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175 años de la Udelar «un testigo de las demandas sociales»

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En el marco del 175.º aniversario de la Universidad de la República (Udelar) el Portal de la Udelar dialogó con el historiador Carlos Demasi acerca de los hitos que marcaron la historia de la Universidad y del rol que cumplió la Institución en momentos cruciales de la historia uruguaya.

La Universidad de la República cumplió un papel fundamental desde su origen, que fue desarrollándose y creciendo a lo largo del tiempo. Desde sus inicios aporta una dimensión científica a las respuestas, en principio a través desde el Derecho y posteriormente desde la Medicina que comienza a realizar una gran labor vinculada a la salud pública, como la atención a las parturientas, la infancia, los ancianos y durante las epidemias y enfermedades endémicas, que se presentaron por aquellos años. Más adelante se sumaron valiosas contribuciones de la Universidad a la sociedad en dimensiones técnicas como la Ingeniería, la Arquitectura, entre otras. Por otra parte, este rol tuvo especial importancia en momentos críticos del país en los que la Universidad y los estudiantes generaron respuestas. 
 

Rol de la Universidad desde su creación

Demasi señaló que la Udelar desde que comenzó a funcionar tuvo un impacto muy fuerte y visible en la sociedad. «Por un lado  contribuyó a jerarquizar el debate político ya que los egresados universitarios contaban con un bagaje intelectual, un repertorio de conceptos y un manejo de la realidad, distintos a los tradicionales», apuntó. En ese sentido destacó a la generación universitaria de los años 70 del siglo XIX, a la que se denominó «Principista», por ser la de los fundadores de la dinámica política en el país. Esta generación se caracterizó por introducir un lenguaje muy garantista y colocar en la agenda los derechos humanos. 

Por otro lado, cuando surge la Universidad y comienza a institucionalizarse, aparece en el país la juventud como etapa vital, «anteriormente los niños pasaban directamente a la edad adulta, tenían responsabilidades de adultos a los 14 o 15 años», explicó. En este momento, en el que las elecciones no eran tan importantes como las revoluciones, es la Universidad la que incorpora respuestas a las características de la vida social y política de aquella época y a su vez es la institución que genera la clase dirigente, la clase política de ese entonces, «en la Universidad aprendías a ser dirigente político, la Facultad de Derecho te enseñaba eso, es así que se establece ese vínculo tan fuerte».  
 

Carlos DemasiLa Universidad durante el Gobierno dictatorial de Gabriel Terra

En cuanto al rol de la Universidad en momentos críticos del país, Demasi destacó que durante la dictadura de Gabriel Terra en Uruguay, la Udelar siempre fue «un centro de resistencia». Un ejemplo de ello fue que en el momento en el que se produce este golpe de Estado en el año 1933, la Facultad de Derecho es ocupada por los estudiantes y el decano de la institución, Emilio Frugoni, negocia con la policía y acuerdan que él vaya prisionero, luego termina desterrado a Buenos Aires, a cambio de la libertad sin sanciones, de los estudiantes. «Esta resistencia universitaria se expresaba también como protesta a la Guerra Civil Española, en las movilizaciones en defensa de la República Española se reunía el centro opositor a la dictadura de Terra y la Universidad está siempre presente allí», explicó Demasi. En la dictadura de 1933, a pesar de que no regía aún la autonomía universitaria, la actitud de la Universidad no fue muy diferente a la que tuvo frente al golpe de Estado de 1973, lo que no fue igual en ambos períodos fue la represión, señaló Demasi. En 1933 en general los docentes universitarios se mantuvieron en sus cargos, «aquella dictadura tenía un carácter represivo pero muy orientado, a la Universidad prácticamente no la tocó mucho», acotó. 

Demasí aclaró que aunque la autonomía universitaria era mucho más limitada antes de 1958, año en el que se aprobó la Ley Orgánica de la Universidad que la incorporaba a sus artículos, la Udelar desde su nacimiento siempre se posicionó en contra de las dictaduras. Ya en 1886 los jóvenes se oponían al gobierno dictatorial del General Máximo Santos y participaron de la revolución de Quebracho donde algunos de ellos murieron y fueron referentes, recordados por muchos años por sus compañeros estudiantes. 

La Universidad en el marco de la autonomía universitaria y la dictadura de 1973

A partir de 1958 la Udelar comienza a transformarse en «una especie de testigo de las demandas sociales». La Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU), los docentes, es decir, el colectivo universitario, con el logro de la autonomía universitaria ya habían alcanzado todos sus objetivos. No obstante a partir del artículo 2 de la Ley Orgánica de la Universidad, que establecía la responsabilidad de la institución de aportar su opinión en temas de interés general, en especial desde los años 60, «la institución comienza a tomar posiciones muy contestatarias con respecto a lo que venía siendo la  política general de los gobiernos de la época». Es así que en 1973, cuando se produce el golpe de Estado cívico-militar, la Universidad es el único organismo oficial que realiza una declaración en contra del golpe de Estado. «Lo que no logró hacer el Parlamento ni ninguna otra institución oficial, lo hizo la Universidad», reafirmó Demasi. Asimismo durante la  huelga que llevaron adelante estudiantes y trabajadores en respuesta a la dictadura cívico-militar de 1973, varias de las facultades de la Udelar estuvieron ocupadas, «ese compromiso de los universitarios fue muy fuerte».

La represión que se ejerció durante la dictadura de 1973 fue muy dura, «las Fuerzas Armadas veían a la Udelar como un “nido de comunistas” al que había que extirpar, entonces realizaron un ataque muy fuerte a la institución», recordó Demasi. Esto se reflejó en las acciones que implementaron, intervinieron la Universidad y llevaron presos a todos los integrantes del Consejo Directivo Central de la Universidad y de los consejos de las facultades, aunque fue a modo de advertencia ya que los liberaron en poco tiempo. Además el gobierno represor ejerció una presión muy fuerte sobre los docentes que se quedaron trabajando, la mayoría de los universitarios que habían sido detenidos migraron poco después para trabajar en el exterior. A los que se quedaron en sus puestos se les exigió que firmaran una declaración de fe democrática, bajo amenaza de que de lo contrario serían destituidos, ante esto, la mayoría de los docentes que se negaron a firmar, eran los más veteranos y se jubilaron, otros se fueron de la Universidad a trabajos privados o emigraron. 

Otro tanto sufrieron los estudiantes en este período dictatorial. Se establecieron limitaciones que se deberían cumplir para conservar la calidad de estudiante, como aprobar determinado número de materias en un lapso de tiempo dado, no excederse de un límite de faltas estipulado, entre otras. Demasi señaló que una característica de los estudiantes en Uruguay desde aquellos años hasta hoy es que estudian y trabajan en forma simultánea, entonces durante la dictadura si acumulaban más faltas a clase de las permitidas por cuestiones laborales, perdían la calidad de estudiante. A esto se sumaba que se ejercía «una vigilancia persistente» sobre los estudiantes lo que generó un clima de acoso hacia ellos. «Si estabas conversando con un compañero en el corredor y esa situación se repetía en varias oportunidades eras interrogado», apuntó. 

«Particularmente en la Facultad de Humanidades esta dictadura fue devastadora», recordó Demasi. Después de la intervención la Universidad se fue reactivando gradualmente y las facultades de Humanidades y Ciencias Económicas fueron las dos últimas en volver a la actividad. «Todos pensábamos que el momento de Humanidades había pasado, que no la reactivaban más», acotó. Cuando la institución volvió a funcionar tenía como decano a un licenciado que no era egresado universitario. Para los estudiantes, las condiciones de enseñanza y el clima que se generó en la Facultad en la dictadura de 1973, «hicieron que quedara mucha gente en el camino, era muy difícil que la gente que no tenía un interés específico de hacer la carrera universitaria siguiera hasta el final, pero los que se quedaron eran de los que no aflojaban», afirmó. «Aprovechaban cualquier circunstancia para reunirse, discutir y aprender acerca de temas que les interesaban, de libros que no se trataban en clase»,  recordó.

En lo que se refiere a los docentes de la Facultad en este período, Demasi explicó que se dio una forma de resistencia de parte de ellos, que se manifestaba como si se plantearan: «si el programa dice que tengo que enseñarte esto, te lo enseño, pero te lo voy a transmitir de una forma que te des cuenta de que hay otras cosas que no te estoy enseñando y que te las puedo mostrar». 
 

La Universidad luego de la dictadura de 1973

Demasi entiende que aunque la Facultad sufrió un fuerte impacto negativo cuando muchos de sus docentes se fueron al exilio, cuando finalizó la dictadura estos docentes, que se habían vinculado con la academia en el exterior, retornaron, se dio algo muy interesante: vincularon a la Udelar con esta academia internacional, de la que la Universidad había estado muy aislada hasta entonces. Hasta los años 60 los estudiantes luego de terminar la carrera no tenían perspectivas de estudiar nada más, con el vínculo  con la academia internacional se abrieron a los estudiantes las posibilidades de las tesis de maestrías, doctorados y posdoctorados. También se generaron vínculos con círculos internacionales de investigación lo que implicaba obtener la financiación para proyectos y actualización continua de conocimientos. Entiende que esto implicó para la Universidad «una recuperación y hasta subir un escalón», no obstante señaló que «quedó un hueco, un espacio vacío que fue difícil de cubrir, gente que había comenzado a formarse en esa institución intervenida y después pasaba nuevamente a una Universidad autónoma y tenía dificultades para mantener la trayectoria, le hablaban de cosas que no entendía, discutían autores que no habían leído, eso se sintió».

Considera que a la Udelar le costó un poco institucionalizar sus posgrados, organizar sus maestrías y doctorados y que para el área social esta dificultad fue mayor que para la científica tecnológica. De todas formas entiende que «luego de 50 años del golpe de Estado, la Universidad superó ese trauma mejorando, no recuperó lo que tenía, está mejor que antes».
 

Presente y futuro de la Udelar

Demasi entiende que a lo largo de toda la historia los cambios sociales se están sucediendo de continuo, «siempre estamos en transición»,  pero acotó que «no obstante sí es cierto que cuesta recomponerse para mantenerse a tono con la dinámica social y de los cambios». «Esta época tiene planteos y características que cuando yo era joven no me hubiera imaginado, el asunto es cómo podemos situarnos para obtener el máximo beneficio y perder lo mínimo posible», añadió. Señaló que la Universidad puede cumplir un papel importante en el cumplimiento de este desafío ya que «tiene capacidad de mirar lo que pasó, evaluar lo que sucede en el presente y a partir de allí comenzar a construir realidades». Otra ventaja de la Universidad que identifica es que es multigeneracional y los estudiantes tienen voz, «los docentes tenemos tendencia a ver la Universidad como nosotros la queremos, los estudiantes tienen capacidad para verla como debería ser, en ese diálogo la Universidad se puede mantener al ritmo de los cambios y no quedar a la deriva a causa de ellos», afirmó Demasi. 

En cuanto a las problemáticas actuales a las que se enfrenta el mundo, muchas de las cuales desafían también a Uruguay, considera que «la Universidad tiene mucho para decir con respecto a estos temas y  es importante que se escuche su voz». Entiende que la Udelar puede realizar valiosos aportes en temas actuales como contaminación ambiental, desarrollo, producción y difusión de nuevas tecnologías, nuevas derechas, problemas sociales, marginalidad, entre otros. Es en estos temas cruciales «donde la Universidad tiene un repertorio de respuestas para dar», añadió. «Es razonable imaginar que cuando estas respuestas llegan a los espacios políticos que es donde se toman las decisiones, sufran alguna modificación, porque la mirada de la Universidad y la mirada de los políticos no es la misma», agregó. Aunque entiende que la aplicabilidad viable de una solución aportada por la Udelar puede estar mediada por determinadas condicionantes que la Universidad no toma en cuenta, de todas formas debe ser un insumo fundamental al momento de tomar decisiones, por lo tanto la Universidad debe ser considerada como una voz fundamental en estas instancias como ha sucedido ya en varias oportunidades en el país.  


Fuente: https://udelar.edu.uy/portal/2024/07/175-anos-de-la-udelar-un-testigo-d…
Publicado en:
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Publicado el Jueves 18 Julio, 2024

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