La sociedad de la información debe ampliar sus puntos de vista sobre el acceso a los materiales de estudio a través de las fotocopias y de otros instrumentos, sostiene el ingeniero Ernesto Spinak en este artículo que aquí reproducimos. Spinak se ha especializado en informática y archivo de documentación y es asesor internacional en la materia
En los últimos días ha surgido una vez más el problema del fotocopiado “industrial” de libros usados en la educación, en particular la educación superior. Ese es un viejo problema que ya existía desde cuando yo era estudiante hace más de 30 años atrás y que sigue sin solución. Han surgido iniciativas que juntan firmas para declarar la “necesidad social” de otorgar derechos para fotocopiar libros editados por empresas que legítimamente los producen y comercializan, que representan más de 1.200 personas que trabajan en ese ramo y razonablemente reclaman que se protejan sus derechos. Es que la “necesidad social” de algunos grupos afectan la “necesidad social” de otros grupos, porque tanto el acceso a la educación como la protección del legítimo trabajo son “necesidades sociales”.
Desde mi punto de vista y experiencia de trabajo de muchos años, entiendo que el problema no se resuelve por la tradicional piratería de las fotocopiadoras, ni la expropiación de los derechos editoriales o “socialización” de los libros, sino por una política que siga las siguientes líneas de acción que expongo brevemente. Para ampliar mis explicaciones al final de la nota agrego algunas referencias que pueden encontrarse en Internet, varias en la Wikipedia, que en forma sencilla explican los conceptos.
Las soluciones ya existen en el mundo, funcionan, y se basan en los siguientes conceptos:
- “fair use”,
- Creative Commons,
- Acceso Abierto (Open Access),
- Repositorios digitales en Acceso Abierto, paso a explicar:
Fair use: (uso legítimo o razonable)
Ningún conjunto de derechos puede ser absoluto, por lo cual las excepciones y limitaciones son una parte importante de un sistema de autor que funcione eficientemente, y preserve los derechos democráticos del acceso a la información. La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual considera lo que se llama las tres libertades, pero queda a cargo de los países legislar sobre el tema. Desde nuestro punto de vista, el sistema anglosajón es el más adecuado para los problemas del acceso al material protegido para uso académico o informativo. Las excepciones que permite el “fair use” consideran: el propósito y carácter del uso; la naturaleza de la obra protegida; la importancia de la parte usada en relación al total de la obra; y el efecto económico sobre la obra. Lamentablemente en nuestra Ley 17.616 de los derechos de autor y derechos conexos, no fueron considerados en forma equilibrada estos intereses, o sea que el ámbito académico fue dejado de lado, y por eso en parte tenemos el problema que tenemos.
Creative Commons (CC)
Este es un tipo de licenciamiento de los derechos de la obra donde el autor indica las libertades que ofrece al público para usarla. La licencia CC no reemplaza el derecho de autor, sino que ofrece ciertos permisos como por ejemplo hacer copias y distribuirlas. Los atributos del derecho se desglosan en varios aspectos, siendo el más común la licencia (CC BY-NC-SA) que significa: “requiere referencia al autor original, no puede modificarla, puede distribuirla sin límites pero no puede usarse para fines comerciales”. Por ejemplo, la Wikipedia se edita bajo la licencia de CC. Hay 60 países en el mundo que tienen incorporado en su legislación el concepto de Creative Commons, pero en Uruguay, pese a que hay algunos grupos de personas que intentan incorporarlo, todavía estamos fuera de ese mapa. (vea el mapa de países que tienen CC)
Acceso Abierto (AA: Open Access)
El AA es el derecho de acceso sin necesidad de pago o registro a material digital educativo, académico, científico o cualquier otro material de interés público. Este movimiento internacional surge oficialmente de las declaraciones de Budapest de la Open Society, en 2002, y ha venido reforzándose progresivamente. La UNESCO en abril de este año resolvió que todas las publicaciones producidas por UNESCO estarían en AA y está impulsando que todo el sistema de Naciones Unidas haga lo mismo. Estados Unidos ha resuelto que a partir de agosto de este año toda la investigación financiada con fondos del gobierno deberá publicarse en AA en los próximos 12 meses, y para los 27 países de la Comunidad Europea será ley a partir de enero del 2014. En julio de este año, se calcula que el 50% de las publicaciones académicas en el mundo están disponibles en AA en los siguientes 18 meses de ser publicadas.
Existen más de 10.000 revistas académicas en el mundo en AA (DOAJ), y en particular destacamos la iniciativa regional de Scientific Electronic Online (SciELO) que publica desde hace 15 años más de 1.000 revistas académicas de todas las disciplinas científicas en forma totalmente gratuita, y desde este año también libros académicos electrónicos en AA (Uruguay forma parte de la red SciELO, aunque todavía no obtuvo la certificación de calidad). Sólo como muestra de una de tantas iniciativas en Uruguay, la Biblioteca Virtual de Psicología, en la que participan siete instituciones del área Psi, incluyendo la UdelaR y la UCUDAL, están disponibles más de 2.000 trabajos uruguayos a texto completo en AA. Digamos de paso, que la semana del 21 de octubre fue la semana mundial del AA, en la que se realizaron más de 300 eventos a través del mundo.
Repositorios digitales en acceso abierto
Los repositorios digitales abiertos es la forma más directa donde los profesores, investigadores, y todos los involucrados en la educación, pueden poner a disposición los materiales de clase, apuntes, presentaciones, reseñas bibliográficas, tesis, tesinas, proyectos, etc., desde donde los estudiantes pueden bajar a sus computadoras, teléfonos celulares, tablets, y cualquier dispositivo electrónico que pueda leer archivos en HTML, PDF, ePUB, etc.
Política bibliográfica y editorial de los centros educativos, en particular la educación superior y la investigación
Existe entonces material educativo y de investigación en el dominio público más que suficiente como para comenzar a cambiar las políticas bibliográficas y editoriales de las universidades públicas y privadas, así como los materiales para estudiantes liceales y escolares. Los profesores naturalmente deberán informarse qué documentación está ya disponible en Internet y en repositorios (en esta tarea pueden ayudarlos las bibliotecólogas de las instituciones), y si falta material podría o deberían producirlo. Incluso esta tarea de los profesores podría encararse como tareas contratadas y pagadas por las autoridades correspondientes, y luego liberarlas como CC y AA. Los alumnos disponen desde ceibalitas en las escuelas hasta tablets y notebooks en los niveles superiores. Todavía aquí, las fotocopiadoras podrían mantener un pequeño nicho de negocio bajando el documento electrónico, fotocopiando, y encuadernando con “rulos” producir el material necesario. Un estudiante en su casa, con una impresora de bajo costo que compra en el supermercado, y con dos paquetes de hojas A4, puede imprimirse todo el material básico de estudio que necesitará en el año. Y el resto puede obtenerlo en las bibliotecas, y para esto las instituciones deberán de cuidar que las bibliotecas tengan el apoyo material necesario.
Conclusión
Estamos en la Sociedad de la Información, en el Web 2.0, en los teléfonos inteligentes, pero nuestras pautas de estudio están ancladas en el siglo pasado. No tenemos una legislación de Propiedad Intelectual amigable a las áreas académicas, que sería necesario reformar con políticas del fair use, tampoco tenemos una política nacional que contemple los Creative Commons. Por otra parte, las instituciones educativas de nivel terciario, que han estado considerando los Repositorios Institucionales y Acceso Abierto desde hace por lo menos 10 años, si bien ya disponen algún material en Internet, todavía no han tomado acciones programáticas como política institucional donde se cubra sustancialmente todas las necesidades básicas de los estudiantes referentes al material de estudio.
Naturalmente que estas acciones no van a resolver el problema para este semestre, ni para los exámenes de fin de año. Pero si un problema persiste durante décadas sin solución, y entonces fuéramos capaces de resolverlo en dos o tres años, sería un avance espectacular.