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"El bullying homofóbico “permea” al sistema educativo en todos los contextos económicos y “se acentúa” en colegios religiosos"

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Temática
Heteronormatividad, bullying, adolescentes, educación secundaria
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Conductor/a - Periodista
Juan Pablo Mosteiro
Entrevistado/a o mencionado/a por Facultad
Fecha
FUENTE
https://www.busqueda.com.uy/Secciones/El-bullying-homofobico-permea-al-sistema-educativo-en-todos-los-contextos-economicos-y-se-acentua-en-colegios-religiosos-uc45539

Las instituciones privadas católicas “parecen ser, en términos generales, las que más violentan a sus estudiantes LGTB”, según una investigación de la universidad estatal

“Cuando entré al liceo fue horrible, en mi primer año me acuerdo de que pasaba llorando todo el día porque no quería ir… Me ponían carteles en la espalda, tipo, me dibujaban penes, me ponían ‘gordo puto’..., y ta, pasaba llorando...”, rememora un joven, hoy egresado del sistema educativo público. Otro exliceal dice: “Yo era normal, pero un poco afeminado...”. Y otro: “Si quería podía intentar no ser afeminado, pero tenía un compañero que era negro, homosexual y gordo, (él) estaba en el horno...”.

Testimonios como estos surgen del informe Heteronormatividad en Enseñanza Media. La percepción de los adolescentes de Montevideo, difundido a principios de noviembre por la Facultad de Psicología de la Universidad de la República (Udelar) y publicado en la revista Athenea Digital de la Universidad de Barcelona, España.

En él, decenas de adolescentes y jóvenes del sistema de educación pública y privada uruguayo afirmaron que sigue existiendo “mucha discriminación” en los centros de estudio y que se dirige sobre todo contra aquellos que se alejan de la “norma”, quienes son “diferentes”, ya sea por su identidad o apariencia sexual, por su estado físico o por el color de su piel.

“La heteronormatividad estructural y el bullying homofóbico institucional del sistema educativo formal permea todos los contextos socioeconómicos y se traduce en discriminación, estigmatización y varias formas de violencia como condicionantes de la exclusión escolar de alumnos de enseñanza media, promovida por los pares, y en algunos casos alentada por la propia institución”, resumió a Búsqueda el psicólogo Gonzalo Gelpi, autor junto con su colega Diego Montes de Oca de esta investigación financiada por la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) de la Udelar, que tomó como base el estudio Bullying homofóbico y exclusión en Ciclo Básico: Indagando en las experiencias de varones adolescentes de liceos públicos y privados de Montevideo.

Los autores señalan en su informe que existen diferencias en los niveles de bullying homofóbico, “especialmente en el sector privado de la educación” y más aún en los colegios religiosos.

“Las instituciones privadas católicas parecerían ser, en términos generales, las que más violentan a sus estudiantes identificados como gays, trans, bisexuales o lesbianas”, aseguró Gelpi, docente en el Programa de Género, Sexualidad y Salud Reproductiva de la Facultad de Psicología estatal. Para explicarse citó actividades como catequesis o los campamentos de retiro, donde “suele construirse una normatividad en materia de género y sexualidad, que es un discurso excluyente de otra realidad”.

A pesar de que Uruguay es reconocido internacionalmente por ser un país gay friendly y cuenta con leyes que aseguran la igualdad de derechos de lesbianas, gays, trans y bisexuales (LGTB), “en la vida cotidiana estas personas sufren la homofobia, y uno de los espacios donde este fenómeno se manifiesta con mayor claridad es en el cotidiano escolar a través del bullying directo”, según el informe. Lo que predomina es la violencia verbal por parte de agresores que “suelen ser varones que comparten atributos asociados a la masculinidad hegemónica”, añade.

El bullying suele expresarse en burlas, insultos, ridiculización, rumores e intimidaciones dentro de los edificios escolares, y puede ir hasta la agresión patrimonial y física: empujones, golpes, robos o destrucción de pertenencias.

“Los casos de violencia más graves, como los delitos de lesión o de agresión sexual, que incluyen ‘favores sexuales’, tocamientos y sexo oral dentro del espacio educativo, suelen terminar en la Justicia”, indicó Gelpi. Pero para este experto es el propio sistema educativo el que debe encontrar sus mecanismos para resolver este tipo de problemas sociales antes de llegar a extremos y señaló la falta de protocolos de prevención y de sanción de estas acciones.

Para la investigación, los autores consideraron una muestra compuesta por una veintena de adolescentes varones de entre 12 y 19 años, residentes en Montevideo, que cursaron el ciclo básico de educación media en centros públicos y privados de Montevideo entre 2016 y 2018, pero con información actualizada a 2020, considerados víctimas de bullying homofóbico y que presentaron una interrupción temporal o definitiva de sus trayectorias educativas por discriminaciones, maltratos y abusos entre pares en el espacio escolar.

La franja etaria de mayor riesgo para padecer bullying va de los 11 a los 14 años, pero resulta “difícil” medir con precisión la prevalencia de bullying homofóbico porque no todas las personas que lo sufren son LGTB ni todas las personas autoidentificadas como LGTB lo padecen ni lo informan.

No obstante, “todo indica que mayoritariamente suele producirse en la adolescencia temprana y media” e impacta en la vida económica de la persona, dijo Gelpi: “Si me desvinculo del sistema educativo a los 14 o 15 años y luego no retomo los estudios, lógicamente, mis oportunidades laborales a futuro serán peores”.

¡De eso no se habla, m’hijito!

Uno de los grupos más afectados por el bullying homofóbico son los estudiantes identificados por sus pares y también por las autoridades educativas como “distintos” o “raros”. Así, las trayectorias educativas de estos adolescentes resultan atravesadas por desigualdades y exclusión escolar.

“Hablamos de exclusión, no de abandono ni de deserción, porque eso es echarle la culpa al alumno que es expulsado del sistema. Si se produce una desvinculación es porque la institución lo permitió”, aseguró Gelpi. Y añadió que las autoridades educativas suelen desmarcarse de estos asuntos o minimizarlos. “Dicen que ‘son cosas de chicos, propias de la edad, que los adultos no deben intervenir’. ¡Error! Acá hay consecuencias físicas, psicológicas y psicosociales a mediano y largo plazo. Acá hay tentativas de suicidios y suicidios”, dijo el experto, y apuntó a la falta de formación docente sobre este tipo de bullying.

“Hay profesores y directores que solo intervienen si lo tiraron por la escalera y aparece con el ojo bordó”, dijo. Y también refirió al caso de un joven que, al expresarle su orientación sexual a una profesora en clase (de Educación Sexual), obtuvo como respuesta: “¡De eso no se habla, m’hijito!”.

A eso se suman “sanciones diferenciales” dentro del centro educativo. “Si hay una parejita de un varón y una nena de la mano o besándose no pasa nada, es un ‘viva el amor’. Pero si son dos chicos, enseguida: ‘Acá no lo hagan, por favor’, o ‘eso no corresponde’, por lo que el lugar que les queda es esconderse en el baño, mientras la institución controla y vigila para que eso no sea visible”, ilustró.

Este fenómeno “no solo viola derechos humanos fundamentales de ‘los cinco gays o cuatro trans del liceo’, sino que al estar expuestos a ese tipo de violencia en forma continua no deja de impactar en toda la comunidad educativa de forma muy nociva”, advirtió Gelpi, que trabaja en clínica con estas comunidades.

Además, “la expresión de género es un condicionante bastante más fuerte que la propia orientación sexual”, explicó. “Es decir, al final del día no nos importa tanto con quién nos acostamos, sino el no violar las normas de género”, afirmó, y puso un ejemplo: “Si un adolescente gay juega al fútbol 5 probablemente esté mucho más a resguardo de la violencia escolar que otro chico que hace ballet, que puede incluso que sufra un bullying homofóbico, aunque no sea gay”.

El psicólogo sostuvo que “la noción de normalidad pesa durante todo el ciclo de vida, pero especialmente durante la adolescencia, que es cuando se juegan roles importantes en la constitución identitaria y la reafirmación de las masculinidades”. De ahí, se explica “el temor a ser diferente, a ser visto y categorizado como raro, y toda la energía psíquica que implica para los jóvenes intentar pasar desapercibidos o desapercibidas por el sistema”, indicó.

El estudio también advierte sobre el ciberbullying o acoso digital a través de las redes sociales, un fenómeno que se retroalimenta del bullying tradicional, físico, ahora en auge por efecto de la pandemia del Covid-19.

Según los autores del estudio, “tras escuchar los relatos se puede concluir que aún hay horrores impronunciables y que esto es la punta del iceberg” de un problema mayor.

Gelpi relató a Búsqueda que en medio de una entrevista un chico le planteó: “Necesito saber si hay en Uruguay alguna ley o protocolo que impida que otros chicos pasen por lo que me tocó pasar (...). Me decían puto, gay, trolo, traga…, todo, te hacían quedar remal... Te rehumillaban y vos no sabías qué hacer, si pegarles, si no pegarles, si reírte con ellos, dejar de reír y llorar… Lloraba todas las noches”.

 

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