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Seminario “Estrategia online de intervención cognitivo-conductual en hombres condenados judicialmente por delitos de violencia de género”

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El pasado 19 de setiembre, el Aula Magna de la Facultad de Psicología recibió el seminario “Estrategia online de intervención cognitivo-conductual en hombres condenados judicialmente por delitos de violencia de género”, un evento organizado por el Programa Género, sexualidad y salud reproductiva del Instituto de Psicología de la Salud.

Esta actividad, que fue de entrada libre y contó con transmisión en vivo por la plataforma YouTube, se centró en la presentación de una experiencia innovadora de intervención online asincrónica dirigida a hombres con sentencias judiciales por violencia de género en España, la cual implicó la incorporación de tecnología virtual a través de aplicaciones y el desarrollo de una página web, en el marco del programa PRIA-MA. La ponencia estuvo a cargo de las psicólogas, docentes e investigadoras de la Universidad de Cádiz, Flavia Arrigoni e Inmaculada Menacho.

El programa presentado apuntó a reducir el riesgo de reincidencia y fomentar conductas no violentas a través de sesiones tanto presenciales como en línea, aprovechando las innovaciones tecnológicas introducidas a raíz de la pandemia. Se trata de una intervención con una orientación psicoeducativa que está centrada en modificar factores de riesgo dinámicos en los participantes, como la impulsividad y la empatía.

En su intervención, Flavia Arrigoni explicó el contexto y los objetivos del programa. Detalló cómo la intervención se lleva a cabo en sesiones grupales debido a las limitaciones de recursos en los centros penitenciarios. Señaló que la intervención es posible gracias a la colaboración entre distintas instituciones, como universidades y organizaciones no gubernamentales, que contribuyen a implementar el programa en espacios alternativos al sistema penitenciario. Arrigoni enfatizó la necesidad de una metodología específica para hombres condenados por violencia de género y destacó los desafíos de aplicar programas extranjeros en otros contextos, como en América Latina, donde las condiciones y necesidades pueden diferir.

Arrigoni también mencionó que el programa está basado en un enfoque cognitivo-conductual, con una fuerte impronta en la reestructuración cognitiva y la modificación de conductas violentas. Las sesiones abarcan temas como la inteligencia emocional, la gestión de la ira y la reestructuración de creencias machistas, elementos esenciales en la erradicación de patrones de comportamiento que conducen a la violencia. Subrayó la importancia de una intervención psicoeducativa que incluya evaluaciones previas y posteriores para medir su efectividad y ajustar el enfoque en función de los resultados obtenidos.

Para cerrar, la docente mencionó que el programa incluye módulos estructurados en torno a temáticas clave, como el manejo de los celos, la construcción de relaciones de pareja basadas en el respeto y la comprensión del impacto de la violencia en los hijos. La intervención no solo busca reducir la reincidencia, sino también ofrecer herramientas prácticas y emocionales que faciliten cambios significativos y sostenibles en los participantes.

Inmaculada Menacho, por su parte, explicó cómo la pandemia impulsó la necesidad de adaptar el programa a un formato online y contó que las instituciones penitenciarias en España adoptaron plataformas como Google Forms y correos electrónicos para continuar las sesiones. Estas herramientas permitieron flexibilidad en la intervención, aunque también plantearon desafíos en términos de adherencia y evaluación de impacto. La invitada subrayó que la modalidad online fue clave para mantener la intervención activa durante el confinamiento, lo que evitó un aumento de la violencia en contextos de aislamiento.

Menacho también destacó la importancia de la investigación en la implementación del programa, ya que permite evaluar la efectividad de la intervención y realizar los ajustes necesarios. Señaló que los estudios han mostrado una reducción en la reincidencia entre los participantes y enfatizó la necesidad de incrementar el tamaño de las muestras para obtener resultados más representativos. La investigación también ha facilitado, en su opinión, la colaboración entre instituciones, lo que permite un enfoque de intervención más amplio y coordinado.

Finalmente, Menacho mencionó que, aunque la intervención no garantiza un cambio completo en todos los participantes, los datos reflejan una mejora en variables como la empatía, la gestión de la ira y la responsabilidad sobre sus actos. Esto indica un progreso en la intervención, aunque reconoció que persisten retos para lograr una adherencia total al programa debido a su carácter obligatorio. La profesora subrayó que, a pesar de estos desafíos, la intervención en medidas alternativas es una oportunidad para impactar positivamente en la vida de los participantes y contribuir a la disminución de la violencia de género en la sociedad.

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Publicado el Jueves 7 Noviembre, 2024

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