La inteligencia artificial (IA) ya no es futuro, sino presente en la academia. Esta fue una de las principales ideas abordadas durante la jornada Inteligencia artificial en contexto académico, donde se habló de la capacidad de la IA para simular el pensamiento humano, de su potencial para apoyar a docentes y estudiantes, pero también de los dilemas éticos que despierta en bibliotecas, publicaciones y producción científica.
Este evento inauguró el ciclo de encuentros “La investigación hoy, aportes y desafíos” organizado por la Comisión Académica de Investigación de la Facultad de Psicología. La actividad, presentada por la docente Marcela Schenk, contó además con una introducción del docente e investigador Ignacio Estevan, quien destacó que esta era la primera de tres jornadas orientadas a reflexionar sobre producción y difusión académica. “La idea es pensar no solo la enseñanza y el trabajo académico, sino también la producción de conocimiento”, señaló Estevan, quien subrayó la relevancia del debate.
La presentación se llevó a cabo en el salón de actos Élida Tuana y contó con transmisión en vivo por el canal institucional de la Facultad en Youtube. A cargo de las ponencias estuvieron el profesor e investigador de la Facultad, Álvaro Cabana; la ingeniera en telocomunicaciones y doctora en filosofía e integrante de Ceibal, Isabel Amigo y las magíster y funcionarias de la Biblioteca de la Facultad, Adriana Miniño y Alicia Díaz Costoff.
Desmitificar la IA: entre la ilusión y la disrupción
Álvaro Cabana abrió la jornada con una mirada crítica y pedagógica sobre los modelos de lenguaje. Recordó que la inteligencia artificial no es un fenómeno nuevo, sino el resultado de décadas de investigación en aprendizaje automático y redes neuronales. Subrayó que ChatGPT no era más que “un predictor de palabras”, aunque extremadamente sofisticado, capaz de comprimir terabytes de información cultural en unos pocos gigas.
Cabana ilustró cómo estos sistemas aprenden patrones del lenguaje y producen ilusiones de comprensión: “Es muy bueno haciendo de cuenta que es una persona”. Al comparar la actividad interna de los modelos con la del cerebro humano, mostró paralelismos que abren preguntas sobre el vínculo entre lenguaje y cognición.
Finalmente, el profesor advirtió sobre los desafíos éticos y políticos. Mencionó el riesgo de fraudes científicos, la dependencia de corporaciones del norte global y la creciente brecha entre quienes acceden a estas herramientas y quienes no. “Estamos ante la mayor disrupción cultural desde la revolución industrial”, concluyó.
Alfabetización digital como estrategia educativa
La intervención de Isabel Amigo se centró en el trabajo de Ceibal y el laboratorio EduIA Lab, primer espacio regional de IA aplicada a la educación. Amigo repasó la evolución de Ceibal desde la entrega de computadoras hasta la creación de programas de pensamiento computacional y cursos de formación docente. Destacó la importancia de la alfabetización digital para “desmitificar” la IA y fomentar un uso crítico y ético.
Explicó que el Manifiesto de Inteligencia Artificial de Ceibal se apoya en siete pilares, entre ellos inclusión, equidad y transparencia. Remarcó que el objetivo era formar estudiantes y docentes capaces de evaluar la fiabilidad de los datos, comprender los sesgos y usar las herramientas como aliadas. “Los jóvenes ya están usando estas tecnologías; nuestro rol es entre la ilusión y la disrupciónacompañarlos con principios claros”, afirmó.
Amigo compartió ejemplos de proyectos en curso: desde herramientas para la precorrección de tareas hasta sistemas de accesibilidad de libros digitales desarrollados con UNICEF. También presentó el desafío de usar la IA para tutorías personalizadas, con la meta de reducir el ausentismo y mejorar el rendimiento en áreas críticas como matemáticas y lengua.
Bibliotecas en tiempos de IA
El cierre estuvo a cargo de Adriana Miniño y Alicia Díaz Costoff (funcionaria y directora del Departamento de Documentación y Biblioteca, respectivamente), quienes reflexionaron sobre el papel de las bibliotecas frente a la inteligencia artificial. Advirtieron que estas tecnologías, basadas en corpus masivos y opacos, generan incertidumbre sobre la fiabilidad y autoría de la información. “Nadie nos consultó si nuestros textos publicados en internet podían usarse para entrenar estas herramientas”, señalaron.
Las expositoras describieron cómo la IA ya incide en procesos técnicos como la catalogación o las revisiones sistemáticas, y plantearon interrogantes sobre plagio, sesgos algorítmicos y protección de datos. También destacaron el desafío de formar estudiantes con criterio crítico: “El problema no es usar la herramienta, sino usarla sin cuestila".
Finalmente, presentaron plataformas académicas alternativas como Consensus, Elicit y Research Rabbit, que permiten búsquedas más confiables y transparentes que los modelos comerciales. Subrayaron que el rol de las bibliotecas debía ser doble: ofrecer formación instrumental y, al mismo tiempo, promover la reflexión ética sobre el uso de estas tecnologías.
Para cerrar, se dio un intercambio entre los presentes, quienes presentaron inquietudes y profundizaron acerca de los desafíos de la IA.