Abuelos siglo XXI
Los nietos disfrutan hoy de una nueva generación: son más dinámicos y activos.
El recital de Márama estaba previsto para el 2 de enero en Los Titanes. Cristina Costa (66) y su esposo ya conocían el lugar porque habían ido a ver al Cuarteto de Nos. Un poco antes de Navidad, habían decidido comprar cinco entradas. Llevarían al recital a Luciano (8), Catalina (8) y Guadalupe (5), tres de sus nietos que "aman" a la banda liderada por Agustín Casanova. "El 24 de tarde estábamos todos reunidos en casa y les dimos las entradas. Tenemos ese momento grabado en un video porque sus caras eran un espectáculo. Una de mis nietas besaba la entrada", recuerda Cristina, quien además es abuela de Paulina, de siete meses.
El recital se suspendió y se reprogramó para el 28 de febrero. Después de contar los días que faltaban por más de un mes, llegó el momento. La noche anterior, Catalina, Guadalupe y Luciano se fueron a la casa de Parque del Plata de sus abuelos. Y llegó el día. La mañana del 28 de febrero, Cristina se aprendió la letra de todas las canciones de Márama. Sus nietos las ponían en la computadora una y otra vez y las bailaban en el patio. Cuarenta y cinco minutos antes del recital, Cristina, su esposo y sus nietos hacían fila para escuchar "Nena yo quiero con usted ser caballero, deja que pase pues que pase lo que tenga que pasar".
El rol de los abuelos ha cambiado con el tiempo y son muchas las variables que contribuyen a esto. Actualmente, el estereotipo de la abuela de pelo blanco sentada en la mecedora ya no es el que prima y se convirtieron en personas activas, que trabajan o tienen sus ocupaciones, que hacen deporte, le comentan las fotos en Facebook a sus nietos y organizan actividades "divertidas" para compartir tiempo con ellos, como ir a un recital de Márama.
Abuelos trabajadores
Juan Antonio Pérez Pérez (68) es contador y siempre tuvo "afán por progresar" en su carrera. Además, dio clases en la Universidad de la República hasta el año pasado. Actualmente continúa trabajando. Hace 30 horas semanales pero "son muy flexibles". "No tengo decidido hasta cuándo voy a trabajar, pero yo sigo disfrutando de mi trabajo, eso sí, voy bajando cambios, sobre todo en tareas que te demandan mucha intensidad", dice, sentado en una oficina de la empresa en la que trabaja.
Aunque sigue en actividad, Juan Antonio se hace tiempo para disfrutar de sus nietos, Genaro (4) y Sol (9). Helena, su esposa, es la que se encarga de buscar a Genaro al colegio a menudo porque "sus padres trabajan". Pero cuando puede, Juan Antonio sale antes de la oficina para buscarlo él. Y le encanta. "Cuando lo voy a buscar, nos venimos caminando y sé que tengo que correr atrás de él", dice y se jacta, con cierta humildad, de que "por suerte" está en buen estado físico y puede hacer lo que sea con sus nietos. Y "lo que sea" incluye, por ejemplo, ir a la playa con Sol y estar una hora jugando juntos en el agua.
"Hoy en día el abanico de la abuelidad es muy amplio", explica el psicólogo y profesor titular de Psicología Social en la Facultad de Psicología de la Udelar, Juan Fernández Romar. Así, "puede haber abuelos de 40 años y otros de 80, que pueden seguir trabajando".
Margarita Azpiroz (74) es muy feliz desde que se jubiló. Porque, en el caso de los abuelos modernos, jubilarse no significa quedarse sin hacer nada. "Yo estoy disfrutando mucho de esta etapa", dice Margarita, abuela de Sofía, Camila, Bruno, Guillermo, Ulises, Valeria y Benjamín, y de sus sobrinos nietos, Lucía, Ana y Diego. De esta forma, Margarita, contadora, recuerda los últimos años en los que ejerció su carrera como un momento de "mucho estrés". Sin embargo, actualmente lleva una vida muy activa. Es profesora de yoga y da clases en un centro de meditación. "Por ahora lo hago los miércoles, pero quiero sumar otro día". Además, se perfecciona en yoga, tiene un grupo con el que estudian cine y se reúnen semanalmente en su casa. "Nos juntamos acá porque tengo esa televisión gigante y con ese cable conectamos la laptop y proyectamos ahí las películas", cuenta, mientras señala la tevé, el cable y la computadora con total naturalidad. También estudia literatura y, hasta el año pasado, aprendía idiomas en un club que decidió suprimir los cursos este año. Y está enojada por eso.
A sus nietos y a sus hijos los ve especialmente los sábados, cuando los reúne a todos en un almuerzo en su casa que, a esta altura, es un ritual. Antes lo hacían en lo de Luz, su hermana, pero desde que falleció, hace más de 10 años, ella decidió continuar con la tradición. De esta forma, los sábados en la casa de Margarita se come siempre lo mismo: el aperitivo, a medida que van llegando, el almuerzo, tallarines para los niños y otra pasta para los adultos, y el postre, que lo lleva su cuñado. "Entre semana no tenemos mucho tiempo, ellos están llenos de actividades y yo también. Mirá, tengo las cosas para tejer ahí y no me ha dado el tiempo".
De distinta forma, pero también con tiempo acotado, lo vive Cristina. Trabajó toda su vida como gerenta de recursos humanos en varias empresas y, desde que se jubiló se dedica a asesorar a empresas familiares, área en la que se especializó. "No tengo empacho en decir que yo no podría sería una abuela que me hiciera cargo de los nietos todos los días, hacerme cargo en el sentido de cuidarlos todos los días, yo no entro en ese esquema", explica. De esta forma, Cristina elige un día a la semana para estar con sus nietos. Disfruta del tiempo con ellos y, aunque sea "moderna", como toda abuela, los consiente.
Disfrutar juntos
Cuando Sofía (20) tenía 16 años, se fue de viaje con su abuela Margarita y Mini, amiga de su abuela. Estuvieron tres semanas juntas recorriendo Barcelona, París y Londres y "fue lo más", recuerda la nieta mayor. "La abuela y Mini se llevan re bien y eso me hizo pasar muy bien a mí. Hicimos de todo. Me acuerdo una noche en París que nos morimos de risa porque se nos hizo tarde para comer y salimos a buscar un lugar. Entramos y no había forma de hacernos entender. Mini hablaba un poco de francés, yo estaba aprendiendo y la abuela nada, estuvimos horas muertas de risa porque no sabíamos cómo decir lo que queríamos".
Margarita planea, "mientras la salud y la posibilidad económica" la acompañen, viajar con sus nietos cuando cumplan 15. De hecho, con su amiga ya tienen planeado el próximo viaje: Inglaterra, Escocia e Irlanda con Camila y Bruno. "Ellos están fascinados y nosotras también. Mini y otra de mis amigas son como dos abuelas más para ellos".
Pero viajar no son los únicos planes con sus nietos. "No puedo decirte todo lo que hacemos juntos", se excusa Margarita, sentada en el living de su casa, que deja en evidencia que es frecuentada por niños. El año pasado invitó a dos de sus nietos a hacer artesanías para regalar en Navidad. Bajaron un tutorial de Internet, ella compró los materiales y se pasaron todo diciembre pintando y creando.
—¿Qué otras cosas hacen juntos?
—Hacemos de todo. Fueron como dos etapas. Primero cuando Sofía era mi única nieta, que fueron seis años y con ella descubrí el mundo, pasábamos yendo al parque todos los días, íbamos a los museos, le leía cuentos. Cuando vinieron los demás, que fueron mucho más seguidos, empezamos a hacer de todo: jugamos a las cartas, leemos cuentos, hacemos deberes. Por ejemplo, el año pasado Guille tuvo que hacer un audiocuento, es decir, inventar una historia y grabarla con efectos especiales. Lo hicimos juntos y me fascinó.
La psicóloga Fanny Berger, autora del libro Ser abuelo hoy, sostiene que el papel de los mayores en la educación de los nietos es "muy importante, en estos momentos en los que está lleno de familias uniparentales, y los padres tienen una sumatoria de roles". Además, Fernández Romar explica que "en las últimas décadas en Uruguay aumentó la esperanza de vida y las tasas de natalidad han bajado. Esto, grosso modo, significa que hay menos nietos y que los abuelos viven más. De ahí que las relaciones que se pueden establecer entre abuelos y nietos son más duraderas y exclusivas".
Así, una de las cosas que Sol y sus abuelos disfrutan es de ir juntos a ver ballet, algo que a los tres les gusta mucho. Y, entre tantos ballets, un día, mientras caminaban desde su casa en Parque del Plata a la playa, a Juan Antonio se le ocurrió contarle un cuento de un pirata que quería ser bailarín. "Ahora cada vez que vamos caminando a la playa me pide que le haga un cuento distinto".
Además, se divierte llevando a sus nietos al cine. "No es que vaya al cine por la película que vamos a ver, sino por ver sus caras, eso se disfruta, es una experiencia que va más allá de la película en sí".
Distintos pero iguales
"Mi padre murió joven, a los 53 años, y ya era, no te digo un viejo, pero estaba en la tercera edad, trabajaba y todo, pero hoy en día si vos tenés la suerte de estar sano, hay muchos medios que te permiten que la calidad de vida se extienda mucho. Mi padre, por ejemplo, no hubiese sido capaz, si hubiera vivido, de tener 68 años y pasar una hora jugando en el agua con sus nietos", recuerda Juan Antonio. Y es que, la figura de los abuelos ha mutado en los últimos años para transformarse en personas activas que se adaptan a la vida de las nuevas generaciones e intentan interactuar con ellas.
"Los nuevos abuelos suelen ser más dinámicos y entre ellos y sus nietos se suelen dar relaciones más simétricas y con mayor interlocución", sostiene Fernández Romar. Además, el psicólogo asegura que "la incorporación de la mujer al mercado laboral, las exigencias del pluriempleo, los cambios en los arreglos de pareja y la aparición de nuevos modelos de familia han propiciado que muchos más abuelos se vean implicados en la crianza y educación de sus nietos, volviéndose una figura clave en el sostén emocional de esos niños".
De esta forma, Juan Antonio recuerda que la relación con su abuelo paterno era "mucho más formal" que la suya con Genaro y Sol. "Era un poco más distante, no tan franca, porque estabas inhibido de muchas cosas, los abuelos eran como una figura de respeto total", señala.
Y algo parecido dice Margarita sobre sus abuelos. "Yo los vi siempre muy ancianos, a pesar de que no lo eran. Yo tengo el recuerdo de mi abuela tejiendo siempre, enseñándonos a rezar, nos llamaba para rezar juntos, y ese tipo de cosas sí, pero jugar con ella, por ejemplo, no recuerdo".
Sin embargo, por más que el vínculo entre abuelos y nietos haya cambiado, por más compinches y cómplices que sean, la casa de los abuelos sigue siendo el lugar ideal donde encontrar la comida preferida. "En mi casa a veces los chiquilines desayunan con helado", se ríe Cristina.
Tecnológicos
Margarita creó un grupo de Facebook con sus hijos, sobrinos y nietos que funciona como un "gran álbum familiar". Se llama "Almuerzos", al igual que el grupo que comparten en WhatsApp. Desde una tablet muestra las fotos de sus nietos. "Ah, mirá, ahí les puse: Miren niños, porque encontré ese video en el que enseñan a dibujar todas esas cosas y ellos son de lo más creativos". Margarita, además de ser la fotógrafa consagrada de la familia, utiliza el grupo de Facebook para compartir con sus nietos recetas, recuerdos y videos. "Mirá, esta es una foto de mis padres que les puse para que ellos vieran", dice. Sofía, la nieta mayor, no escatima en elogios sobre las facilidades de su abuela: "Belcha debe saber más piques del iPhone que yo".
De esta forma, pareciera que los abuelos del siglo XXI se suman rápido a la vida tecnologizada de sus nietos, que no logran entender que cuando ellos eran niños no había televisión. "Los chicos de hoy en día son muy audiovisuales y que los abuelos se adapten a sus medios, ayuda mucho a que tengan un lenguaje en común", explica la psicóloga Berger.
Cristina también tiene redes sociales y usa WhatsApp. Cree que llevarse bien con la tecnología "acorta las distancias" entre ella y sus nietos. "Aprendo mucho de ellos, especialmente atajos, porque yo siempre voy por el camino largo para hacer todo, ya sea en el celular o en lo que sea".
Sobre la tecnología y las diferencias generacionales, Fernández Romar cree que "las nuevas tecnologías pueden ser una oportunidad de intercambio de saberes y enseñanzas entre distintas generaciones y además, en muchos casos en que los abuelos no viven próximos a sus nietos, Facebook, Skype o el e-mail se han vuelto una necesidad de comunicación y encuentran en estos instrumentos un nuevo modo de compartir en la contemporaneidad".
Juan Antonio habla de poner "me gustas" en Facebook. Tiene Facebook. Y tiene Twitter. Sin embargo, no usa demasiado sus redes. "Con Facebook, especialmente, soy medio particular, porque yo soy de una época en que la intimidad era otra cosa, el círculo era más chico, entonces a veces abro, miro, pongo algún me gusta, pero nada más".
El abuelo de Sol y Genaro reconoce que "no es difícil adaptarse y entender", pero asegura que aprende mucho de sus nietos. "Un día lo senté a Genaro y le dije: Yo te voy a reconocer una cosa, las cosas de las que vos sabés más que yo: dinosaurios, pokemones, superhéroes, Netflix y YouTube. En eso yo te hago caso a vos, en todo lo demás, vos me hacés caso a mí". Genaro lo miraba. Y se tomó en serio las palabras de su abuelo. "Ayer se sentó al lado mío y me pidió que le pusiera algo en Netflix, y me dijo: Mirá que yo lo sé hacer, eh, te digo para que vos aprendas".
La adultez que genera sensibilidad
"A Sol, mi nieta, le enseñé a andar en bicicleta, agarrándola del asiento. Y después jorobaba: yo lo hago por interés a esto, me convierte en inmortal porque cuando yo esté bajo tierra ella se va a acordar de que el que le enseñó a andar en bici fue el abuelo", se ríe Juan Antonio Pérez.
"La abuelez es un disparador que enciende varios circuitos: el abuelo se acuerda de cuando él fue padre y de cuando él fue nieto. Eso genera una hipersensibilidad en la adultez y los lleva a aprovechar con sus nietos cosas que quizás no pudieron hacer con sus hijos.", explica la psicóloga Fanny Berger.
Adaptarse a nuevos valores
"Nosotros tenemos algo claro para educar a los chiquilines: no existen las diferencias entre nenas y varones", dice Cristina sobre sus nietos. Así, considera que los valores con los que la educaron a ella han variado y, aunque se ha adaptado a los cambios y está de acuerdo con ellos, muchas veces necesita que sus hijas le "recuerden" algunas cosas. "A veces hay cosas en los comentarios que yo hago, con las que me doy cuenta de que todavía estoy teñida por cosas de mi niñez. Fui a un colegio de monjas solo de mujeres, lo más aburrido que te puedas imaginar". En este sentido, la psicóloga Berger explica que es necesario que los abuelos puedan tener una relación de diálogo con sus nietos para poder dar sus opiniones y transmitir valores: "Desde el respeto y el amor los abuelos tienen que dar su opinión, pero sin pasar por arriba los roles de los padres".
Educar a los nietos teniendo en cuenta a los padres
"Los abuelos tienen dos funciones fundamentales: la de transmitir valores y la de transmitir la historia familiar, para generar en los nietos un sentido de pertenencia", explica la psicóloga Fanny Berger. Sin embargo, aclara, es necesario que los abuelos se mantengan en un segundo plano, entendiendo que pueden complementar carencias afectivas en los nietos, pero siempre teniendo en cuenta, aún en el disenso, que los padres son quienes deben estar en el primer plano.
"Cuando sos abuelo sabés que la educación de tus nietos no depende de vos, es decir que no tenés que ser la autoridad todo el tiempo, no tenés que poner los límites", dice Juan Antonio, y reconoce que es "disfrutable consentir a los nietos" siempre que puedan.
Y lo mismo le sucede a Cristina. "Tenemos una línea en toda la familia para educar a los chiquilines, pero cada visión de la vida es distinta. Ellos saben que en la casa de los abuelos pueden hacer cosas que capaz en su casa no pueden. Pero no se trata de inculcarles valores contradictorios, sino que para nosotros siempre es lindo hacerles los gustos a los chiquilines".
De esta forma, el psicólogo Juan Fernández Romar sostiene que el rol de los abuelos "puede llegar a ser un rol más distendido y disfrutable que la maternidad o la paternidad porque suele haber menos responsabilidad en la educación de los nietos. Además, en muchos casos los momentos para compartir con los nietos son cuidadosamente previstos y planificados como oportunidad de disfrute compartido". Así, por más "moderno" que sea el vínculo con sus nietos, Cristina tiene una premisa: "Ser abuelos inolvidables".