Los abajo firmantes somos universitarios pertenecientes a las más diversas disciplinas y profesiones pero compartimos un vínculo afectivo y un profundo reconocimiento hacia la Universidad de la República, institución en la cuál muchos nos formamos o trabajamos.
Este reconocimiento no implica una actitud acrítica o complaciente. Tenemos una profunda convicción sobre el papel fundamental que la Universidad juega en la formación de recursos humanos altamente capacitados, en la generación de conocimiento y en el uso del mismo.
La Universidad de la República produce cultura, genera pensamiento crítico, es un actor fundamental en el sistema de salud y es la fuente principal de creación e innovación en materia de estudios sociales, de ciencia y tecnología del país, pero también tiene grandes problemas. Estos derivan, entre otros factores, de la difícil y lenta adaptación de su estructura y capacidad de gestión ante el permanente crecimiento de la matrícula estudiantil y de un financiamiento históricamente deficitario. Somos cuestionadores del desempeño de la institución y creemos que es posible mejorar la Universidad para que cumpla más eficazmente sus cometidos rindiendo cuentas sobre el destino y la eficacia en el manejo de los fondos públicos que se le asignan.
En el anterior gobierno un importante aumento presupuestal permitió comenzar a encarar estos problemas. Se atendió la emergencia salarial que pesaba sobre sus funcionarios docentes y no docentes, se comenzó una adecuación edilicia largamente postergada, se proyectaron centros universitarios en distintos lugares del país, se logró incrementar en forma sustancial el programa de retorno de científicos que realizaron formaciones de postgrado en el exterior, se crearon nuevas carreras y programas de investigación y extensión. Todos estos esfuerzos necesitan ampliarse y consolidarse. La economía en expansión del Uruguay requiere mayor cantidad y diversidad de recursos humanos altamente calificados.
La enseñanza universitaria de calidad es cara pero todos los países que han alcanzado importantes niveles de desarrollo poseen sistemas universitarios más potentes que el nuestro e invierten un porcentaje mayor de su PBI en educación superior. Sin salir de la región, tanto Argentina como Brasil están por encima del Uruguay en inversión enenseñanza terciaria. Es claro que el país debería proponerse alcanzar guarismos comparables a los de los países desarrollados y, en ese caso, la distancia es aún mayor.
Un sistema universitario moderno necesita ser constantemente revisado y adecuado; necesita disponer de recursos para generar nuevas formaciones; requiere promover nuevas líneas de investigación, poder contratar recursos humanos con alta calificación, estar en permanente contacto con la sociedad y con el resto del mundo. La Universidad de la República ha hecho una apuesta fuerte en el último periodo para avanzar en este sentido, y esta apuesta debe ser redoblada en el próximo quinquenio.
La actual dinámica de crecimiento económico del país afortunadamente demanda cada vez más trabajo técnico – profesional y en este contexto la Universidad de la República debe retener recursos humanos de alta calidad para asegurar la formación del personal superior en todos los planos de la cultura, las artes y las profesiones científicas. Además de la formación de los profesionales, el país necesita formar más investigadores. En el Uruguay sólo el uno por mil de la población económicamente activa hace investigación y desarrollo. Para llegar a guarismos internacionalmente competitivos, debemos multiplicar esa cifra por diez. Esos propósitos, a pesar de las mejoras obtenidas, no se pueden lograr con los montos que ahora se dedican a gastos e inversiones, con los salarios actuales y si no se generan posibilidades para que los docentes puedan aspirar a cargos acordes con su formación.
Para ser un país de primera debemos aumentar dramáticamente el número de personas con formación terciaria de calidad, aumentar los servicios de referencia en la salud, en la ingeniería, en las ciencias, entre otros. La Universidad está trabajando seriamente para cambiar, para mejorar, para ser cada vez más útil para el desarrollo integral del país y la propuesta del gobierno parece no reconocer este esfuerzo ya que ofrece menos de la tercera parte del incremento pedido por la Universidad.
Vale la pena señalar como ejemplos:
- La propuesta del gobierno, de verse concretada, implicaría una reducción de la parte del PBI que el país asigna a educación superior;
- No será posible continuar las políticas de aumento de la dedicación horaria, del número de docentes en régimen de dedicación total y de retorno de jóvenes investigadores que se han formado en el exterior;
- No será posible ampliar el número de becas que otorga la Universidad para la formación de postgrado;
- No se podrán implementar nuevas carreras directamente vinculadas al desarrollo socioeconómico.
En muchos casos no avanzar es retroceder y esto es dramáticamente cierto para las universidades. No sólo es necesario avanzar, sino hacerlo de manera sostenida. El esfuerzo planteado en el periodo que termina redundará en mejoras perceptibles si se transforma en una política estable y previsible a largo plazo. Después de pocos años de aumento de los fondos destinados a la educación y antes que los mismos terminen de dar frutos, el proyecto de presupuesto reduce la parte del PBI que destinará el país a educación superior y frustra las perspectivas de mejora a mediano plazo.
Llamamos a reflexionar y exhortamos a nuestros parlamentarios a que, en representación de los intereses generales del país y de la sociedad uruguaya, realicen el máximo esfuerzo para acompañar con su voluntad y votos el pedido de presupuesto elaborado de manera responsable por la Universidad de la República.
Octubre 2010