Con una crítica a la sobremedicalización en salud mental y el énfasis en la necesidad de abrir un debate colectivo sobre el uso de psicofármacos, Mauricio Garolfi presentó la Guía para la Gestión Colaborativa de la Medicación, elaborada en Barcelona, como una herramienta para devolver la voz a quienes consumen los tratamientos: “No se trata de estar a favor o en contra de la medicación, sino de preguntarnos cómo queremos usarla y en qué condiciones nos hace bien”.
La presentación de esta guía tuvo lugar durante la charla “Pensar más allá del psicofármaco. Trayectoria y horizontes de la Guía para la Gestión Colaborativa de la Medicación en salud mental en Barcelona”, desarrollada en el marco del Ciclo de Charlas 2025: Fármacos, experiencias subjetivas y saberes psicológicos, organizado por el grupo I+D Saberes psicológicos y psicofármacos del Programa de Clínica Psicoanalítica y Fronteras Disciplinares del Instituto de Psicología Clínica.
Garolfi, magíster en Psicología Social y especialista en Salud Mental Colectiva, explicó que la Guía para la Gestión Colaborativa de la Medicación nació en Barcelona como respuesta a la medicalización excesiva de la salud mental. Contó que la iniciativa surgió del encuentro entre profesionales, usuarios y familiares, quienes compartían una inquietud común: “Las personas sentían que tomaban medicación sin haber podido discutirlo ni comprenderlo del todo”. En ese contexto, la guía se presentó como un instrumento colectivo para abrir un espacio de diálogo y decisión compartida.
La crítica al modelo biomédico
Garolfi enfatizó que la guía buscó cuestionar el modelo centrado en la prescripción automática de psicofármacos. Aclaró que no se trataba de negar la utilidad de la medicación, sino de discutir sus límites. Según dijo, “la idea no era estar a favor o en contra de los psicofármacos, sino preguntarnos cómo queremos usarlos y en qué condiciones nos hacen bien”. Con esto, propuso desplazar el debate desde la eficacia técnica hacia las experiencias subjetivas y sociales de quienes toman los fármacos.
El expositor destacó que la elaboración de la guía implicó un proceso participativo, donde distintos saberes tuvieron el mismo valor. Señaló que los testimonios de usuarios y familiares fueron tan importantes como los aportes técnicos de los profesionales. “La guía no vino a bajar línea, sino a tejer voces”, sostuvo. Este enfoque permitió identificar prácticas de cuidado alternativas y abrir la posibilidad de reducir, suspender o negociar la medicación de manera segura y consensuada.
Horizontes políticos y éticos
Garolfi insistió en que la guía no debía verse solo como una herramienta clínica, sino también política. Denunció que la sobremedicalización estaba vinculada con un modo de gobernar los cuerpos y las subjetividades. Planteó que la gestión colaborativa habilitaba un horizonte ético distinto, donde el derecho a decidir sobre la propia vida quedaba en el centro. “Se trata de pasar de la obediencia a la autonomía”, afirmó.
inalmente, Garolfi reconoció que la implementación de la guía enfrentó resistencias, tanto de instituciones como de algunos profesionales acostumbrados al modelo jerárquico. Sin embargo, resaltó que la experiencia en Barcelona demostró que era posible construir confianza y transformar la relación entre usuarios y servicios. Señaló que los aprendizajes de este proceso podían inspirar a otros países, siempre que se adaptaran a sus contextos específicos.
Una vez concluida la presentación, se dio lugar a un espacio de intercambio de preguntas entre el ponente y quienes participaron en la charla.