El psicoanalista Jorge Bafico, docente en el Área de Psicopatología de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República, responde con una afirmación cuando la diaria lo consulta sobre si es posible que mediante la aplicación de “técnicas de persuasión coercitiva” se pueda someter a una o varias personas. Para explicar cómo estos mecanismos psicológicos se vuelven efectivos, Bafico cita a sus colegas mexicanos Enrique Mora y Juan Rodríguez Penagos, estudiosos de la materia. “Las sectas nos presentan un fenómeno social sui generis. Desde el psicoanálisis, ponen en evidencia una forma paradójica de lazo social, en el sentido de que se puede organizar un grupo social desde el delirio de quien ocupa el lugar de amo y líder”, afirman estos autores. El docente explicó a la diaria que Mora y Rodríguez proponen considerar los fenómenos de las sectas a través de tres “tiempos” que “se ligan orgánicamente con la evolución patológica del discurso del gurú”. El primero es la “seducción” con la promesa de “acabar con todos los problemas o carencias mediante la fusión con el grupo” y la “hipervaloración” de quienes ingresan haciéndolos sentir como una “elite de la humanidad”.
El aislamiento es un aspecto clave, que se vincula a la segunda instancia en la que se produce un “resquebrajamiento alienante”. Una vez que los seguidores de una secta están “enganchados” con el discurso de salvación y felicidad comienza a producirse la “alienación”. “El líder pasa a ocupar el lugar del padre. La estrategia es perder toda referencia a aquello simbólico que sostiene lo social: el nombre propio, la familia”, indicó.
El tercer momento tiene que ver con la imposición de nuevas reglas, dictadas por el líder. En esta etapa se produce el “borramiento absoluto del sujeto” al punto de que “muchas veces se les da nuevos nombres a los integrantes”. “Cada persona deviene un objeto de goce del líder y como tal es de su propiedad”, grafica.