El 12 de mayo se realizó el seminario internacional virtual “Aislamiento ‘social’ y salud mental”, organizado por el Centro de Investigación Clínica en Psicología. La propuesta fue abordar las relaciones entre el aislamiento, llamado “social”, y la salud mental, desde la perspectiva de la investigación clínica en psicología. Contó con la participación del Dr. Daniel Camparo, la Lic. Rosa Zytner, el Dr. Paul Ruiz, el Mag. Michel Dibarboure, el Mag. Sebastián Llosa y la Lic. Teresa de Armas, investigadores del CIC-P.

Luego de la introducción realizada por la moderadora de la actividad, Sofía González, tomó la palabra el Dr. Daniel Camparo, profesor asistente del Instituto de Psicología de la Salud. En su presentación “La pandemia y los niños: el aislamiento como phármakon”, el docente comentó sobre el fenómeno de los sueños “raros” o más vívidos que muchas personas han reportado experimentar durante la cuarentena, señalando que cuando nuestras vidas se tornan más monótonas, nuestra producción onírica aumenta. A partir de esta aparente paradoja propuso pensar la situación de aislamiento social a través del concepto del griego antiguo phármakon, en su doble sentido de remedio y veneno. "Si bien para no enfermarnos debemos mantener distancia de los demás, esta distancia también puede enfermarnos". En segundo lugar, intervino la profesora agregada Rosa Zytner (Instituto de Psicología Clínica), quien expuso sobre “Aislamiento y subjetividad en tiempos del COVID-19”. La investigadora planteó que la restricción de los vínculos a medios virtuales, la sobreexposición a la información, la posibilidad de pérdida del trabajo y la ruptura de la cotidianeidad producen sentimientos diversos y complejos. Afirmó que actualmente estamos sumidos en un sentimiento de incertidumbre que hace que el pensamiento a largo plazo sea poco plausible. Al estar profundamente implicados en la situación, no tenemos aún la distancia suficiente para aventurarnos a dar respuestas.

A continuación, Paul Ruiz, Doctor en Psicología y docente de la Facultad de Veterinaria, presentó en su conferencia los resultados preliminares de una encuesta sobre consumo de drogas durante el aislamiento realizada junto a los investigadores Florencia Semblat y Ricardo Pautassi, accesible de forma online. Entre los datos que arroja la investigación, se comprueba que ha habido un aumento en la frecuencia y el volumen del consumo de las principales drogas, como alcohol, tabaco, marihuana y psicofármacos. En cuanto a los efectos de estos cambios en la salud mental, Ruiz observó que quienes aumentaron el volumen de la principal droga que consumen tienen niveles de malestar psicológico significativamente mayores que quienes no lo aumentaron.
El profesor del Instituto de Psicología Clínica Michel Dibarboure abrió la segunda parte de la actividad con su presentación titulada “Infancias vulneradas por femicidio íntimo: orfandades silenciosas de la violencia”, que se propuso reflexionar sobre los damnificados invisibles del femicidio, en el contexto del incremento de situaciones de violencia doméstica debido a las medidas de aislamiento. Dibarboure señaló que los niños huérfanos por femicidio íntimo ya tienen marcas indelebles de la violencia vivida, y esta nueva amenaza puede reactivar fantasías y temores de exclusión y soledad, que pueden calar hondo en la subjetividad infantil.

Luego, fue el turno del Mag. Sebastián Llosa, profesor de la Facultad de Medicina, que expuso bajo la premisa “Conductas suicidas relacionadas a la pandemia: una revisión, algunos desafíos”. El docente planteó que algunas de las medidas que buscan mitigar el impacto del virus en la salud pública tienen como contrapartida aspectos que constituyen factores de riesgo para las conductas suicidas. Reflexionó acerca de los desafíos que se configuran en términos de políticas de salud, de estrategias sanitarias y de dispositivos de apoyo psicológico.
La última presentación estuvo a cargo de la asistente Teresa de Armas del Instituto de Psicología Clínica, con su conferencia titulada “CoronaMatrix versus inteligencia emocional”, en la que vinculó la realidad instalada disruptivamente por el virus con la de la película Matrix, una realidad virtual programada donde todo es control y virtualidad. Si antes de la llegada del COVID-19 una de las quejas más comunes era la falta de tiempo y el vivir corriendo, la imposición de inmovilidad trajo consigo nuevas ansiedades. "En un primer momento, la vivencia de algunos fue ‘qué bueno estar en casa’, pero inmediatamente apareció el espejo, que nos enfrentó a nuestra peor angustia: la inmovilidad trae indisolublemente la idea de muerte", explicó.