A la ingeniera Ida Holz se la ha llamado la madre de internet en Uruguay. Ella, simplemente, dice que hizo su trabajo. Hoy, con 78 años y tras convertirse en la primera latinoamericana en entrar al hall de la fama de internet, quiere continuar el desarrollo de la web en Uruguay, ahora con una red de uso exclusivo para la investigación. “Yo soy una persona bastante impulsiva y además me enamoro de los proyectos”, le dijo a 180.
El 3 de agosto, Holz recibió la distinción de entrar en el "Hall of Fame" de Internet, una iniciativa de la Internet Society cuyo propósito es recordar a los pioneros y honrar a las personas que han sido importantes para el desarrollo y el crecimiento de Internet.
Ella lo vivió como un reconocimiento a América Latina. "Había que reconocer a alguien de la región y yo era la más vieja", dijo a 180 en su oficina del Servicio de Central de Informática Universitario (SECIU), que dirige.
Fue la responsable de introducir el correo electrónico en Uruguay a finales de los años 80. Y a mediados de los 90 bajo su influjo se desarrolló internet. "Yo consideraba que eso no era nada especial sino que era parte de mi responsabilidad", afirmó.
Este martes 27, Holz dará una videoconferencia en la Facultad de Psicología, a partir de las 19 horas en el Aula Magna de la Facultad de Psicología (Tristán Narvaja 1674, entre Uruguay y Paysandú).
¿Usted era consciente en el 87 u 88, cuando empezaron a trabajar en esto, que internet iba a llegar a significar lo que es hoy?
No, para nada. Primero no se llamaba internet sino correo electrónico. En el Instituto de Computación de la Facultad de Ingeniería habían comenzado a tener correo electrónico a través de Argentina. Como eso empezó a difundirse y comenzaron a pedir esa facilidad desde otros lugares, Juan José Cabezas que era el director del Instituto -a quien admiro mucho, mucho- me llamó y me dijo si me animaba a administrar esto para toda la Universidad y le dije que sí.
Me parecía necesario, había mucha gente que había vuelto del exterior, entre ellos los universitarios a los que nos había echado la dictadura. Era un elemento muy importante para que la gente mantuviera vínculos que había generado en otros lugares, sobre todo en las universidades. Recién en 1994 se difunde a la población toda.
¿Costó mucho convencer de la importancia de implementarlo en Uruguay?
Primero Antel no quería. No había empezado a trabajar en esas cosas y le pareció que eso era una competencia con la telefonía básica de la que ellos eran monopólicos. Nos regañaron mucho cuando empezamos a dar servicio. Decían que eso era competencia. Hoy seguimos con problemas similares.
En la Universidad hicimos una especie de trampa. Yo le dije al ingeniero Jorge Brovetto, que era el rector, que estábamos probando unas cosas pero no queríamos oficializarlo. Lo que hicimos fue mandar correos a uruguayos que estaban en el exterior estudiando para que nos mandaran su opinión sobre la necesidad o no de tener correo electrónico. Obviamente todos dijeron que era importantísimo. Con esos correos hicimos una carpeta y la mandamos al Consejo Directivo Central. Ahí fue cuando presentamos el servicio de correo electrónico. Fue muy aplaudido en ese momento. No podían decir que no.
¿Fue consciente de lo pionero de esa iniciativa?
No. Yo asumí un trabajo de dirección del Centro de Cómputos de la Universidad de la República y eso era lo que yo consideraba que tenía que ser el trabajo. Dar servicio de informática y luego de comunicaciones. Yo consideraba que eso no era nada especial sino que era parte de mi responsabilidad.
Yo soy una persona bastante impulsiva y además me enamoro de los proyectos. Además de que viví enamorada de mi marido (el artista plástico Anhelo Hernández), que por desgracia se murió, y estoy enamorada de mis hijos, me enamoro de los proyectos.
¿Qué uso hace hoy de la tecnología?
Yo tengo de todo. Teléfono inteligente, iPad, estoy cambiando las torres de mi casa por laptops porque me tiene muy cansada el cablerío. Tengo un notebook chiquito. Además tengo la computadora de mi esposo que hacía estampa digital y la voy a cambiar por otra. Ahí tenemos inventariado toda la obra de Anhelo y lo que queremos hacer es una especie de catálogo razonado para publicarlo en internet porque hacerlo en papel sería carísimo.
Una de las cosas que usted quiere promover en Uruguay es la creación de una red de uso exclusivo para la academia.
En todo el mundo hoy en día hay lo que se llama “la segunda generación de internet” que es una red que está dedicada a la academia y a la investigación, como fue en el origen, pero que tiene otras facilidades. El conocimiento se genera en las academias, no lo vamos a negar. Una red de este tipo sirve fundamentalmente para la investigación porque define prioridades. Por ejemplo si tu tenés que hacer un trabajo específico en un momento determinado, hoy en día en internet no lo podés hacer porque entrás en la cola. No nos olvidemos que el 80% del uso de internet es comercial. Realmente en este momento Uruguay es el único país que tiene dificultades para hacer eso en América Latina.
¿Cuáles son los frenos?
La dificultad es que tiene que ser una red separada de las otras pero sí se puede usar la fibra óptica que se está instalando. Hay que entender que eso es necesario, que es imprescindibles para el desarrollo del país, para el desarrollo de la investigación. Pero no se convencen. ¿Qué voy a hacer?
¿El problema es Antel?
El problema es en parte Antel. Pero Antel llegó a cotizarnos esa red pero no está convencida de que nosotros tengamos que administrar una red de esas, quiere administrarla. Ahí nos sacan de alguna manera la posibilidad de la investigación sobre la red porque dependería de Antel. Ese un tema. El otro es pagarle a Antel un monto bastante elevado por esa red.
Tanto en el origen de internet como ahora usted habla de crear organismos interinstitucionales, incluyendo a las universidades privadas.
No tiene sentido separarlas.
Esa característica suya no es tan común en el resto de la Udelar y en las universidades privadas.
Yo creo que en este momento sí. Se ve claramente la necesidad de cooperar. Fue difícil porque la Universidad tenía como una idea de exclusividad que se ha ido diluyendo. Hoy está clarísimo que las otras universidades valen, trabajan. Y sin duda los organismos de investigación que hay en el país, que son muy poquitos, son importantes.
Usted ha dicho que lo que más le interesa es la búsqueda de la equidad. ¿Cuál ha sido el aporte del Plan Ceibal -en el que ha trabajado- en ese sentido y qué cosas habría que hacer en esta área para fomentar esa equidad?
Yo creo que el Plan Ceibal tiene un fundamento pedagógico impresionante. Creo que los niños son pequeños investigadores. El rol de los maestros empieza a ser diferente porque está en incentivar eso, orientar, pero no en el sentarse y dar la clase en el frente. La cantidad de conocimiento que se adquiría de esa manera era muy reducida. Ahora cuando se le indica a los niños que busquen, generamos una actitud proactiva de los niños hacia el conocimiento y a eso hay que aprenderlo, no es tan sencillo cambiar la mente de los docentes. Alguien me dijo: “hace 400 años que se enseña de la misma manera, ¿cómo querés que cambie tan rápidamente?” Pobres niños... ¡400 años!
El Plan Ceibal llega a los niños que no pueden pagar un colegio privado. Y esos niños ya no quedaron fuera del mundo, de internet, tienen acceso pleno a eso. Además va a la familia. Eso me parece fantástico y se lo debemos al entusiasmo de Tabaré Vázquez y al equipo dirigido por Miguel Brechner.
¿Cuál sería el siguiente paso?
Creo que hay que profundizar el uso de las máquinas y el convencimiento de los docentes de que por ese camino hay un cambio importante.
Cuesta darse cuenta...
Cuesta pero va a entrar.
Uno piensa en un ingeniero y se imagina a una persona dura. Sin embargo sus ojos se llenaron de lágrimas en muchos momentos de la entrevista, sobre todo en las referencias a su marido.
Yo creo que el encuentro con Anhelo fue una bendición para mí, me dio cultura, conocimiento, amor por el arte. Yo en la adolescencia tenía dos amigos y uno de ellos nos enseñó a escuchar música. Teníamos 14 años e íbamos a los concierto. Así aprendí a escuchar música y encontrar un amor por la música que siguió después.
Después con Anhelo... Vivir con un creador es una cosa muy especial. Es un ser que todos los días está haciendo algo nuevo. Me acuerdo que volvía del trabajo y Anhelo me decía: “Vení a ver lo que hice hoy”. Me parece que eso es muy especial y creo que me enriqueció mucho. Mis lágrimas son porque no lo tengo.