Aspectos vinculados a la psicología y familia.
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Un ideal cada vez más cuestionado, pero que aún conserva vigencia y rige gran parte de nuestras relaciones.
¿Qué es el amor? Definirlo es más para titanes, —por la dificultad de la tarea— que para nosotros, los simples mortales. Solo si nos atenemos al diccionario, esa herramienta para al menos aprehender ideas y conceptos a través de nuestra lengua, hay hasta 14 definiciones. El amor, en ese libraco de la Real Academia Española, es tanto “un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser, como una “tendencia a la unión sexual”, entre otras definiciones. Tantas opciones, más que dar claridad, enturbian la respuesta a aquella pregunta del genial Raymond Carver: ¿De qué hablamos cuando hablamos del amor? Pero para la cultura que reconocemos como hegemónica, la Occidental, el amor es -principalmente- el que nos legaron los románticos. De ahí, la asociación casi indisoluble entre una palabra y otra.
En una sociedad que muchas veces se refleja, y a la vez se alimenta del consumo de entretenimiento, el surgimiento de una serie como You —uno de los últimos lanzamientos de Netflix que rápidamente se volvió tendencia y tema de debate en las redes— pone sobre la mesa tópicos como la obsesión, la sobreexposición pública y nos interpela sobre ese ideal.
En la serie, el protagonista Joe conoce a Beck, una chica perfecta ante sus ojos. Se obsesiona con ella y hará de todo para conquistarla. Según él, va a “protegerla”. Porque él se percibe como todo lo que ella necesita. You es un buen puntapié para revisitar un concepto que para algunos ya debería haber caducado, pero que para otros sigue vigente.
Un amor ideal
“La leyenda de esta joven fuente dice que si se coloca un candado con las iniciales de dos personas que se aman, volverán juntas a visitarla y su amor vivirá por siempre”, se lee en la esquina montevideana de Yí y 18 de Julio, abarrotada de candados con iniciales. La postal se repite en Francia, Australia, Estados Unidos, Alemania y así se podría seguir hasta hacer un Atlas de un sentimiento que, para muchos, sigue necesitando de algo que encierre, que fije las sensaciones humanas. El candado es uno de los más contundentes símbolos del amor romántico. A esa postal podríamos acompañarla de otras frases dignas de esa idea. Para algunos, amar es encontrar el “alma gemela”; otros esperan “la media naranja” y poder vivir para toda la vida con ese ser especial. “Todos tienen su propio destino, pero no todos deciden seguirlo. Por suerte, yo lo hice”, dice Logan (el personaje de Zac Efron) en Cuando te encuentre, una de las 11 películas basadas en los libros de Nicholas Sparks, ese autor tan consumido a nivel popular. El destino de Logan —como suele suceder en la fórmula de Sparks— era una chica. La fórmula se repite fuera de Sparks y ya desde Tristán e Isolda y pasando por Romeo y Julieta hemos escuchado y leído esas historias de amores eternos y almas gemelas. El modelo del amor romántico sigue presente y no está solo en la pantalla, sino que prospera en los ideales amorosos de unos cuantos.
En la cultura occidental
Leyendas detrás de este amorEn entrevista con El País de España, la escritora especializada en teoría de género Coral Herrera Gómez cuenta que si bien lo romántico que conocemos hoy en día viene del siglo XVIII, “la idea se gestó en los orígenes de la cultura occidental”. Menciona a Zeus y Hera. Él con el objetivo “de ponerle los cuernos a su mujer. Ella, con la meta de evitarlo, vigilar a su esposo y castigarle cuando es infiel”. Después está el amor cortés de la Edad Media y el amor ideal que lleva a la muerte a Tristán e Isolda.
“Todavía se sigue creyendo en él a rajatabla”, sostiene Teresa Herrera, socióloga y referente feminista. “Está arraigado en las ficciones que transmiten los medios que refuerzan los estereotipos, pero también en la educación, en los cuentos tradicionales. Yo diría que este mito está casi en nuestro ADN. Es parte de la cultura y va a tardar en modificarlo”, añade. Aún así, Herrera cree que en el discurso políticamente correcto el planteo del amor romántico —y todo lo que conlleva— se ha cuestionado. Pero ese ideal sigue estando en las aspiraciones de la vida cotidiana, arraigado en el imaginario colectivo.
Sobre este asunto escribe y enfatiza la psicóloga colombiana Verónica Reyes en su web y redes sociales. Consultada por Domingo, dice que el amor romántico es la percepción que todos tenemos de este sentimiento. De todas formas, aclara que aunque se perciba como una concepción íntima y personal, tiene más que ver con lo que hemos aprendido en el proceso de socialización. Para ella, “son una serie de valores y percepciones impuestos e interiorizados que se confunden con la experiencia individual del sentimiento”.
Jorge Cohen, psicólogo y docente en la Facultad de Psicología de la Universidad de la República, explica que esa concepción de la cultura occidental viene desde el siglo XVIII, cuando se une el amor al matrimonio y pasa a “predominar el vínculo afectuoso en la conformación de la pareja sobre las alianzas familiares”. Respecto a esto, Reyes añade que en esa confluencia de amor y casamiento también está la convicción de que la unión entre un hombre y una mujer es necesaria porque nos complementamos. La mujer es dulce, tierna, delicada. En el hombre está la fuerza y la protección de la mujer que, según esta manera de verlo, sería indefenso. Desde la antropología, hay quienes han hablado que en la cultura occidental el amor se ha convertido en uno de los principales motores de la acción humana. En Claves feministas para la negociación en el amor, la antropóloga Marcela Lagarde escribe sobre “una cultura que coloca al amor en el centro de nuestra identidad”.
Deconstruir
Para empezar a deconstruir este complejo y antiguo entramado cultural y social, dice Herrera, hay que romper con la idea de que “nos completamos”. Una imagen tan arraigada que hasta está presente en una de las 14 formas de definir el amor según la RAE: “Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear”. El problema con esa noción está en que “solo sos una persona completa si tenés amor romántico”, como explica la socióloga. Y sí: aunque Herrera reconoce que los últimos cien años han sido de avances en cuanto a los roles y aspiraciones, hay variables geográficas, etarias y de clases sociales que alteran la percepción del asunto. Herrera añade que por más que en “algunas clases sociales está mucho más relativizado, y la maternidad se posterga” —porque muchas mujeres primero estudian, trabajan y recién ahí empiezan a plantearse ser madre— “todavía está el mito de que si no tengo una familia no soy una persona completa”. Además menciona que en Uruguay aún hay lugares donde se divide entre mujeres buenas y malas, las que son para casarse y las otras, una discriminación que se desprende de la concepción romántica y patriarcal.
"YOU"
Las representaciones en la pantallaLa serie You ha despertado el debate mediático respecto a los vínculos, a la idealización y a la posesión en las relaciones amorosas. Pero no es la única producción que se aggiorna a los vínculos. Love, otra serie de Netflix que tuvo su última temporada en abril de 2018, ya planteó las relaciones más reales, con sus blancos y sus negros, pero donde se mostraba a las dos partes de la pareja con sus individualidades, con sus crecimientos y sus fracasos en los rubros de la vida, y donde se exponía la toxicidad de los celos, por ejemplo. También otro estreno reciente, Sex Education, que en tono de comedia plantea una adolescencia sexualmente más libre, donde se exponen tabúes y se relativiza, se cuestionan los estereotipos ligados a la lógica sexual del amor romántico. Las comedias de amor, también se ponen al día, y dejan de lado el relato de “chico poderoso conoce a chica indefensa”.
Jorge Cohen, psicólogo, comenta que en un curso de familia que imparte suelen mirar comedias, las considera parte del “termómetro de la vida” y opina: “Han cambiado, juegan con los roles más o menos esperados por la sociedad, y hablan sobre las opciones que hay desde la sexualidad y veo cómo se han integrado diferentes modelos”. Aún así, los especialistas consideran que todavía hay mucho para avanzar en cuanto a las ficciones que llegan al público masivo. “Los medios todavía refuerzan los estereotipos y los cuentos tradicionales”, afirma la socióloga Teresa Herrera.
Desde su experiencia en la terapia de pareja, la psicóloga y autora del libro Transformar la pareja, Roxana Gaudio Pereyra responde que desde la salud mental es muy importante entender que aunque está bien construir un proyecto junto a otra persona, nadie te completa. “Uno tiene que estar bien con uno mismo y sostenerse como para poder generar un vínculo sano con el otro. Porque si el otro viene a complementar y falla o se equivoca, te vas a sentir vacío y limitado. También le estás asignando al otro un papel que no tiene”.
Entre los muchos otros mitos construidos alrededor de esta forma de amor, para Jorge Cohen lo del “amor para toda la vida” es complicado, porque viene atado al “te quiero y sos mía”, a la idealización que hacemos del otro y las expectativas de cómo pensamos que debe ser en una relación. “La violencia de género viene por ahí, ‘porque sos mía’ y el otro se enloquece si esa persona no se comporta como lo estipulado o esperado”, reflexiona. Herrera considera que también es cuestionable lo del “alma gemela”: “Si es mi alma gemela y me quiere dejar, empiezan los problemas. Del lado de las mujeres está la depresión, la angustia, y del lado de los varones, la violencia y todo lo demás”.
En el podcast Vida real, Verónica Reyes enumera otras de las tantas creencias que cuestiona: que “el amor duele” entonces hay que soportar; que hay una “media naranja” y sin ella no soy un ser completo; que si hay celos hay amor; el mito del emparejamiento, que enseña que “tener pareja es algo natural, universal y necesario”; el de la exclusividad por creer que solo se puede amar a una persona a la vez”.
En el otro polo
Ya no es novedad el concepto que el sociólogo polaco Zygmunt Bauman acuñó en 2003 para describir lo que para él eran las relaciones y los vínculos en la sociedad posmoderna. En Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, Bauman habló de la falta de solidez que hay en las relaciones en general —no solo en las amorosas—, en vínculos que describe como fugaces, superficiales y con un compromiso cada vez más cuestionado, producto, en parte de una tendencia hacia el individualismo. Teresa Herrera ve esta descripción como el otro extremo de la actualidad.
Las parejas construidas en igualdad
Los cuatro especialistas consultados están de acuerdo en que las relaciones más sanas se construyen en un plano de igualdad. Debe haber respeto por las individualidades, además del apoyo mutuo y el proyecto en conjunto. Jorge Cohen cita al sociólogo inglés Anthony Giddens y su concepto de “amor confluente” que conlleva a una “relación pura”: “Personas en un plano de igualdad que deciden mantener una relación, pero comprendiendo que probablemente no sea una para toda la vida, aunque puede serlo si se quiere. Se busca el interés de las dos personas, donde es importante lo sexual como un lugar de igualdad, de legitimidad para la búsqueda de placer y se asume que hay parejas del mismo sexo”. Para Verónica Reyes, también es importante observar los gestos. Que las flores, el anillo de compromiso o los regalos desmesurados no traigan implícito un mensaje de “el otro me necesita”, sino que sea desde la igualdad. Y donde la fortaleza y la dulzura sean capacidades y derechos de todos.
“Por un lado tenés el amor romántico que todo lo puede. Y por el otro lo líquido, lo intrascendente, la falta de compromiso, el ‘todo vale’. A la gente se la seduce y se la tira. La sociedad actual está navegando entre esos dos extremos y en realidad por lo que dicen los psicólogos, ninguno de los dos modelos nos hace feliz”.
En esto concuerda Gaudio. Aunque remarca la postura de estar bien con uno mismo, cree que muchas veces esa búsqueda de estabilidad individual, realización propia y una vida fuera de la pareja hace que el vínculo se pierda de vista y se descuide por completo. Las parejas van en paralelo y no comparten más que las responsabilidades, el disfrute queda totalmente por fuera. “Estamos en un período en el que pasamos mucho por el lado de ‘lo que quiero’, ‘lo que necesito’, ‘lo que me sirve’ y a veces hasta se habla de los vínculos desde un lugar de lo utilitario. Cuando volvés a mirar al otro ya es demasiado tarde o incluso a vos ya no te pasa lo mismo”, reflexiona.
Construir
Como alternativa al amor romántico, Reyes propone el “amor libre, maduro y compañero”. Para que eso sea posible, es esencial entender qué es mandato y qué es genuino de nuestra parte a la hora de concebir una relación. Porque “hay que levantar el proyecto de pareja a partir de creencias propias”. La libertad está en el poder estar con alguien sin la sensación de estar en deuda, permaneciendo en un vínculo desde la elección y desde la posición de igualdad. Para todo eso, recomienda hacer “una labor individual de cuestionamiento y de introspección”.
Gaudio opina que para alcanzar ese tipo de vínculo, hay que entender al sentimiento, y también al otro como ser humano, alejarlo de la idealización. “Crecimos con la ilusión de que hay pociones mágicas y amores indestructibles que permanecen intactos de una forma idealizada. Pero chocamos de frente con la realidad de que el amor es un sentimiento que tiene bastante más de humano que de mágico”, escribe en su libro. Queremos que el amor fluya y que sea una eterna sensación de mariposas en la panza, pero la realidad es que eso no permite aterrizar y estamos siempre anteponiendo las expectativas altas e idealizadas.
En esta línea, también hay que saber que el otro puede fallar, que nosotros podemos cambiar, y que la relación que mantenemos no tiene por qué ser para toda la vida. Las rupturas, como explica Gaudio en Transformar la pareja, implican un duelo: “La decepción es natural porque cuando uno empieza una relación y le gusta, espera que perdure en el tiempo”. Pero también hay que desacreditar la idea de fracaso, que para Reyes está ligada al mito de que las relaciones deben ser para toda la vida. Herrera habla sobre la posibilidad de que haya amores para distintas etapas. “Es bueno que la gente tenga afectos, que tenga vínculos y que tenga relaciones sexuales. Todo eso es muy sano y bueno para el autoestima”, afirma y defiende el compromiso. Pero un compromiso en cual las individualidades se definan, y se compartan aquellos aspectos que se acuerden compartir, a sabiendas de que también está el derecho a no querer tener pareja o tenerla en formas diversas. Porque deconstruir el amor romántico no es tirar por la borda el amor y los vínculos, sino saber que ante todo está la igualdad y el respeto mutuo. “En el fondo todos queremos ser amados”, dice Herrera.
Mitos
Frases íntimamente ligadas al imaginario del amor románticoEn el podcast Vida real, la psicóloga Verónica Reyes reflexiona sobre el amor romántico y plantea una serie de frases que son mitos de ese ideal.
“La media naranja trae consigo la creencia de que hay solo una persona con la que debemos estar, que nos completa y que no somos suficientes por nosotros mismos.”
—“El alma gemela genera una idealización que causa grandes expectativas e igual de grandes decepciones”.
—“El mito del emparejamiento plantea la pareja como algo natural, universal y necesario para completar el sentido de mi vida”.
—“El mito del libre albedrío hace pensar que nuestros sentimientos amorosos son sumamente íntimos y personales y no percibimos que están condicionados por estructuras heredadas y aprendidas”.
—“Si no me cela, no me quiere, es una frase que positiviza la posesión en el amor”.
—“El amor duele es una frase que viene del dolor de los poetas, pero que hoy en día es peligrosa para las relaciones de maltrato”.