El Instituto de Psicología, Educación y Desarrollo Humano de la Facultad de Psicología de la Udelar elaboró una serie de recomendaciones ante el retorno a la presencialidad a la comunidad educativa y a la población en general.

En respuesta a las últimas decisiones del Gobierno sobre el retorno a la presencialidad de todos los niveles en la educación formal, el Instituto de Psicología, Educación y Desarrollo Humano, de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República, hace llegar a la comunidad educativa y a la población en general algunas sugerencias para procesar el impacto que la distancia social ha generado y seguirá generando, en este caso, en los actores del sistema educativo.

Saludamos con alegría que Uruguay ingresó a la zona “naranja” del índice de la Universidad de Harvard en casi todo el territorio nacional. Sin embargo, no debemos olvidar el grado de dinamismo de esta situación y que aún es necesario que el mapa sea “amarillo” y luego “verde” para tener una visión optimista y estable. Mientras eso sucede, hay que seguir con el cuidado que, como ya hemos dicho desde nuestra casa de estudios, se trata del cuidado en la distancia física, pero no, en la distancia social.

Desde esta perspectiva y considerando el retorno a la presencialidad en todos los centros educativos del país, sugerimos:

1. Realizar un contrato pedagógico de retorno. Habilitar espacios en las aulas, en las salas docentes y en las casas para hablar de las alegrías, las ansiedades, los temores y las ilusiones que volver a la presencialidad provoca tanto en los estudiantes, como en los docentes y en las familias, sin patologizar la experiencia. Poner en palabra las emociones, favorece los procesos psíquicos de elaboración y contribuye con la formulación de propuestas pertinentes.

2. Privilegiar las actividades de socialización, relacionamiento y movimiento. Para ello, se sugiere a las direcciones de los institutos y a los equipos docentes programar actividades académicas que permitan a los estudiantes desplazarse, trabajar en grupo y realizar tareas que incluyan representaciones además de la construcción discursiva. Así mismo, incorporar espacios específicos de diálogo e intercambio entre los docentes. La crisis del Covid-19 afectó tanto a unos como a otros, alterando la vida cotidiana, las costumbres, las decisiones, etc. Ahora, nos encontramos ante la reconfiguración de esos escenarios que, por el momento, son inestables. En el ámbito educativo, esta inestabilidad se manejará mejor o peor según la reconfiguración del vínculo social en cada uno de los centros.

3. Promover actividades que inviten a proyectarse. Incorporar propuestas que impliquen construir futuro que involucren vitalizar la experiencia humana. Recomendamos tomarse el tiempo para crear significados y construir el futuro desde una perspectiva ecológica y de cuidado. Posicionarse como actores involucrados en los problemas de su tiempo fortalece la creación de significados compartidos y prospectivos que colaboren en la producción de una ciudadanía activa y crítica.

4. Reflexionar sobre los componentes que facilitaron y los que obstaculizaron los procesos de enseñanza y aprendizaje en el contexto de la enseñanza remota de emergencia. Las diversas formas de la distancia social que la población vivió, está experimentando y seguirá viviendo por un tiempo más, hizo que se aprendiera a relacionarse por medios electrónicos por sobre los presenciales. Eso está bien cuando la distancia es una realidad, pero cuando la proximidad es una posibilidad, es necesario volver a gestionarla para hacer disfrutable la experiencia vital y comunitaria.
Con estas sugerencias enfatizamos el papel clave que los centros educativos tienen en promover procesos de recuperación del lazo social, el diálogo y la convivencia ciudadana para toda la comunidad educativa.