El corredor español de McLaren sufrió un accidente el pasado 22 de febrero en el que perdió la conciencia; al despertar apeló a viejos recuerdos consolidados en su memoria.
El domingo 22 de febrero, el mundo del automovilismo se paralizó por un momento. Fernando Alonso, el piloto español de McLaren sufrió un accidente durante las pruebas en Montmeló (Barcelona), en el que salió violentamente de la pista y chocó con una de las vallas del circuito. El asturiano tuvo que ser llevado al hospital debido al golpe que sufrió en la cabeza, que le hizo perder la conciencia por un momento, pero al rato se supo que estaba bien, y que lo único que precisaba era un reposo de 24 a 48 horas.
Este jueves se reveló algo más acerca de los momentos inmediatos al accidente, algo que dejó desconcertados y preocupados a muchos de los presentes. A las rutinarias preguntas que se les realiza a quienes sufren una conmoción de tal grado (quién es, a qué se dedica y cuáles son sus proyecciones a futuro), Alonso respondió: “Soy Fernando, corro en karts y quiero llegar a ser piloto de Fórmula 1”. El corredor de McLaren había tenido una regresión de 20 años en su mente, que lo hizo despertar en 1995, cuando aún no se había convertido en piloto profesional.
El Observador habló con el Director del departamento de neuropsicología del Hospital de Clínicas y profesor de neuropsicología en la Facultad de Psicología de la Udelar, Sergio Dansilio, para explicar el fenómeno.
Sacudón a la memoria
“Los recuerdos autobiográficos más recientes no se han terminado de consolidar. Requieren un tiempo de estar activos, y del funcionamiento de determinadas partes del encéfalo relacionadas con la evocación de lo que sucedió en los últimos años, como el hipocampo”, explicó Dansilio.
El especialista destacó que, cuando hay un sufrimiento en esos sectores, puede haber una dificultad para acceder a esos recuerdos más recientes, ya sea de unos pocos años a períodos más extendidos, como quince años. “No había visto casos de veinte años”, señaló el profesional.
“En el momento en que uno sale del traumatismo y todavía está confuso, uno está más vulnerable en su psiquismo, por lo tanto no se orienta adecuadamente. Lo que ve y percibe es lo que aparentemente es la realidad. No sabe bien qué es lo que pasó o que hubo un traumatismo, porque eso se perdió en el trastorno de la conciencia, no se fijó”, continuó.
Al despertarse el individuo, según Dansilio, lo que le queda para construir su propia identidad es el recuerdo de ese lapso de la memoria autobiográfica que es la que está más consolidada. "Esas etapas más remotas de su vida son las que subsisten en ese momento, y a medida que va recuperando la funcionalidad de esas partes del cerebro van volviendo los recuerdos y se reestructura la experiencia”, aclaró.
El (des)orden de los recuerdos
Dansilio subrayó el hecho de que los recuerdos no se “guardan” cronológicamente en el cerebro, y que no están localizados en un lugar específico. “Hay un dogma en la neurociencia que dice ‘no existe la neurona de la abuela’. Esto quiere decir que las personas no tienen una neurona o un conjunto de neuronas en las que tenemos los recuerdos de nuestra abuela, porque si murieran esas neuronas olvidaríamos a nuestra abuela”, ilustró.
Con esto, el especialista quiso dejar en claro que todos los recuerdos, sean de hace cinco, veinte o cuarenta años están situados en el mismo lugar del cerebro. “La diferencia son los caminos para acceder a ellos y el grado de consolidación que tienen”, enunció.