Licenciando en psicología en el año 2015 en la Universidad de la República, se diplomó en Ciencias Sociales con mención en Género y Políticas Públicas en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) con sede en Argentina en 2016; posteriormente se recibió como magíster en Género, Sociedad y Políticas en esa misma casa de estudios en el año 2019. En la actualidad cursa un doctorado en en Sentidos, Teorías y Prácticas de la Educación, en Universidad Nacional del Litoral, (Argentina).
Actualmente es profesor ayudante del Instituto de Psicología de la Salud en el programa Género, Salud Reproductiva y Sexualidades desde 2014 y docente asistente de la Comisión Sectorial de Enseñanza (CSE), así como co-coordinador del Centro de Referencia Amigable (CRAm). Coordina la línea de investigación en diversidad sexo-genérica y salud. También es docente asistente en el Programa de Respaldo al Aprendizaje (PROGRESA, UDELAR) y es tutor docente en la FLACSO, Argentina.
Se ha involucrado en diversos proyectos de investigación y desarrollo, dentro de los cuales los más recientes son: “Bullying homofóbico y exclusión escolar en Ciclo Básico: Indagando en las vivencias subjetivas de varones adolescentes de Liceos públicos y privados de la ciudad de Montevideo”; “Las experiencias de atención psicológica de personas LGBTIQ+ en Montevideo”, como responsable de la propuesta; y “Adolescentes y sexualidad. Mensajes y relacionamiento afectivo sexual a través de las redes sociales”.
Su centro de actuación, interés y producción se ubica en en campo de la Psicología de la Salud, Género y diversidad sexual y salud sexual y reproductiva. Dentro de sus diversas publicaciones destacan los artículos arbitrados "Los riesgos de ser o parecer en la escuela: bullying homofóbico en Enseñanza Media en Montevideo (Uruguay)”, como autor; "Sexualidad y redes sociales online: Una experiencia educativa con adolescentes de Montevideo”, como coautor; y el libro “Salud y Diversidad Sexual: Guía para profesionales de la salud”, donde fue coautor.
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En el marco del Día Internacional de la Asexualidad, la diaria conversó con especialistas y personas asexuales para profundizar en el tema y conocer las vivencias y hablar de esta comunidad.
La asexualidad incluye una amplia variedad de experiencias de personas que lo que tienen en común es que sienten poca o nula atracción sexual. No existe una única definición y, en ese sentido, la vivencia de las personas que se identifican como asexuales ocupan un lugar central. Así lo explicaron a la diaria los psicólogos Gonzalo Gelpi y Nahuel Suñol, que han profundizado sobre el tema en el estudio Reflexiones acerca de la asexualidad a partir de dos experiencias clínicas en el Centro de Referencia Amigable (2021) de la Facultad de Psicología (FPsico) de la Universidad de la República.
Una forma de entender la asexualidad es como una orientación sexual, que refiere “al sexo hacia donde se siente atraída una persona de forma afectiva, romántica o sexual” y, en este sentido, “es dinámica, no está definida por las prácticas sexuales y tampoco es una elección”, Gelpi, que es docente en el programa Género, Sexualidad y Salud Reproductiva del Instituto de Psicología de la Salud de la FPsico. Desde este punto de vista, las personas asexuales pueden percibirse como heterosexuales, bisexuales u homosexuales y, además, marcar una diferencia con la castidad, que es una decisión. Por otro lado, también puede ser entendida como una identidad sexual, es decir, como una forma de presentarse en el escenario público “en tanto sujetos sexuados, para visibilizar una forma posible de existencia”, explicó el psicólogo.
Dentro del espectro de la asexualidad existen diversas identidades como la grisexualidad, que se refiere a las distintas subjetividades que se ubican entre la asexualidad y la alosexualidad –como se denomina a quienes sí sienten atracción sexual–, detalló Suñol. También está la demisexualidad, que remite a aquellas personas que se vinculan sexualmente con otras con las que ya tienen una conexión emocional. Por otra parte, está el arromanticismo, que identifica a las personas que no sienten ningún tipo de atracción hacia otras. En base a estas variedades, se desprende que las personas asexuales distinguen la atracción sexual de la afectiva, emocional o romántica.
Autoidentificarse asexual no impide estar en pareja ni en contacto emocional con otras personas. De la misma forma, tampoco excluye no obstante la actividad sexual, explicaron los expertos. En ese sentido, se señala que algunas personas mantienen prácticas sexuales por diferentes motivos como, por ejemplo, complacer a su pareja. Estas prácticas pueden ser con otras personas o en solitario. “Hay personas asexuales que quizás no quieren o no sienten el deseo de vincularse con otros, pero sí disfrutan de prácticas masturbatorias o del consumo de línea de pornografía”, explicó en esa Gelpi. También están aquellas que sienten deseo sexual pero optan por no “actuar al respecto”, agregó Suñol.
Los psicólogos cuestionan la idea de la asexualidad como “una fase” en la vida de las personas. “Es esperable que cuando atravesamos determinados eventos disruptivos nuestro deseo sexual disminuya, como, por ejemplo, una situación de duelo, mucho estrés laboral o una enfermedad que nos acaban de detectar”, dijo Gelpi, pero eso no implica que una persona se autodefina o autoperciba como asexual, apuntó.
La asexualidad es la “A” que aparece en LGBTIQA, cuando la sigla se extiende y no termina en el signo de suma, como suele pasar. Así como en el acrónimo suele omitirse, también ocurre con la visibilidad del tema a nivel social. Por ese motivo, la organización International Asexuality Day, que reúne a activistas y grupos asexuales de todo el mundo, definió en 2020 que el 6 de abril se celebra el Día Internacional de la Asexualidad. Es una jornada para sensibilizar sobre el espectro asexual en su totalidad, reivindicar los derechos de estas personas y denunciar las desigualdades y situaciones de discriminación que atraviesan a diario. De hecho, la consigna que la organización internacional definió para esta fecha es “Apoyo, celebración, educación y solidaridad”, según consigna su página web . En este marco,la diaria conversó con especialistas y personas asexuales para profundizar en las experiencias personales y conocer sus inquietudes y aprovechar.
“Radical” contra “el sistema dominante y la academia”
La sexualidad es una dimensión fundamental de la vida de las personas, constituye un aspecto de la personalidad de todos los seres humanos e involucra componentes biológicos, fisiológicos, emocionales y sociales. “Todas las personas somos seres sexuados desde el nacimiento hasta la muerte, o sea que atraviesan todo el ciclo de vida y en cada etapa del desarrollo va a tener distintas necesidades y manifestaciones”, dijo Gelpi. En ese sentido, diferenció la sexualidad infantil, donde tienen lugares procesos vinculados a “la exploración, el autodescubrimiento y la relación con el cuerpo”, de la sexualidad a partir de la pubertad, que es “genital”. A nivel social,
“En un contexto donde cada vez es mejor valorado exponer nuestra vida sexual en las redes sociales, entre pares y en espacios de socialización, las personas asexuales, por lo general, tienen más vergüenza de decir que no sienten atracción sexoafectiva por otras personas”. Gonzalo Gelpi, psicólogo.
Los psicólogos destacaron que en los “últimos años” comenzó a haber una mayor “apertura” para hablar sobre sexualidad y la sociedad comenzó a despojarse de “prejuicios y tabúes”, pero esta situación reciente, a la vez, “cierta hegemonía vinculada a que te tiene que gustar alguien, tenés que hablar de tu sexualidad, tenés que identificarte y un montón de 'tenés que'”, detalló Suñol. Además, apuntó que esta dimensión de la vida de las personas “no escapa al sistema capitalista” y, en ese sentido, la sexualidad “pasa a ser un producto mercantilizado, para vender y consumir”.
Los expertos señalaron que vivimos en un contexto “hipersexualizado” que genera diversas dificultades para que las personas asexuales puedan autoidentificarse como cuentos, expresarlo públicamente y llegar a grupos de pares. “Se da algo paradójico: en un contexto donde cada vez es mejor valorado exponer nuestra vida sexual en las redes sociales, entre pares y en espacios de socialización, las personas asexuales, por lo general, tienen más vergüenza de decir que no sienten atracción sexoafectiva por otras personas o que sólo sienten una afinidad romántica y emocional”, expresó Gelpi.
Este entorno también genera que la asexualidad sea vista como algo extraño, que escape al entendimiento, y que se la relacione con “patologías y trastornos”, dijeron los especialistas. Agregaron que, además, los discursos establecidos sobre la sexualidad y los factores sociales y culturales suelen generar mayor malestar a las personas asexuales que su propio sentir al respecto.
En esta línea, aseguraron que la asexualidad “pone en duda un montón de supuestos construidos como verdades únicas y universales”, por ejemplo, al plantear el concepto de “alosexualidad”. “Es súper radical en el sentido de que no estamos hablando de la asexualidad y la 'normalidad', sino de dos categorías que existen y que comparan con lo que fue cuando comenzamos a utilizar los términos cis y trans. Antes era trans y lo 'normal', y ahora usamos las dos categorías”, dijo Suñol. El especialista enfatizó que esa es la “gran crítica” del espectro asexual frente a la “hipersexualidad” existente. “Ir contra eso es básicamente ir contra el sistema dominante y la academia”, agregó.
Además de las dificultades generadas por el sistema, Gelpi y Suñol mencionan como otro gran obstáculo para el reconocimiento y visibilización de la asexualidad la falta de información disponible sobre el tema y la escasa producción de investigaciones y estudios científicos, al menos, en español. De hecho, Suñol contó que para su trabajo final de grado de Psicología realizó una revisión sobre la bibliografía disponible de los últimos 20 años a nivel mundial y se encontró con que poca información existe en comparación a la que hay sobre otras orientaciones e identidades sexuales, aunque reconoció que en los “últimos años” se ha escrito un “poco más”.
Protagonistas
Para conocer la experiencia de las personas que se identifican como asexuales, la conversación diaria con cuatro mujeres dentro que se ubican en diferentes lugares del espectro. Sus caminos y experiencias son diversos, pero comparten algunos elementos en común como entender la asexualidad como una orientación sexual y el hecho de que lograron identificarse a partir de procesos de búsqueda de información en Internet y exploración personal. A la vez, coincide en que las principales dificultades que enfrentan a nivel social son la falta de visibilidad y reconocimiento, en un contexto donde los vínculos sexoafectivos cumplen un rol fundamental en la vida de las personas.
Druu Hadjez es licenciada en Comunicación y tiene 26 años. Se identifica como una persona asexual heteroromántica, es decir, que siente atracción afectiva por varones. La joven dijo que, para entender la asexualidad y las múltiples subjetividades que contempla, hay que tener en cuenta los diferentes tipos de atracción que existen. Por eso, separa la atracción sexual de la romántica, la platónica, la estética y otras y, además, señala que la atracción no sólo tiene lugar en vínculos con fines románticos.
Antes de conocer el concepto de asexualidad, Hadjez pudo identificar que se sintió atraída por varones, pero “no tanto” como les pasaba a sus amigas. “Ahí me puse a indagar al respecto. La asexualidad me abrió una puerta para entenderme mucho más a mí. Fue bastante liberador”, afirmó. Eso pasó cuando tenía entre 18 y 19 años. Poco después, a los 20, se definió abiertamente como asexual.
Para Hadjez, el “desconocimiento” sobre el tema es el principal problema que enfrentan las personas asexuales. La joven dijo que la falta de información al respecto puede generar que sientan que “algo no está bien” con ellas mismas y piensen que se trata de un “tema psicológico”. En este contexto, Hadjez tuvo que, si alguna persona tiene dudas sobre si es asexual o conoce a alguien cercano que pueda identificarse como tal y quiere tener más información, visite la página de la plataforma virtual Red para la Educación y la Visibilidad de la Asexualidad. Allí podrá encontrar respuestas a algunos interrogantes que surgen como “¿mi hija o hijo va a poder amar?”, “¿va a tener pareja?”, “¿algún día se va a casar?”; “preguntas que quizás no se sientan cómodos de hacer directamente a una persona asexual”, apuntó la mujer.
Por su parte, Mónica, de 47 años, contó a la diaria que “conoció” la asexualidad después de los 40, a través de publicaciones en redes sociales de personas de la comunidad LGBTI+. A partir de allí, se puso a buscar información en Internet y se encontró con diferentes grupos de activistas y personas asexuales. Finalmente, identificó su experiencia y vivencia como el de una persona “dentro del espectro grisexual”. “Siempre viví como mujer cis y que tenía que tener una relación con un varón cis porque era lo que hacía la gente 'normal'. Pero no me sentí cómoda con esa idea, sentí que me faltaba algo”, relató.
Por diferentes razones, Mónica no ha asumido su orientación sexual públicamente y por eso tuvo que utilizar un nombre ficticio para esta entrevista. “Para salir a la vida yo me pongo el disfraz de cis heterosexual y salgo. Después, lo demás, es parte de mi vida privada”, dijo. En ese sentido, manifiesta que no ha sufrido ningún tipo de agresión ni siente que haya una discriminación hacia las personas asexuales como sí existe hacia gays, lesbianas y personas trans, que “son más visibles”. “Me pueden ver un poco como bicho raro, pero no saben por qué”, agregó.
Mónica integra desde hace algunos años el grupo Asexualidad Uruguay , que se creó en 2017 a partir de un colectivo que funciona en América Latina y España. Si bien a partir de la pandemia se suspendieron las reuniones entre las y los integrantes, el grupo sigue funcionando. La entrevistada sostuvo que el grupo como tal no tiene “reclamos”, pero sí busca “visibilizar” lo que les pasa a las personas asexuales y que otras que se identifiquen como tales sepan que no están solas. “Tenemos un grupo para apoyarlos”, aseguró. La idea es que se “sepa que existe esta orientación para que no les pase a otras personas lo que me pasó a mí, de enterarme de grande”, agregó.
Lu Silva, de 36 años, relató a la diaria una experiencia similar. “Siempre lo fui, aunque descubrí la definición como tal hace dos o tres años y me sentí identificada con ella”, expresó. Silva también conoció sobre la asexualidad a través de las redes sociales, en especial Twitter, donde se encontró con otras personas de la comunidad y comenzó a seguir cuentas de activistas dedicadas al tema. Silva se define como demisexual.
Según dijo, una de las problemáticas que enfrentan las personas asexuales tiene que ver con vincularse afectiva y emocionalmente con otros, porque existen muchos prejuicios sobre la asexualidad. “Suponen que, si sos asexual o estás dentro del espectro, no vas a querer tener intimidad y eso no es tan así”, dijo.
“Sentía que me pasaba algo a nivel psicológico o psiquiátrico, que me faltaba algo y tenía que tomar algún medicamento para estar mejor, pero no. La verdad es que a una no le pasa nada, sino que capaz que no entramos en la normatividad que hay establecida”. Fátima Noya.
Al igual que las otras entrevistadas, Fátima Noya, de 32 años, destacó que “toda la vida” se sentía como asexual, pero entró en contacto con el término a los 30. “Me preguntaba si había algo que me pasaba. Por cuestiones de militancia dentro del movimiento LGBTI+, llegué a la asexualidad y comencé a investigar un poco al respecto. Ahí dije 'mirá, por ahí venía la mano'”, contó.
Para Noya, el entorno social, donde “pareciera que el sexo está en el centro de todo”, es lo que hace que las personas asexuales se cuestionen acerca de su salud mental y piensen que tienen un “problema”. “Sentía que me pasaba algo a nivel psicológico o psiquiátrico, que me faltaba algo y tenía que tomar algún medicamento para estar mejor, pero no”, dijo, y agregó: “La verdad es que a una no le pasa nada, sino que capaz que no entramos en la normatividad que hay establecida”.
La entrevistada pareció que la “incomprensión” es la primera dificultad que viven las personas asexuales. “Vivimos en una sociedad falocéntrica y, encima, sexocéntrica. No es sólo si tienes relaciones sexuales; de hecho, si no tenés una pareja, es como que estás fallando. Y yo me pregunto fallando a qué”, cuestionó.
“No todos somos iguales. Estamos quienes nos entendemos y nos aceptamos, pero hay muchas personas que quizás lo viven como una frustración por el entorno en el que vivimos. La incomprensión viene de la mano de la ignorancia y eso, a su vez, está relacionada con la visibilidad, porque es un tema del que no se habla”, sostuvo Noya. Opinó que esto tiene que ver con que la asexualidad es un tema “políticamente revolucionario” porque implica “romper ciertos esquemas establecidos históricamente”.
Poca visibilidad en el movimiento LGBTI+
Otro de los aspectos que las entrevistadas señalaron como una dificultad es la falta de visibilidad dentro del propio movimiento LGBTI+. “A grandes rasgos, cuando se piensa en el colectivo, se habla de gays, lesbianas, personas trans y un poco de bisexuales; en relación a todo lo demás, queda mucho por trabajar”, ??apuntó Noya. Si bien algunos dijeron que concurren a marchas por la diversidad con la bandera asexual y carteles con molestan al respecto, “estéticamente es notoria” la falta de los colores negro, gris, blanco y violeta que identifican a las personas asexuales y los planteos en relación a sus derechos.
“Uno pensaría que la discriminación en un grupo donde todos compartimos lo mismo disminuyendo, pero nada que ver. Hay mucha discriminación a los asexuales adentro del colectivo, cosa que me parece un delirio”, expresó Hadjez. Dijo que dentro del movimiento le han cuestionado su asexualidad a través de comentarios que van desde “cómo podes saber [si te gusta el sexo] si todavía no probaste” a “lo que pasa es que no conociste a la persona correcta”.
Incluso en los colectivos y organizaciones LGBTI+ “no se habla” al respecto, señaló Noya, y agregó: “Las distintas formaciones o talleres que hacen las agrupaciones que hay en Uruguay no hablan del tema. Falta muchísimo para que se entienda que existimos”.