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20 de mayo: la cultura del Nunca Más

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Gerardo Bleier, integrante de la Asociación de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos durante la dictadura cívico militar, dialogó sobre la Marcha de Silencio, que reclama «Verdad, Justicia, Memoria y Nunca Más terrorismo de Estado». También transmitió sus vivencias en relación con la desaparición de su padre, Eduardo Bleier.

En 2024 marcharán por la Avenida 18 de julio de Montevideo, como cada año en esta fecha, integrantes de la Asociación de Madres y Familiares, sindicatos, gremios estudiantiles, organizaciones políticas y sociales, en esta oportunidad con la consigna: «Ellos saben dónde están. Exigimos respuestas». 

La Universidad de la República (Udelar) ha reafirmado en diversas ocasiones su compromiso con la verdad, la justicia y la defensa de los derechos humanos, y su apoyo al reclamo de quienes esperan conocer el paradero de sus familiares detenidos desaparecidos. Ante una nueva Marcha del Silencio el Portal de la Udelar rescata la memoria de las personas detenidas desaparecidas a través de la mirada del familiar de una de ellas, Gerardo Bleier. Su padre, Eduardo Bleier, era egresado de la Facultad de Odontología de la Udelar. Fue detenido desaparecido desde 1976 y hasta octubre de 2019, cuando fueron identificados sus restos, hallados en agosto de ese año en el Batallón Militar Nº 13 a partir del trabajo del Grupo de Investigación de Antropología Forense.

Marcha del Silencio y cultura de los derechos humanos

«La marcha del 20 de mayo actualmente significa la lucha y demanda de Verdad y generación de una cultura del Nunca Más en la sociedad uruguaya, de los familiares y de la sociedad que los respalda», planteó Gerardo Bleier. Algunos analistas y observadores pensaban que la marcha iba a perder fuerza y participación con el paso de los años pero esto no ocurrió sino que por el contrario cada vez su significado es más relevante y participan más personas y de diferentes edades. «Miles de jóvenes han tomado para sí la acción para darle significación actual», señaló. 

Sostuvo que este apoyo masivo de la sociedad se explica no solo por la sensibilidad y espíritu solidario de la sociedad uruguaya, sino también porque «el contenido del Nunca Más que hemos trabajado en Uruguay pone en valor la cultura de los derechos humanos como respeto integral a los derechos de los individuos y a la vida, no sitúa el Nunca Más con un espíritu de revancha o de venganza, que desde el punto de vista de quienes padecieron dramáticamente las prácticas del terrorismo se podría perfectamente comprender». «Naturalmente ese es el punto medular que le da contenido a la revalidación anual de esto que se ha transformado en una ceremonia, un ritual de la cultura de los derechos humanos de la sociedad uruguaya, por suerte». 

Reflexionó que, ante un conflicto radical que desembocó en una serie de disputas sobre intereses histórico-culturales, «la actitud de Familiares históricamente ha sido la de contribuir a resolver espiritualmente esos conflictos mediante la expansión de la cultura de los derechos humanos pero al mismo tiempo, exigiendo y advirtiendo sobre aquellos actores, grupos de privilegio o grupos jerárquicos estatal-militares que pretenden todo el tiempo situar en la realidad de la comunidad espiritual, que es la nación, la lógica del enemigo interno. Es decir, el fascismo». 

«Frente a los desplantes fascistas -que constituyen un problema universal- nuestra actitud ha sido siempre la verdad y las garantías jurídicas». Estas tienden a asegurar la cultura democrática, pero al mismo tiempo «contribuyen a generar las condiciones para que esto no se trate de una cosa solamente enunciativa», afirmó. Para eso tiene que haber sujetos sociales, planteó, «por eso la marcha del 20 de mayo también es relevante en cuanto a que hay un sujeto social pluriclasista y plurigeneracional que está diciendo Nunca más, Verdad y Justicia, no sólo como enunciados ético-políticos».

Agregó que por observar los conflictos en la historia, «sabemos que es necesario un sujeto social que luche, que esté detrás, que se esfuerce por que esas garantías se cumplan, para que no haya desvíos y para que la lógica cultural de la sociedad naturalice esos valores, para poder reaccionar cuando emergen actitudes fascistas. Estas surgen de parte de quienes pretenden imponer un orden jerárquico, unas élites que se consideran designadas por no se sabe qué poder para decidir qué está bien o mal, quiénes pueden opinar y quiénes no, quiénes tienen o no derecho a participar en la vida democrática y ocupar espacios de toma de decisiones. Todo eso, está incluido en la humilde marcha de los 20 de mayo».

Asociación de Familiares 

Bleier explicó que «durante el gobierno totalitario, que disponía de todo el poder político y militar centralizado, la sociedad no podía hacer otra cosa que resistir y generar apoyo de masa para intentar debilitarlo». No obstante, Familiares no basó su accionar en la lógica de la resistencia, cuando se generaron las condiciones buscó la manera de colocar en la agenda del debate político valores democráticos vinculados a la cultura de los derechos humanos y a la noción de verdad y brindar un ejemplo de generosidad para contribuir a que la sociedad naturalizase esos valores. 

Agregó que la organización tuvo que enfrentarse en su proceso de lucha a momentos durísimos, uno de ellos fue el surgimiento de la versión acerca de la llamada Operación zanahoria, que no ha sido comprobada aún. Para Gerardo Bleier, esa versión podría implicar dos cosas: por una parte un acto deliberado de inteligencia militar para desviar los esfuerzos orientados a la búsqueda de la verdad puesto que no tendrían sentido si los restos de los detenidos hubieran sido quemados y tiradas al mar sus cenizas. La otra opción sería que esta versión contenga «una verdad a regañadientes tomada de testimonios de quienes participaron de esa operación con el objetivo de encubrir las pruebas de las prácticas de Estado es decir, evitar que la lucha de los familiares y la sociedad en su conjunto». El hallazgo de los restos de Fernando Miranda, Julio Castro, Ubagésner Cháves Sosa  y Eduardo Bleier «representa la prueba evidente de una espantosa y fascista práctica de terrorismo externo, capaz no solo de asesinar y torturar salvajemente, despiadadamente a unos individuos atados, deliberadamente debilitados tanto física como psicológicamente, sino además de no tener el coraje de aceptar los hechos», añadió.

Eduardo Bleier

Eduardo Bleier era odontólogo, padre de cuatro hijos y miembro del Comité Central y Secretario Departamental del Partido Comunista del Uruguay. «Tuve una infancia feliz, llena de excitaciones y de acciones deliberadas de mi padre que apuntaban a despertar mi curiosidad y a fomentar el contacto y la interacción con la naturaleza y su disfrute», rememora. Gerardo compartió mucho tiempo con él hasta los 13 o 14 años, recuerda que cuando era niño, escondido detrás de un sillón, presenció en muchas oportunidades reuniones entre su padre y líderes políticos de la izquierda uruguaya como Enrique Rodríguez, Rodney Arismendi, César Reyes Daglio, José Luis Massera y Líber Seregni.

Al rememorar esa figura identifica tres facetas: «una, la del Bleier que toma decisiones que requieren coraje, al alejarse de su hábitat natural, el de una familia judía que hubiese querido que fuera rabino». La otra faceta es la del político y revolucionario orgulloso por su participación en una experiencia histórica rara en el mundo en aquel momento, una estructura política con una enorme capacidad teórico cultural, filosófica, intelectual en la que se vinculó con políticos relevantes, con intelectuales y artistas, recordó. «Construían y veían lo que construían, participaron de la formación del movimiento obrero en Uruguay y posteriormente de la creación del Frente Amplio, cuando en el resto del mundo se daban procesos totalmente contrarios, conflictos irracionales entre trabajadores, guerras fratricidas», expresó. «Ese Eduardo Bleier, de 40 años, era de una vida intensa, entraba y salía, pero también disfrutaba con el mayor goce de la vida, del canto, de las reuniones con amigos», señaló. «Tenía una capacidad de disfrute exultante, exuberante así como también de goce intelectual, era capaz de buscar espacios de serenidad para escuchar música, leer». El tercer aspecto que recuerda Gerardo de su padre corresponde al momento en el que  «como el país, empieza a verse sorprendido por la caída hacia el autoritarismo, el fascismo, la degradación del sistema político».   

A pesar de este contexto crítico, mientras se encontraba en la clandestinidad su padre organizó un encuentro con él, que en aquel momento tenía 15 años. Fue en el actual Bar Luz, ubicado en Joaquín Requena y Av. Rivera. En aquel momento Eduardo Bleier, que era uno de los hombres más buscados por las fuerzas represoras, intuía que en breve podría ser apresado y asesinado. Además había quedado muy impactado porque poco tiempo atrás Gerardo había sido detenido cuando pintaba un muro con un grupo de compañeros de militancia, y llevado a prisión por unas semanas. 

Gerardo define ese último encuentro con su padre como «un momento fundacional de mi madurez». «Tengo un registro muy preciso de esa reunión porque la reconstruí decenas de veces en cada detalle», acotó. Añadió que eso era lo que su padre quería, porque organizó este encuentro para «hacerme un manual de vida». Luego de la desaparición de su padre hubo un período de búsqueda de dos años en medio de un profundo dolor por su ausencia, «porque no era una persona cualquiera, era un ser humano excepcional, entonces lo que lo que sentís es la pérdida de la posibilidad de succionar esa riqueza espiritual, esa densidad de su personalidad». Tuvo que pasar tiempo para que pudiera comenzar a reconstruir la figura de su padre ausente, cuando ya con 18 años se encontraba exiliado en el extranjero, relató. 

Inviabilidad del duelo

«Frente a un hecho inexorablemente traumático como ser hijo de un detenido desaparecido, las opciones son dejarte arrastrar por el deterioro de ese trauma o convertirte en un creador y tomar el ejemplo de vida del familiar, no para imitarlo porque sería anular la propia individualidad, sino para rescatar valores del ser querido desaparecido, como la vitalidad, la generosidad, la entrega». Añadió que es el mismo camino que han recorrido en su vida personal muchos de los integrantes de Familiares y que se observa en la misma lógica de la organización, que es una creadora de valores.

Afirmó que «un revolucionario cuando es asesinado deja una herencia: la forma y las razones por las cuales tuvo el coraje de entregar su vida, sabiendo que la entregaba, entonces naturalmente eso te permea, está siempre presente, pero no puede ser un impedimento para el desarrollo de la búsqueda del propio sentido de la vida. Eso es muy fácil de decir pero es muy difícil de hacer. En el caso de aquellos hijos, familiares que no contaron con las condiciones, el padecimiento es enorme porque es un trauma, una marca, y una ausencia». 

En su opinión, además de la ausencia lo más dramático en cuanto a lo que siente un familiar de detenido desaparecido se vincula con no tener la prueba fehaciente y definitiva de lo que le sucedió a su ser querido, «es algo terrible, el mayor y más profundo dolor que me ocupó y del que me ocupé durante 15 años», expresó. Acotó que sanar es muy difícil, es imposible evitar sufrimientos porque el familiar se enfrenta al dolor más terrible, la inviabilidad del duelo. Recordó que a su retorno a Uruguay en 1985 «tenía todavía una pequeña esperanza de que mi padre apareciera vivo y eso mismo opera imposibilitando que realices el duelo real».

Otro momento terrible es el período que va desde que se hallan restos hasta que estos son identificados. En su caso, ser periodista político lo ayudó en cierta forma a participar del proceso de búsqueda a través de investigaciones y acciones periodísticas, comentó. Sostuvo que el hallazgo de los restos tiene un valor existencial, ya que permite a los familiares realizar un duelo real por la pérdida de su ser querido. También tiene un valor político por el hecho de que durante muchos años a los familiares, en especial a «las viejas» como les llaman a las madres de detenidos desaparecidos, las acusaron de locas que pedían algo que para una parte de la población no existía. El hallazgo de los restos deja en evidencia el intento de encubrimiento de los responsables de estos crímenes, afirmó.   

«El acto de la desaparición forzada es una monstruosidad propia de cobardes pero también originada de motivaciones represivas profesionalmente diseñadas para intervenir sobre la generación de miedo en la sociedad», afirmó. «En este marco se ubican también otras prácticas como las torturas y la preparación profesional de los militares que se encargaron de aplicarlas con protocolos de funcionamiento diseñados específicamente», añadió.

En cuanto al valor de Verdad y Justicia para los familiares Gerardo Bleier señaló que ambas están indisolublemente asociadas. «La verdad contribuye a que la sociedad sea capaz de mirarse a sí misma en sus virtudes y en sus horrores para superarlos colectivamente y generar mecanismos de defensa que eviten la reproducción de esos horrores. La Justicia es la que garantiza que ese proceso pueda tener lugar, porque genera sanciones a los protagonistas y por tanto advertencias a los que en el futuro quieran intervenir desde el uso monopolista del aparato estatal para una práctica de terrorismo de Estado, de que en algún momento serán juzgados; debilita la impunidad del poder en su capacidad destructiva del otro identificado como enemigo interno».

Para cerrar la entrevista Gerardo Bleier leyó un poema del libro Cenizas de su autoría, que escribió en el duro momento para los familiares en el que surgió la versión de que en Uruguay se había llevado a cabo la Operación zanahoria. 

Siente a los maderos de eucaliptos arroparse en el fuego

en el horno de ladrillos crepitar

no serán humo, cenizas serán

 trozos de piel, uñas inciertas, piezas dentales,

astillas del hueso del pie, de un hombre esencialmente bueno.

Siente a los maderos de pino desenredarse en el fuego 

en el horno de ladrillos crepitar 

no serán humo, cenizas serán 

polvo de cristal de un lente extraviado 

cinco o seis letras de un texto de Nietzsche

un mar de miradas sueltas

botas, huellas de botas

escamas, guijarros, moscas, moscas, moscas.

Siente a los músculos del pie saliendo del río

filmad el canto de los pájaros 

cenizas serán.

Gerardo Bleier

Fuente: https://udelar.edu.uy/portal/2024/05/20-de-mayo-la-cultura-del-nunca-ma…

Publicado en:
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Publicado el Miércoles 22 Mayo, 2024

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