El salón de actos Élida Tuana de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República (Udelar) sirvió de escenario para que el 21 de abril se realizara la presentación del libro “Sistematización Cartográfica: Composición, colaboración y experimentación”.
Este fue un evento que reunió a docentes e integrantes del Programa de Fundamentos Históricos y Políticos de las Prácticas en Psicología del Instituto de Fundamentos y Métodos en Psicología de la Facultad de Psicología, así como a miembros de las organizaciones sociales Centro para el Desarrollo de Intervenciones y Estudios Socioculturales (DIES) y del Instituto del Hombre (IDH).
Durante la actividad, que se transmitió en vivo por el canal de YouTube de la Facultad, se presentó el texto desarrollado durante la experiencia de extensión universitaria de este programa con estas organizaciones sociales civiles, la cual fue financiada por la Comisión Sectorial de Extensión y Actividades en el Medio (CSEAM).
Perspectiva institucional
El docente Andrés Granese explicó que la experiencia surgió como una necesidad de resistir a la lógica individualizante de la academia, apostando a construir sentidos compartidos entre docentes y estudiantes. Recordó cómo desde su programa buscaron colectivizar el trabajo a través de espacios como el curso de “Metodologías Implicadas”, donde se abordaban las prácticas desde el concepto de implicación. Consideró que el proyecto presentado no fue un punto de partida, sino una consecuencia de ese proceso más amplio. Señaló además que esperaban que el libro ofreciera respuestas sobre cómo vincular la extensión con la sociedad, pero reconoció que su mayor valor estaba en seguir abriendo preguntas.
Posteriormente, tomó la palabra la docente Luciana Bibbo, quien destacó la importancia de los vínculos construidos con IDH y el Centro DIES, en un proceso que combinó trayectorias diversas dentro de cada organización. Subrayó que, en esa trama, los roles tradicionales entre enseñanza, extensión e investigación se volvieron difusos, lo que permitió producir conocimientos situados en las experiencias. Señaló que la articulación entre funciones universitarias no era posible sin esa interrelación práctica en territorio, y que ese fue el verdadero sentido de las trayectorias integrales que intentaron construir.
Luego, la profesora Adriana Molas reflexionó sobre la experiencia colectiva de escritura, marcada por tensiones, límites institucionales y desafíos temporales. Valoró cómo el proceso permitió generar un “entre” con los equipos y los estudiantes, donde se fue componiendo una intervención entendida como encuentro. Afirmó que, más que respuestas cerradas, el libro mostraba un tejido fragmentario, procesual y abierto. Reivindicó el lugar de las organizaciones sociales civiles en la formación disciplinar, así como la dimensión amorosa, estética y humorística de los vínculos, claves en prácticas que buscan sostenerse desde el cuidado.
La mirada de las organizaciones
Las integrantes del IDH compartieron que la experiencia narrada en el libro capturó un momento especialmente doloroso para su organización, marcado por la pérdida de programas como los Socat y el impacto emocional e institucional que implicó despedir territorios y compañeros. Este contexto las llevó a replegarse y reflexionar colectivamente sobre su identidad, sus prácticas y su implicación en el trabajo territorial. A partir del vínculo con la universidad, pudieron generar espacios de encuentro significativos, como ejercicios narrativos y conceptuales sobre familia y cuidados, así como un cierre simbólico a través de una lectura dramatizada en el plenario del IDH. Valoraron la potencia de esos intercambios efímeros que, sin perder profundidad, permitieron pensar el trabajo en clave de presencia, riesgo y reconstrucción, resignificando la noción de cartografía como tejido colectivo.
Los miembros del Centro DIES relataron cómo la experiencia conjunta con la universidad les permitió detenerse a reflexionar sobre sus propias prácticas, en particular el trabajo con mujeres y familias en situación de alta vulnerabilidad. Plantearon que muchas veces las expectativas institucionales son difíciles de alcanzar y que los cambios significativos suelen ser pequeños, como lograr que alguien se bañe a diario o reciba un abrazo. Hablaron del desafío de intervenir en esos márgenes, desde acuerdos grupales, saberes teóricos y decisiones espontáneas cargadas de afecto. Destacaron la falta de material escrito sobre sus metodologías cotidianas, como la figura del referente, y cómo el proceso con estudiantes y docentes ayudó a verbalizar y sistematizar aquello que suelen construir de manera casera. Agradecieron haber podido abrir ese diálogo, incluso desde sus formas de humor, como parte de su manera de resistir y acompañar en contextos de exclusión.