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Declaración Final del 1º Congreso Nacional de Infancias y Adolescencias

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“Los niños, esos seres extraños de los que nada se sabe, esos seres salvajes que no entienden nuestra lengua (... ) la infancia es lo otro: lo que, siempre más allá de cualquier intento de captura, inquieta la seguridad de nuestros saberes, cuestiona el poder de nuestras prácticas y abre un vacío en el que se abisma el edificio bien construido de nuestras instituciones de acogida.
Pensar la infancia como algo otro es, justamente, pensar esa inquietud, ese cuestionamiento y ese vacío. Es insistir una vez más: los niños, esos seres extraños de los que nada se sabe, esos seres salvajes que no entienden nuestra lengua.” (El enigma de la infancia. Larrosa, Jorge)

En la ciudad de Montevideo los días 7, 8 y 9 de noviembre, bajo el lema “Entre los Derechos y los Hechos. Encrucijadas y Desafíos en el Uruguay actual”, cerca de 1200 personas provenientes de diversas experiencias, formaciones, ocupaciones y territorios del país, nos encontramos en el I Congreso Nacional de Infancias y Adolescencias, para poner en común nuestras experiencias y saberes, inquietudes y desvelos, esperanzas y sueños en torno a las infancias y las adolescencias en nuestro país.

Lo hicimos desde el compromiso y el saber de la experiencia de primera línea, desde la investigación y la academia, desde la vivencia y el saber hacer cotidiano. Lo hicimos de la mano de los propios niños, niñas y adolescentes, con ellos y ellas, escuchando sus voces y saberes.

Lo hicimos con la premura y la urgencia de reconocer que tenemos que tomar tiempos de encuentro para que nuestra voz suene clara, fuerte, diversa y haga saber que es preciso construir presente de calidad para niñas, niños y adolescentes y bienvenirles de la mejor manera.

Este I Congreso ha reconocido que las políticas públicas hacia las infancias y adolescencias, deben ser interseccionales: todas las formas de vivir y ser deben ser reconocidas; deben ser integrales e interinstitucionales. Deben ser basadas en una perspectiva de derechos humanos y ser universales: todos los derechos para todas las infancias y adolescencias, deben considerar los territorios, contar con presupuesto, con legitimidad social y con participación ciudadana.

Hemos reconocido que la deuda social con las infancias es histórica y muy grande; que saldarla llevará tiempo, pero sobre todo llevará voluntad política, creatividad, grandes acuerdos, compromiso y la participación de toda la ciudadanía.

Es necesario que juntos y juntas trabajemos en la construcción de otros relatos, hacer lugar en el discurso y en el imaginario social para las infancias y adolescencias, dar lugar a sus voces, reducir la tolerancia social hacia las injusticias, las inequidades y el abuso de poder, desterrar la idea de que se trata de temas menores.

Queremos expresar nuestra voluntad de tejer redes de vigilancia, que exijan al Estado las mejores políticas, las mejores intervenciones, las mejores respuestas, los mejores programas para dar respuesta a las necesidades de los niños, niñas y adolescentes de nuestro país. Estamos dispuestos a construir esos caminos y a ser parte de esas definiciones.

El Congreso abordó 6 ejes claves de derechos y políticas públicas: la pobreza y la desigualdad, el derecho a la educación, las múltiples violencias que afectan la vida de las infancias, el derecho a la salud, el campo de la Justicia y su acceso a ella, el derecho a la participación y a la cultura.

Queremos destacar las principales ideas fuerza de cada uno de ellos:

Pobreza y desigualdad: el reconocimiento de la multidimensionalidad del fenómeno, la necesidad de incorporar el mundo de las familias y el mundo del trabajo. Habitat, vivienda, políticas redistributivas, apoyar social y estatalmente la reproducción y sostén de la vida. El impacto de la precarización de la vida estuvo también en el centro de los análisis. Reducir la pobreza no es un tema solamente económico sino fundamentalmente político. Es necesario asumir el conflicto social en torno a las desigualdades, las disputas de intereses en pugna y la necesidad de construir un consenso social y político amplio que trascienda los ciclos de gobierno y ponga en el centro el bienestar común, lo que incluye también el de todas las infancias.


Salud: La salud es una resultante social y su garantía es indivisible de la del resto de los derechos. Atender las desigualdades e inequidades en salud mental, inseguridad alimentaria y derechos sexuales y reproductivos es prioridad. Las múltiples dimensiones y problemáticas consideradas en este eje estuvieron permeadas por una perspectiva integral, interseccional y de justicia social tanto en su análisis como en la formulación de propuestas concretas para el cambio y la transformación en materia de políticas, programas y prácticas. Niñas, niños y adolescentes deben tener una participación efectiva en la identificación de sus necesidades y en la búsqueda de las soluciones a sus problemas. Es urgente rever los abordajes actuales en la atención a la salud, haciendo énfasis en las acciones articuladas (por parte de órganos de gobierno, instituciones, academia, organizaciones sociales, sindicatos, entre otros) de desarrollo social comunitario, despatologizantes y respetuosas de los derechos humanos y del interés superior de infancias y adolescencias, como guía en la formulación e implementación de las políticas.


Educación: El Estado debe garantizarla como un derecho desde el nacimiento y a lo largo de toda la vida. La educación debe ser inclusiva. Eso implica enseñar a todos, todas y a cada uno y una en su singularidad y sobre todo abrazar a los más vulnerables o a quien por cualquier razón se siente o es excluido. Educar en igualdad de derechos y solidaridad para construir una sociedad democrática y solidaria. Las instituciones educativas deben ser y hacer en lazo con la comunidad.


Violencias: Es prioritario abordar integralmente los diferentes tipos de violencia que afectan a niños, niñas y adolescentes. La violencia basada en género, la violencia sexual, intrafamiliar, la territorial, la institucional entre otras. El Estado es el responsable de garantizar la vida y el cuidado de todos los niños, niñas y adolescentes. Necesitamos también una comunidad cuidadora, vigilante, propositiva. Es hora de implementar un sistema de protección frente a las violencias, que esté a la altura de las necesidades de las víctimas, que brinde servicios de reparación del daño de alta calidad y especialización. Es prioritario que el sistema de justicia se especialice y brinde efectiva protección a todos los niños, niñas y adolescentes que así lo requieran, desterrando prácticas de violencia institucional como las tenencias compartidas en contextos de violencia, los arrancamientos, las revinculaciones forzadas, entre otras.


Participación: la importancia de escuchar activamente lo que cada niño, niña y adolescente tiene para decir. Necesitamos generar más espacios de encuentro e intercambio reales que pongan en el centro sus voces e intereses. Más espacios para que jueguen y se expresen libremente. Es imperiosa la formulación de políticas culturales que fomenten la participación y garanticen el derecho al acceso a los bienes culturales.


Derecho: Se reconoce la existencia de profundas brechas de acceso a la justicia así como de realización de derechos. Es fundamental que desde la interdisciplina, se logre avanzar hacia una justicia adaptada a niñas, niños y adolescentes. La especialización y multidisciplina, tienen que ser las características indispensables de una defensoría de la niñez y la adolescencia. Necesitamos conciliar la intervención jurídica y la social. Es preciso avanzar en la desjudicialización de muchos conflictos sociales que se encarnan en las vidas de las infancias a los que el poder judicial no puede ni debe dar respuesta en soledad. Son necesarias políticas de formación y especialización de los operadores judiciales en la perspectiva de derechos de infancias y adolescencias. También en políticas públicas que garanticen para niñas, niños y adolescentes una vida en familia y en comunidad.


Este encuentro ha sido posible gracias a un gigantesco trabajo colectivo, de articulación de muchas voluntades. La Intendencia de Montevideo, el Gobierno de Canelones, UNICEF Uruguay, UNFPA, la Asociación Uruguaya de Magistrados y Operadores Judiciales de Familia, Infancias y Adolescencias, la Universidad de la República, la Universidad Católica del Uruguay y las casi 1200 personas que le pusieron voz y cuerpo a esta construcción colectiva.

Nos urge construir lazo social, necesitamos fortalecer la trama que sostenga y albergue a nuestras infancias y adolescencias. Sabemos que un mundo bueno para ellos y ellas es un buen mundo para todos y todas.

Soñemos en colectivo, con la mira lejos, el corazón bien cerca y los pies en la tierra.

Pongámonos a la altura de nuestras infancias y adolescencias.

Montevideo, 9 de noviembre de 2024

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Publicado el Martes 19 Noviembre, 2024

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