Línea de investigación: Estudio de caso en una escuela de la zona centro de Montevideo.
Instituto de Fundamentos y Métodos en Psicología
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Interno: 340
Plantearon que pueden generarse incentivos que incidan en los desempeños académicos.
“¿Qué aportan motivación y autorregulación a los procesos de enseñanza-aprendizaje en escenarios educativos?” fue la pregunta de la que partió una actividad organizada por el Centro Interdisciplinario en Cognición para la Enseñanza y el Aprendizaje (CICEA) de la Universidad de la República (Udelar), en la que expusieron investigadores que estudian el tema desde la psicología y las neurociencias. En la charla, que se hizo el 23 de octubre en el local del CICEA, Daniel Trías, docente investigador de la Facultad de Psicología de la Universidad Católica del Uruguay, planteó que tiene sentido hablar de autorregulación porque las personas resuelven de distinta forma las situaciones que se les presentan. En ese sentido, la definió como los procesos por los cuales los individuos se gobiernan a sí mismos a nivel de pensamientos, sentimientos, atención o acción, con el fin de lograr sus objetivos. Según continuó, la autorregulación implica procesos que no sólo operan a nivel consciente, e incluso muchos de ellos no pueden ser verbalizados por quienes los viven.
Al hablar del rol de la autorregulación en la educación, Trías señaló que cumple un rol “mediador” y que se puede ser desarrollado. No obstante, señaló que a lo largo del tránsito de los estudiantes por el sistema educativo muchas veces se les pide autonomía, pero no necesariamente se enseña a lograrla. Como ejemplo mencionó que es frecuente que cuando los estudiantes ingresan a un nuevo subsistema se les diga que “ahora son grandes y se tienen que manejar solos”. En ese sentido, consideró que el sistema educativo puede ser un lugar “privilegiado” para enseñar autorregulación, pero advirtió que lo que se aprenda en ese ámbito no siempre puede usarse para otros espacios, que tienen sus propias lógicas. Además, Trías señaló que, pese a lo que muchas veces se cree, tener una buena autorregulación no soluciona todos los problemas, que van a seguir apareciendo, sino que sirve para tener más herramientas a la hora de enfrentarlos.
El docente aseguró que si bien nadie discute que una buena autorregulación en los estudiantes mejora sus desempeños académicos, en muy pocos espacios se enseña a generarla. En ese sentido, habló de que ello se puede lograr gracias a la generación de un ambiente propicio, y también a través de tareas y estrategias concretas. Respecto de estas últimas, Trías planteó la importancia de que los docentes hagan explícitos los procedimientos a seguir en cada caso y contribuyan a dar sentido a la experiencia de sus estudiantes, lo que favorece que fijen sus propias metas y objetivos. En ese sentido, cuestionó que muchas veces se generan pasajes muy directos de la enseñanza a los procesos autónomos de los estudiantes, lo que no sirve en todos los casos.
La cabecita
Francisco Cervantes, investigador del CICEA especializado en neurociencia y ciencias cognitivas, habló de que las personas tienen la necesidad de discriminar entre acciones buenas y malas, y que para ello se deben determinar consecuencias de cada uno de esos actos. En ese sentido, señaló que el objetivo de las personas es acumular premios y disminuir castigos, y que el cerebro es “nuestro primer maestro” al respecto, ya que evalúa constantemente la recompensa que se puede obtener ante determinada acción. Cervantes indicó que las señales de enseñanza “son química en el cerebro”, ya que allí circulan sustancias que controlan las emociones. En particular, nombró a la dopamina, que, según dijo, incide directamente en las emociones y la motivación.
Respecto del vínculo de estos procesos con lo que ocurre en ámbitos educativos, el investigador aseguró que es una temática que cada vez se está estudiando más, y, por ejemplo, nombró a la economía conductual como un área en la que se está generando conocimiento al respecto. Cervantes señaló que si bien desde miradas más clásicas se ha determinado que ante mayores habilidades cognitivas los estudiantes van a obtener mejores logros, en el último tiempo se han incorporado al análisis otras capacidades que tienen impacto en los desempeños, y una de ellas es la motivación. Añadió que esta última puede darse tanto a nivel intrínseco del individuo como generarse desde estímulos externos. De todas formas, señaló que si bien ambos se pueden combinar, no es recomendable pretender compensar estímulos internos con los externos, ya que los primeros no se pueden sustituir fácilmente. Respecto de la motivación extrínseca al sujeto, el investigador marcó que esta tiene que ver con las recompensas –monetarias o no– que la persona puede obtener y también con el estatus que puede lograr. Según agregó, mientras que generar incentivos a nivel de recompensas sirve para aumentar la asistencia y matriculación de los estudiantes en el sistema, los incentivos a nivel de estatus promueven de mejor forma el aumento de esfuerzo y la mejora de logros educativos. Además, indicó que la autoconfianza y la autoestima pueden generar motivación para estudiar.
En suma, Cervantes habló de algunas “barreras comportamentales” que pueden generarse en la educación, y entre ella nombró al autocontrol y la autorregulación, las habilidades cognitivas, la aversión a la pérdida, la comparación con otras personas y la tendencia a seguir las conductas de la mayoría. El investigador también habló de la existencia de algunos “sesgos cognitivos” que hacen que los individuos tiendan a pensar que en el futuro les va a ir de la misma forma que en el presente. Por lo tanto, marcó la necesidad de generar intervenciones en la motivación de los estudiantes, aunque advirtió que deben ser bien estudiadas, ya que también pueden generar efectos negativos.
A estudio
Karina Curione, docente de la Facultad de Psicología de la Udelar, presentó a su turno una investigación en la que estudió la relación entre motivación, autorregulación y rendimiento en los estudiantes de esa facultad. Para realizar el estudio, la investigadora partió de un modelo teórico que entiende a los procesos autorregulatorios como mediadores respecto al aprendizaje, al que diferenció del rendimiento académico. Un relevamiento entre los estudiantes del primer año de la carrera arrojó que existen diferentes niveles de motivación en las distintas materias cursadas y que los estudiantes perciben una mayor capacidad para aprender en los cursos en los que obtienen un rendimiento más elevado, lo que a su vez influye en las decisiones de cursada que toman para las fases siguientes de la carrera.