Envejecimiento y Vejez desde el campo de la psicología social, con especial énfasis en el trabajo con grupos, organizaciones sociales, procesos de de retiro laboral, educación para la tercera edad, participación ciudadana y políticas públicas.
Instituto de Psicología Social
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La abuelidad es un rol que dentro de las familias adquiere una funcionalidad que también es atravesa da por los imaginarios sobre vejez y género. El problema con esa funcionalidad es cuando se vuelve un imperativo que deja pocas opciones y se vuelve un trabajo que no es reconocido a nivel social, y a veces tampoco a nivel familiar,no promueve la reciprocidad de los cuidados y no permite pensar otras alternativas.
La discusión por la huelga de mujeres en nuestro medio, a partir de la convocatoria a un paro por el 8 de marzo, insiste en su propósito, y permite jugar con algunas ideas para desnaturalizar el cuidado como una cuestión que se reduce a la familia, a las mujeres, y en particular, al tema que nos compete, a las abuelas.
América Latina tiene un sistema familiarista para la atención del cuidado, el cuidado de todos los integrantes de la familia recae fundamentalmente en las mujeres no importa el grado de dependencia, ni la edad, lo que permite que los varones, y las mujeres más jóvenes (en particular de las clases medias y altas) puedan participar en mejores condiciones del mercado laboral.
En las familias en que el cuidado de los niños es tarea de las abuelas, el tiempo promedio semanal es de 20 horas. Sin duda, las abuelas son
un recurso indispensable para que los integrantes puedan desarrollar otras tareas (trabajar, estudiar, y recrearse). Este trabajo queda invisibilizado por dos cuestiones de diversa índole, por un lado la mayoría de las abuelas admite cuidar por amor, esta razón-emoción, impide reconocer o explicitar muchas veces el cansancio y el deseo de realizar otras actividades que no sean las del cuidado. Por otra
parte, el trabajo de cuidado tiene paradojalmente poco valor, porque supone tareas domésticas que en nuestra sociedad son poco reconocidas y peor remuneradas (es lo que hace cualquiera que no tiene formación, otra paradoja, la formación en cuidados es consuetudinaria y por ende aprendida, y está impregnada de mandatos sociales, científicos, creencias, ideología y todo tipo de procesos psicológicos más o menos elaborados).
Dentro de las tareas de apoyo o cuidado se encuentran modalidades distintas: algunas formas son el apoyo material, esto supone ayuda monetaria, regular o no, en forma de efectivo o de ropa, comida, pago de cuotas, préstamos, etc. Por otra parte apoyo instrumental que puede ser desde transporte, tareas domésticas, acompañamiento, custodia. Además, cuidado en términos emocionales, afecto, confianza, empatía, reconocimiento. Y por otra parte apoyos cognitivos: intercambio de experiencia, información, historia, y consejos.
El cuidado, por más amor que se ponga en juega sucede en una red de relaciones, que por familiares, se dan por obvias, por lo que la
inmensa mayoría de las veces no se habla de lo que molesta, lo que no se entiende o no se comparte, de los conflictos que supone las
formas distintas de entender y sentir el cuidado, valores y creencias.
Esto es una fuente de estrés y de angustia que muchas veces queda encubierta por el gran amor que se siente y se debe sentir. Cuando el
amor se vuelve un deber, hay algo de la reciprocidad, de la justicia, y del reconocimiento del otro, la otra, que se pierde.
Cuando el cuidado, no es reconcido, ni acordado, sino basado en el sobre entendido que es lo que debe hacer una abuela, estamos perpetuando una forma de cuidar injusta. Por otra parte hay situaciones de cuidado más complejas aún, cuando los padres se vuelven ausentes por diferentes problemas (adicciones, discapacidades físicas o psíquicas, prisión, etc.) en que la y los abuelos no siempre cuentan con los recursos necesarios para sostener esas situaciones, y los recursos estatales o comunitarios son insuficientes o inexistentes.
Sin duda el cuidado, es un tema central del debate político actual, porque se requiere una gama diversa de apoyos para las familias, y pensar apoyos cuando no hay familia. Se requiere reflexionar sobre nuestras formas de cuidar, sobre la reciprocidad del cuidado y la tensión entre el deseo y la obligación de cuidar. Se requieren otras soluciones que habiliten el ejercicio de los derechos para el despliegue de la autonomía financiera, reconocimiento, esparcimiento, estudio, trabajo y dignidad para todas y todos