Investigación da voz a estudiantes de Facultad de Psicología para comprender los efectos subjetivos en relación al ingreso a la universidad.
Este contenido incluye sonido. Por favor, activa tus parlantes o utiliza auriculares.
En una de las carreras de grado con mayor matricula de ingreso de la Universidad pública, garantizar el derecho a una formación de calidad se transforma en un desafío institucional. No solo implica sostener el derecho de ingresar y egresar, “sino también que la casa de estudio opere efectivamente sobre las desigualdades sociales” y cumpla con el cometido de democratizar el conocimiento, afirma la psicóloga Sandra Carbajal, doctora en educación y profesora adjunta del Instituto de Psicología, Educación y Desarrollo Humano.
En la Conferencia Inaugural de actividades académicas, titulada Habrá Milagro, Carbajal expuso parte de su investigación de doctorado en donde analiza las vivencias que incentivan y/o desalientan la permanencia en la Licenciatura en Psicología.
Para muchos estudiantes comenzar la formación universitaria implica alejarse del entorno que les es familiar. Separarse de su familia, sus amistades, del lugar en el que crecieron, “genera una experiencia de sufrimiento y exige una adaptación”, explica Carbajal.
Según las experiencias registradas en la investigación, la separación de la persona de su lugar genera un desencuentro con sigo misma. Lo que sucede es que deja de reconocerse en los lugares y las prácticas que daban un marco de referencia a la imagen que tenía de sí, y se angustia ante la necesidad de reencontrarse. Por ejemplo, “eran reconocidos como buenos estudiantes en el liceo y acá no son conocidos de ninguna manera” señala la docente.
Carbajal explica que muchas veces se produce un bajón en el rendimiento académico, ya que “es esperable que la energía psíquica se dirija hacia la tramitación del nuevo rol y quede poca disponibilidad para las demandas curriculares”.
De la lucha entre las exigencias académicas y el deseo de volver a su lugar de origen surgen sentimientos ambivalentes y ansiedad, “querer que les vaya bien para quedarse, que les vaya mal para poder irse. Estar allá y acá a la vez.”
Con el paso del tiempo las estrategias para sobrellevar esa angustia pasan por centrarse en el estudio a modo de escapar de la nostalgia, o formar grupos con quienes se sienten en la misma situación, generando un espacio de encuentro que “da lugar a la aceptación, al acompañamiento y a la elaboración” del duelo por el distanciamiento.
Total de ingresos por año: Año 2020: 2251 personas / Año 2021: 3013 personas / Año 2022: 3104 personas
(Informe de la generación de ingreso elaborado por el Programa de Renovación de la Enseñanza - Proren)
El lugar del que provienen también influye en la forma en que se posicionan en el ámbito universitario. Las posibilidades de adaptación a las exigencias académicas y administrativas de la Facultad “están influenciadas por el conocimiento previo de las lógicas académicas”, afirma Carbajal. “Para personas de familias ligadas a la academia, el ingreso a la universidad es una experiencia más o menos conocida y para otras es completamente desconocida”.
Los estudiantes con familiares universitarios cuentan con habilidades, redes de relaciones y conocimientos heredados, que les facilitan la adaptación al año de ingreso, a permanecer en la carrera y obtener buenos resultados académicos. “También contribuye a la movilidad, donde el estudiante pude probar y elegir con mayor libertad.”
Otros heredan un mandato familiar. Son estudiantes cuya familia no es universitaria, no obstante, privilegian la importancia del ingreso a la universidad, a veces como forma de que “puedas hacer lo que yo no hice, o como ascenso social”. Este mandato le permite a la persona confiar en sus posibilidades y llegar a la universidad. Al tiempo que aparece como un destino ya fijado y en el encuentro con la institución, la persona no se siente con afinidad de realizar.
Otros llegan a la universidad incentivados por alguien que no integra su familia. “Profesores, amigos o sus empleadores, que les dicen que son inteligentes, que no pueden dejar de estudiar.” En estos casos el ambiente familiar no coloca los estudios universitarios como una meta a la que llegar, y “cuando el deseo propio va en contra del deseo parental, además de un conflicto con la familia se genera un conflicto interno.”
En estos dos últimos casos la investigadora encuentra situaciones en que “la herencia se transforma en presión de las familias, que angustia y genera desequilibrios”. Si bien la familia intenta ayudarles desde el conocimiento y la confianza que les depositan, el desconocimiento del funcionamiento de la universidad y de las dificultades que sus hijos o hijas afrontan “generan una presión importante.”
Lo mismo sucede con las becas que exigen determinadas aprobaciones para seguir recibiendo el apoyo. “En estas situaciones, desde la perspectiva del poder y control, el apoyo genera presión”.
La investigación arroja que los estudiantes sienten que la forma en que la facultad les recibe “es inestable, insegura, que aparece y desaparece, que deviene hostilidad y confunde.”
El relacionamiento con sus pares es el primer espacio de acogida que identifican los entrevistados, allí las experiencias relatadas son de bienestar, aceptación y solidaridad. “Sus pares los reciben como sujeto capaz de aprender y esto funciona como sostén en esta etapa inicial.”
Otra experiencia positiva, pero que según las narraciones no actúa como sostén de ingreso, son los espacios como el patio, el baño inclusivo, la biblioteca, la fotocopiadora o la plataforma EVA.
“Los desencuentros y malentendidos” aparecen con el mundo académico adulto. Vienen de experiencias donde los docentes son guías en el estudio y esa expectativa no se cumple en la universidad; a esto se le suma el desconocimiento de las reglas y lógicas institucionales, que no se explicitan ni aclaran, sino que se considera que ya las deben saber. “Les decimos: a esto lo encuentras en EVA, como si todos supieran qué es 'EVA' ”.
La numerosidad estudiantil también juega su rol, el anonimato y las reglas institucionales producen sentimientos vinculados a la invisibilización y vivencias de exclusión. “El estudiante siente que no se considera su forma de pensar, particularmente, los estudiantes de niveles socioeconómicos deficitarios tienen la sensación de tener que ser de alguna manera que no esta dicha”.
En suma, la propuesta pedagógica de la facultad, la educación previa que transitaron, la adecuación entre el estudio y otras responsabilidades, los procesos de migración demandan un intenso trabajo de adaptación. A nivel institucional, estas diferencias obligan a situar el foco en la aceptación de la diversidad y el esfuerzo por adecuar “los discursos y principios institucionales y generar prácticas pedagógicas más inclusivas.”
Testimonios de estudiantes (locución): Br. Tamara Vizzolini (estudiante de la generación 2023)
> Acceder a la publicación digital de la Conferencia
> Registro de la Conferencia Inaugural, llevada a cabo el jueves 16 de marzo de 2023 en el Aula Magna "Juan Carlos Carrasco":