"Esta crisis marca el verdadero comienzo del siglo XXI" dijo Juan Raso al comienzo del seminario organizado por el Semillero Interdisciplinario en Organización del Trabajo realizado en la Facultad de Psicología.
Para abordar el rediseño de las relaciones laborales a partir de la crisis provocada por el Covid-19, Raso planteó tres ideas. En primer lugar, abordó el impacto de la pandemia sobre las relaciones laborales, signadas por una “gran crisis del empleo”, con un fuerte impacto sobre los salarios.
Raso propuso pensar el concepto de salario desde todas las formas de retribución a las personas con condición de trabajadores, independiente, semi dependiente, con trabajo informal y no solo verlo desde el salario de los trabajadores subordinados clásicos.
En segundo lugar, planteó que el Covid-19 genera una reformulación del Estado Social. Tanto en gobiernos de izquierda, como de derecha, el coronavirus obliga a hacer planteos en materia de políticas públicas. “Los gobiernos de derecha no están proponiendo un debate neoliberal, porque las condiciones no lo permiten, sí se produce una reformulación del Estado Social desde una visión conservadora.”
Ejemplo de ello es la renta básica universal, “que forma parte del debate tanto en los gobiernos de izquierda como en los de derecha, cosa que no sucedía previo al coronavirus. En Uruguay, los monotributistas están recibiendo un subsidio modesto, que es una semilla de reta básica.”
En tercer lugar, planteó que va a nacer una nueva subjetividad a partir de esta crisis. “Pasamos de una sociedad donde todo era posible, pero no accesible, un modelo donde Dios era el dinero, a una sociedad controlada y en permanente riesgo de cuarentena”. Para el expositor esta nueva subjetividad difícilmente producirá proyectos a largo plazo, "viviremos en una subjetividad temerosa y el exceso de libertades se sustituirá por un exceso de miedo, el temor continuo a la repetición de un estado de contagio".
Bajo la interrogante de si esta nueva subjetividad será más individualista, destacó que es una responsabilidad que “nos convoca a todos, incluidas las organizaciones sindicales”. Estas tendrán que “abrir nuevos espacios, volverse representantes de la ciudadanía trabajadora y no solo de los obreros dependientes” ya que el trabajo independiente convoca diversas formas de precariedad laboral.
Finalmente, destacó una serie de competencias a desarrollar para construir empleabilidad e inserción en el mundo del trabajo, donde la prestación del trabajo se juzgará por los resultados y no por el proceso temporal.