Envejecimiento y Vejez desde el campo de la psicología social, con especial énfasis en el trabajo con grupos, organizaciones sociales, procesos de de retiro laboral, educación para la tercera edad, participación ciudadana y políticas públicas.
Instituto de Psicología Social
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A veces me siento vieja y a veces no. Me siento vieja cuando me duele todo". "A los quince días que me jubilé, me agarré una gripe brutal". "La pregunta de ‘¿quién soy yo?’ A mí me mató. Es la primera vez en mi vida que realmente me puse a pensar en quién soy realmente".
Estas son algunas de las preguntas, reflexiones y recuerdos que surgieron durante un taller preparatorio para la jubilación organizado por la Facultad de Psicología, el Núcleo Interdisciplinario de Estudios sobre Vejez y Envejecimiento (Nieve), el Centro Interdisciplinario de Envejecimiento (Cien), y la Organización Nacional de Asociaciones de Jubilados y Pensionistas del Uruguay (Onajpu). Estos encuentros se llevaron a cabo entre los meses de julio y octubre del año pasado. Los resultados de esta primera aproximación dejaron en claro que para la mayoría de los asistentes la jubilación está cargada de connotaciones negativas. Y aún, más de fondo, las inquietudes planteadas por los participantes dejan entrever un arraigado temor al envejecimiento. La experiencia reveló que la mayoría de nosotros no está preparado para la desconexión.
La psicóloga Mónica Lladó, Directora del Instituto de Psicología Social de la Facultad y orientadora de los talleres, señala que en buena medida esa visión negativa de la jubilación tiene que ver con el "espacio simbólico del trabajo en un proyecto de vida". O, dicho de otro modo, para muchos el trabajo pasa a ser lo único importante en la vida. "Recordemos que, aunque (posiblemente) saludable, el trabajo es también, siempre alienante", apunta Lladó. "A veces, el efecto de esta alienación no se observa hasta el momento de la jubilación", agrega.
Para la mayoría, entonces, llegar a la jubilación es enfrentarse a una pérdida de sentido y de vínculos elaborados, a veces, durante toda la vida activa. "Datos recientes indican que entre 8% y 12% de los montevideanos mayores de 65 años tiene algún tipo de actividad que implica el encuentro con otras personas. Este dato es bajísimo, máxime teniendo en cuenta los cambios que se han ido operando en el tipo de relación que con cada persona se plantean las diversas organizaciones sociales", escribe la especialista en un artículo sobre el tema publicado en el ámbito académico.
En la experiencia de talleres Lladó logró detectar, entre quienes están próximos a jubilarse, a dos grandes grupos de personas. "Están los que vienen por su propia voluntad y los que vienen porque los mandaron", señala. Los primeros consiguen mayores resultados ya que "se apropian de una necesidad que no tenían y esto les permite encontrarse consigo mismos". Para los otros el camino es más cuesta arriba, ya que muchas veces ni siquiera han visualizado el problema. Llegan a la edad del retiro sin estar preparados para una nueva etapa en la vida y con ello todas las consecuencias negativas que apareja.
Lladó se especializó en el estudio de los procesos de envejecimiento. Desde ese ángulo encontró durante los talleres abundante material de estudio a partir de los testimonios directos de los participantes. "Uno de los temores mayores, y el que más me interesa desde el punto de vista profesional, es el que tiene que ver con volverse viejos, visto desde una perspectiva muy prejuiciosa, de convertirse en un inútil, de no servir para nada", dice la psicóloga.
"Desde una cuestión meramente corporal, uno tiende a asociar el cuerpo como algo útil para el trabajo, de algún modo el trabajo lo presentifica porque lo que hace es disciplinar el cuerpo", apunta Lladó.
Los propios concurrentes al taller terminaron analizando en voz alta la forma en que los discursos dominantes terminan por cimentar la idea de lo viejo como feo, inútil, desechable. "El mensaje que recibimos de todo lo que nos rodea es que lo que importa es todo lo nuevo, lo que es joven y lo que es bonito", sostenía uno de los participantes del taller.
"No existe una forma de envejecer ni de llegar a la vejez, depende de las significaciones culturales que se le asigne a la cuestión en cada contexto social y como cada colectivo y cada sujeto pueda devenir viejo", acota la experta.
Las personas mayores terminan por hacer propias las representaciones más negativas, por ejemplo cuando comentan "a esta edad no voy a hacer…", "esto ya no es para mí…", o la cantidad de epítetos con que suele "castigar" a una persona de la tercera edad: viejo verde, viejo gagá, amargado, reaccionario, podrido, y una larga y lamentable lista de adjetivos.
La carga adjetival se suma al imaginario y se ve potenciada por los problemas de salud cada vez más frecuentes en la edad madura. "Desde antes de los cincuenta y pico todos empezamos a tener nanas de algún tipo, pero simplemente no les damos importancia. Estamos muy ocupados con nuestra actividad, nuestra vida social y la salud queda relegada. Pero cuando llega la jubilación y no hay otras cosas que hacer las nanas pasan al primer plano", explica Lladó.
La psicóloga recuerda un caso que pudo ver de cerca por razones profesionales. Se trataba de una médica que cuando le llegó la edad debió jubilarse. "Al poco tiempo se volvió hipocondríaca, todos los días tenía un síntoma distinto", recuerda Lladó. Durante la terapia se evidenció que, apartada de su rol principal durante toda su vida, había comenzado a sentirse sola. "Lo que necesitaba era tener afectos, que se lo demostraran, ser tenida en cuenta", señala.
Pero muchas veces la desazón y los sentimientos negativos respecto al retiro son directamente provocados por el propio entorno laboral. Lladó atendió varios casos de funcionarios de la Universidad de la República, pero recuerda uno en particular. "Un día me encontré con una vieja funcionaria, con toda una carrera hecha y una capacidad de trabajo increíble. Estaba aburrida, no sabía qué hacer. ¿Qué había pasado? Como estaba próxima a la jubilación sus jefes creyeron que le harían un favor si la ascendían y la colocaban en un puesto donde no tendría que hacer nada. Y lo que consiguieron fue que se sintiera una inútil y llegara al final de su carrera totalmente desmotivada. Lamentablemente esto es muy común, generalmente los mandos o las empresas no se dan cuenta de lo que pierden cuando jubilan a un empleado", relata.
La investigación reveló que aún queda mucho por hacer para convertir el retiro en una nueva y rica etapa de la vida.
La sociedad uruguaya envejecerá cada vez más.
"La jubilación es un fenómeno que en Uruguay tiene gran importancia a partir del hecho significativo que es el crecimiento de la población de adultos mayores que va del 8% en 1950 al 13% en 1996, con proyecciones del 20% para el año 2050", señala un pasaje del estudio hecho por la asesora en Seguridad Social, Claudia Sirlin. El trabajo identifica cinco actitudes corrientes ante la jubilación: la aceptación, el rechazo, la liberación, quienes ven una oportunidad, y quienes tienen una actitud ambivalente ante este hecho.
La cuestión del tiempo libre.
¿Qué hacer con el tiempo libre? Es la pregunta que puede llegar a convertirse en flagelo para quienes han vivido inmersos en su trabajo durante buena parte de sus vidas. Es, además, uno de los temas más acuciantes de los que surgieron en los talleres. "Al profundizar acerca de por qué afirman que el tiempo libre es una mentira, dicen que la forma en la que una persona va a ocupar ese tiempo libre (las 10 horas), dependerá de la manera en la que se condujeron en las etapas previas de su vida", señala el informe. Sin embargo, al avanzar en los debates se vio que aunque no se hubieran realizado determinadas actividades en la etapa previa, estas podrían iniciarse en la etapa de retiro con renovado interés. Se trata de "adueñarse de las cosas que vas a ir desarrollando", fue la conclusión de uno de los participantes.
El foco en la preparación.
"Lo que trabajamos mucho son las estrategias y la capacidad de poder generar nuevos vínculos", explica la profesora Mónica Lladó, a propósito de los talleres. La experiencia recogida durante esos meses llevó a la docente y su equipo a evaluar la posibilidad de una nueva etapa. "En principio vamos a trabajar más enfocados en lo previo, por eso estamos pensando en hacerlo con los jefes de personal y la posibilidad de ir capacitando a mandos del sector privado para que hagan a su vez una tarea de difusión", señala Lladó. "De algún modo queremos generar conciencia en los trabajadores y en los empresarios de lo que significa la jubilación", agrega. O dicho de otro modo, empezar antes para mitigar toda la carga negativa que trae la desconexión con las actividades que han sido centrales durante toda una vida