trabajo con Discapacidad Intelectual. Actualmente es decana y Docente Grado 5 en Facultad de Psicología.
Con ella conversamos acerca del trayecto dentro y fuera de la Facultad, sus inclinaciones académicas, su trabajo vinculado a personas con discapacidad y el camino hacia el decanato.
A- ¿Recuerdas cuando decidiste ser psicóloga?
M- No recuerdo exactamente cuando me decidí; siempre pensé en derecho o carreras similares. También recuerdo que fui al psicólogo de chica y me gustó, pero realmente no tengo conciencia del momento en que me incliné hacia la psicología. En el liceo me interesaban algunas materias más que otras, aunque siempre me gustaron más aquellas que tenían relación con las humanidades.
A- ¿ Cómo fue tu trayecto por el estudio de grado?
M- Dí examen de ingreso en 1982. Fue el penúltimo año con examen de ingreso; ingresamos 220 personas. En ese momento aún era la EUP (Escuela Universitaria de Psicología), en pleno proceso de finalización del régimen. Recuerdo que era una casa muy vieja, ahí se encontraban las salas docentes y en el sótano funcionaban los laboratorios. Las clases las teníamos en Facultad de Derecho, en un Teatro, en el Hospital de Clínicas, básicamente donde nos tocara o donde hubiera lugar. En aquel momento los teóricos eran una clase masiva de 220 personas. Hoy en día, dentro del Ciclo Inicial, las clases teóricas se dividen en grupos de 250 o más personas; una sola clase de las que funciona hoy era lo que ingresaba a la EUP en aquella época.
Al año siguiente, en 1983, hubo nuevamente examen de ingreso, pero con la apertura de la democracia se liberó el cupo.
Cerca de la mitad de mi cursado por el grado fue que ocurrió el cambio de plan, a partir de ese punto se dio una reorganización lo cual enlenteció mi tránsito y me llevó un año más egresar.
A- ¿Cómo fue tu camino luego de egresar?
M- Cuando egresé aún no podía trabajar como Psicóloga con un ingreso fijo. Mi primer trabajo fue a los 18 años como auxiliar contable, posteriormente tuve varios trabajos administrativos. Cuando comencé a hacer las prácticas de Psicopatología tuve que dejar de trabajar, ya que era imposible llevar adelante ambas cosas: no había licencia por estudio, no podía faltar por trabajar en un privado, lo cual se tradujo en que perdí algo de tiempo.
Luego de egresar, tomé contacto con algunos compañeros y comencé a trabajar de manera honoraria en la Policlínica Barrial de La Teja, dónde permanecí 15 años y fue mi primera experiencia de trabajo en la Psicología, esto me brindó uno de mis mayores aprendizajes y me marcó en lo profesional. Si bien el trabajo era de índole clínico, había mucho que hacer desde lo comunitario y lo interdisciplinario; estaba muy vinculado a la prevención en salud, a la problemática barrial, y eso llevaba a buscar nuestras estrategias de abordaje para una zona que se encontraba muy empobrecida, con problemáticas sociales que tenían mucho que ver con el contexto que vivía el país en ese momento.
En 1994 ingresé a Facultad de Psicología como docente honoraria, y comienzo a trabajar en Apex Cerro, en el área de salud. En ese lugar me vinculé con el sub-programa de discapacidad, donde pude aportar desde mi visión de lo comunitario.
A- Contanos acerca de tu especialización con discapacidad y tu vínculo con esa rama de trabajo.
M- De a poco dejé de lado los trabajos administrativos que tenía para dedicarme a la Psicología. En aquellos años demorabas mucho tiempo en conseguir trabajo en el área posterior al egreso, no había demasiadas opciones.
Empecé a trabajar con el programa de discapacidad, pudiendo interactuar con profesionales de otras disciplinas: médicos, abogados, talleristas, educadores, etc; comencé a trabajar en un programa de preparación laboral para jóvenes con discapacidad intelectual, en dónde estuve por 8 años, siendo ésta una experiencia muy rica para mí. En 1999 surge la posibilidad de continuar mi formación mediante una maestría a partir de una beca para estudiantes de América del Sur; me postulé a dicha oportunidad y pude ingresar.
De esa forma adquirí una formación conceptual sobre el tema, pude explorar e investigar más, y me favorecía que todo tenía que ver con mi área laboral.
Cuando uno se están formando inciden mucho los docentes, puede ser a partir de la afinidad que una posea, como da la clase, o por los temas que trata. Uno a veces se inclina por una orientación en particular a partir de ese docente que le produce un clic, sin notar si es una elección propia o construida, así fue que en la maestría me incliné por el área laboral. Consideraba que existía una cobertura hacia niños y niñas con discapacidad en el marco de la Escuela, pero una vez finalizada, los niños continuaban su crecimiento pero quedándose en sus casas, sin cobertura de ningún tipo.
A- ¿Ese camino es el que te llevó a ser directora del Programa Nacional de Discapacidad (PRONADIS)?
M- En el camino encontré a varios docentes con los mismos intereses, misma formación, y con los cuales comenzamos a juntarnos para evaluar el tema, a darle una formalidad académica. En el año 1999 la Intendencia de Montevideo se comunica con Facultad de Psicología ya que la Secretaría de Discapacidad estaba interesada en ofrecer atención psicológica a personas con discapacidad. Ahí empezamos a trabajar en una pasantía que existe hasta el día de hoy. Como equipo también nos comenzamos a empapar en lo que eran las políticas públicas, aportando desde lo social y lo comunitario, dónde nos dimos cuenta que muchas de las problemáticas psicológicas de las personas no se resolvían intrapsiquicamente: si una persona no puede trabajar, o inscribirse a una escuela, en definitiva salir de su casa, no se soluciona solamente con atención psicológica; notamos que había que intervenir más en el afuera, en las políticas sociales. En ese momento me convocaron del Parlamento para repensar acerca de la Ley de Discapacidad, la cual existía desde 1989 pero que jamás se reglamentó y que estaba siendo reflotada desde un sector del Frente Amplio.
Durante el siguiente año se trabajó para reformular la Ley, aportando desde la temática de discapacidad que conocía, convocando a quienes saben y viven esa realidad.
El tiempo me fue llevando a pensar en lo que refería al sistema de cuidados y discapacidad, y es de esta forma que me presento como consultora, lo cual de a poco me fue llevando a que me ofrecieran el cargo de dirección. Recuerdo haber sentido que si bien mi identidad estaba con la Facultad, podía aportar desde mi lugar y mi formación hacia las políticas públicas.
A- ¿Cómo fue el compaginar tu experiencia, tu preparación con la Psicología, con un cargo de gestión como es el cargo de decana?
M- Me gustaba mucho el cargo de gestión y aprendí mucho, no solamente a gestionar, sino también a conocer el terreno, las diferentes tensiones que se dan. Me ocurrió algo que conté durante el proceso de postularme a decana y es que en el MIDES yo me sentía académica, pero acá en Facultad me sentía Política. Lo interesante es que considero que un sentido aporta al otro, ya que cuando uno avanza en materia de gestión también hay una dimensión política siempre presente y que es necesario trabajar. La política universitaria siempre existe, aunque a veces no se vea, y la cual también es necesario trabajar. Inclusive, en cierta medida, la oportunidad de haber tenido un cargo de gestión en un Ministerio me la brindó la experiencia universitaria, ya que nunca fue un cargo de gestión desde un escritorio, sino que siempre estuvo vinculada a territorio, trabajando en lo micro y en lo macro. Para mi siempre fue gratificante trabajar en ese sentido, pudiendo decir cosas con impacto, y pudiendo impactar la realidad desde otro lugar.
A- Tu postura tiene mucho que ver con la interdisciplina, ¿que significa trabajar desde ese lugar?
M- Para trabajar bien de forma interdisciplinaria, lo primero es conocer bien tu disciplina. Lo interidsciplinario se da en la práctica, no es solo necesario estudiarlo, pero es casi imposible si jamas lo vivencias. Tener una cabeza interdisciplinaria es conocerse y estar seguro en lo de uno, no tener miedo a perder esa seguridad y aportar desde tu lugar.
Desde esa línea, y ya acercándonos más al transito de grado en Facultad, es que se gesta el cambio de Plan. Por supuesto, requerirá revisión y evaluación para ver si es necesario realizar modificaciones.
A. ¿Qué consideraciones tienen acerca de lo transitado en el nuevo plan de estudios?
M- Aún no podemos realizar una evaluación real del plan hasta no finalizado el mismo, lo que si hemos realizado es un seguimiento, para ir generando información que nos sirva como insumo. Considero que tiene fortalezas y debilidades. Puntualmente las debilidades están asociadas con la flexibilidad curricular, la cual implica una elección del estudiante basada en un encuadre claro. La flexibilidad no puede significar “junto créditos para egresar”, da la pauta de que hay un encuadre que no es del todo claro, por lo tanto debemos trabajar en identificar itinerarios y proyectos, ya que las elecciones deben ser en función de interés y oportunidad, no solamente de cupos. Es necesario aclarar que esto no depende de docentes, administrativos o estudiantes, recordemos que la facultad es co-gobernada, por lo tanto no podemos hablar de “culpa” de un solo actor, sino de una responsabilidad que es necesario que asuman todas las partes.
Considero que la Facultad sufrió una transformación muy importante y necesaria, que si bien nos posicionó muy bien hacia afuera, hacia la Universidad y otras Facultades, en la interna generó muchos movimientos y tensiones. Ahora que lo logramos, es necesario centrarnos en mejorarlo. Creo que todos los actores están con buena disposición para evaluar y actuar en función de ello.
A- Una de tus propuestas era crear Tecnicaturas, ¿se esta trabajando en ello?.
M- En octubre se votó en el consejo y se crearon dos grupos de trabajo académico para elaborar propuestas. Se esta avanzando en una tecnicatura en Acompañamiento Terapéutico y otra en Técnico en Salud Mental. Hoy es solo posible hacerlas en ámbitos privados.
Cabe destacar que es una tecnicatura, no un título intermedio. Va a tener una carga horaria menor, será necesario armar una malla curricular, entre otros. Aún se está trabajando en ello.
Si es pertinente definir y tener claro el rol del psicólogo en esa nueva realidad, ya que no queremos que haya confusiones al respecto: no es lo mismo el rol del Licenciado en Psicología que el Acompañante Terapéutico o el Técnico en Salud Mental.
A- ¿Cómo ves el rol del Psicólogo en egresados?
M- En relación al Psicólogo, hay cosas que en el imaginario están fuertemente marcadas, como su rol en el área clínica, su trabajo en el área laboral, pero su desempeño a nivel social aún esta un poco confuso, y si hay algo que es claro es que el Psicólogo no es un “todólogo”. El titulo del Psicólogo es tan habilitante que muchas veces se pueden encontrar llamados que solicitan “Psicólogos, o Trabajadores Sociales o…” como si se tratara de roles intercambiables. Eso habla de lo que consideramos que puede hacer un Psicólogo, y son cuestiones que debemos avanzar. ¿Qué es lo que necesita un psicólogo al egresar? ¿Que define más el trayecto en lo educativo, lo laboral, lo social, lo institucional, etc?. Creo que este margen nos habilita a poder pensar y pensarnos, así como para comenzar también a delimitar.
A. Entiendo que la Facultad no es un lugar solo de tránsito para formar, sino también genera ciudadanía, en función de eso ¿cómo consideras la importancia de la Facultad de Psicología en lo social, en la sociedad o en el entorno?
M- Hay determinados principios que pose la Universidad de la República, por lo tanto quien se integra a ella debería conocerlos y aceptarlos. Muchas veces, como institución grande que somos, muchos actores no lo conocen o aplican conscientemente. La Universidad posee una ley orgánica que determina cuales son sus fines, tiene funciones que cumplir y da respuestas a las problemáticas sociales, eso implica un posicionamiento y un control que se encuentran garantizados por el co-gobierno, quien debe velar por ellos. Para que suceda no hay mayor garantía que la mayor participación. Muchas veces las direcciones no representan a los colectivos, por lo tanto garantía es sinónimo de participación. Sabemos que eso cuesta, pero es importante el trabajo gremial en todos los órdenes. En mi rol de decana, si bien lo avalo, no puedo intervenir en eso por las funciones que cumplo, ya que mi rol se encuentra delimitado por estatutos.
La mayor garantía de que ocurra es el control social, y en cierta forma el control de los gremios, y para garantizarlo tiene que existir la mayor participación, para ello la información debe ser clara y tiene que llegar a todos los interesados. En ese sentido, en el nuevo plan no hablamos solo de una formación técnica, sino que también debe involucrar el conocimiento acerca de la Universidad, su funcionamiento, su historia; es necesario hablar de ética y de trabajo en el medio, de la historia de la psicología, así como estudiar los antecedentes de grandes figuras de la Psicología como Carrasco, quien trabajó en contacto con la población.
No somos una carrera técnica que busca exclusivamente instrumentar con herramientas para quienes egresen, sino que debemos mantener el pensamiento crítico en la formación y el contacto con el contexto. Desde ahí nuestro vínculo con lo social, y aportar en ello porque, en toda medida, son los fines de la Universidad.