Una convocatoria a discapacitados para ocupar puestos de trabajo en el área hotelera y en la banca, no tuvo respuesta entre pacientes de la Casa de Gardel. El miedo a perder la pensión es uno de los principales motivos del desinterés laboral.
En noviembre de 2011, en la Casa de Gardel, un centro de rehabilitación que está en transición, pasando de la órbita del Ministerio de Turismo y Deportes a jurisdicción de ASSE, se confeccionó el primer proyecto de inserción laboral. El llamado fue interno, a través de un banco de datos del Proyecto Nacional de Discapacidad (Pronadis).
"Se buscó con eso habilitar al individuo discapacitado a la equidad funcional, es decir a que tenga la remuneración acorde a la función que desempeñe, y además se pretendía el mayor desarrollo social de sus habilidades", dijo a El País la psicóloga Nibia Pizzo.
"En una primera instancia salimos a convencer a las empresas, para que dieran oportunidades de trabajo a los pacientes de Casa de Gardel, y accedimos a conseguir puestos laborales. Hay una ley que establece beneficios para las empresas, pero no está reglamentada. En este caso entonces, lo que obtuvimos fue por buena voluntad de las empresas contactadas, hasta ahora en el ramo de la hotelería y con bancos, en Montevideo", explicó Pizzo. Y entonces añadió: "No se presentó nadie al llamado. Incluso, aquellos con quienes tuvimos contacto telefónico, no se animaron a dar ese primer paso. Hay muchos miedos".
Las autoridades del centro de salud, ubicado en la calle Podestá, en Carrasco, han decidido organizar talleres para desterrar los miedos y mitos que parecen haber influido en el rechazo de los posibles beneficiarios de fuentes de trabajo.
La directora de la Casa de Gardel, la doctora y fisiatra Marta Arriola advirtió que "en los lugares de trabajo, la gente que acepte ingresar va a encontrarse con sorpresas en un primer momento". Por eso, dijo, "la idea es ir a realizar visitas a las empresas con las personas que accedan a los puestos, para efectuar en el lugar las adaptaciones que fuesen necesarias".
Las personas con discapacidad atendidas en la Casa de Gardel suelen terminar sintiendo una gran pertenencia a la red social que se teje en ese centro de salud, no solo entre ellos, sino también con los familiares y los técnicos que los asisten a nivel médico, y con los docentes de los múltiples talleres que funcionan de lunes a sábado. Por ejemplo, de música, cerámica, juegos o tapiz.
NO SE QUIEREN IR. "Tenemos un problema con las altas de los pacientes, porque no se quieren ir, pero deben poder hacerlo, para llegar a insertarse en la sociedad, por ejemplo a través de los puestos de trabajo que les ofrecemos", dijo Arriola.
Para ser candidatos al mercado laboral, no es imprescindible que los pacientes hayan recibido el alta médica. Pero en el proyecto se pretende que el ingreso a una fuente laboral sea la última etapa del programa de rehabilitación. "Si tuviera que seguir concurriendo a la Casa de Gardel, le sería difícil armonizar los horarios con los de un trabajo, por eso preferimos seleccionar a personas que tengan el alta", sostuvo Arriola.
Antes de un nuevo llamado a postulantes para puestos de trabajo, se prevé hacer talleres de sensibilización para barrer las resistencias en torno a los mitos laborales, "muchos no saben si pueden perder su pensión, o qué beneficios tienen", comentó Pizzo.
Las patologías originarias de la enfermedad que derivan a un paciente hacia la Casa de Gardel son de carácter neurológico, accidentes vasculares encefálicos, traumatismos encefalocraneanos, esclerosis múltiples, enfermedades degenerativas del aparato locomotor (como artrosis), posoperatorios de prótesis de caderas o de rodilla.
En la Casa de Gardel hay pacientes de todas las edades, ingresan de 12 a 18 por mes, y existe un programa especial para la atención de los niños, en coordinación con el centro Teletón, que es de carácter terciario, o sea que se dedica a hacer la evaluación y prescripción del niño, de la tecnología necesaria y el seguimiento. "Pero allí tienen planes cortos, después nos los mandan aquí, donde hacemos el mantenimiento, donde el niño va a crecer", indicó Arriola.
En promedio, el tiempo en que los pacientes concurren a Casa de Gardel es de dos años, aunque algunos llegan hasta cinco, sin que haya límites.
Taller de insersión laboral
El martes 26 de junio, de 15 a 17 horas, se realizará en la Casa de Gardel un taller sobre la importancia de la inserción laboral de las personas con discapacidad. Estará a cargo del doctor Pablo Marrero, del Pronadis, y la psicóloga Nibia Pizzo. El contacto electrónico para las inscripciones es: insercionlaboralegardel@gmail.com. La jornada estará abierta a personas con discapacidad, técnicos y familiares. En una segunda etapa se aspira a que el paciente en condiciones de trabajar, lo realice en la propia empresa en donde alguna vez lo hizo, aunque sea desempeñando una función distinta. Casa de Gardel se financia con aportes estatales y voluntarios de parte de los pacientes atendidos. También los propios funcionarios realizan bingos o consiguen donaciones. Además de intercambios con las facultades de Medicina y de Psicología y el Mides, la Secretaría de Discapacidad de la IMM proporciona sillas de ruedas o bastones. Los pacientes pueden provenir de instituciones públicas de salud o privadas.