Egresó de la Escuela Universitaria de Psicología con el Título de psicóloga en 1985 en la Escuela Universitaria de Psicología en 1985 y revalidó su título como licenciada en 1999. Se Diplomó en Psicoterapia de Servicios de Salud y en Cuidados Paliativos del Adulto, en la Escuela de Graduados de la Facultad de Medicina de la UdelaR; en el 2011 y 2010 respectivamente.
En el año 2015 recibió su título como magíster en Psicología y Educación en la Universidad de la República (Udelar) y en 2022 lo hizo como doctora en Psicología en la misma casa de estudios con una tesis vinculada a la temática de la Psico oncología.
Fue Directora de la Licenciatura en Psicología desde el 2017 hasta el 2024. Actualmente integra el equipo de Coordinadores por el componente Fpsico del Programa de salud mental del Hospital de Clínicas.
Es docente en la Facultad de Psicología, integra el cuerpo docente del Instituto de Psicología y Salud dentro del Programa Concepciones, determinantes y políticas en Salud.
Hasta la fecha participó en numerosos proyectos de investigación y enseñanza, dentro de los cuales destacan proyectos en las lineas de “Innovación educativa en diferentes modos de enseñanza” y de “Seguimiento y monitoreo de los planes de estudio”. Es responsable del proyecto sobre “Evaluación educativa para la mejora de la enseñanza de grado. Dispositivos de enseñanza y rendimiento académico en las UCOs del Pelp 2013” y de “Diseño de un modelo para el estudio de trayectorias en Udelar”.
Cuenta con una amplia variedad de publicaciones científicas o académicas de las cuales resaltan los artículos académicos: " Creencias y percepciones sobre el cáncer de mama y su asociación con la calidad de vida relacionada con la salud". Protesoni, Grillé. Revista Itinerario, 2023 19(16): 74-96; "Esquemas desadaptativos tempranos en mujeres con cáncer de mama y su asociación con la calidad de vida relacionada con la salud". Protesoni, Grillé. Revista Psicología, Conocimiento y Sociedad, 2022 12(3) : 57-85; "Variables predictivas de calidad de vida en mujeres con cáncer de mama". Protesoni, Grillé. Psico oncología, 2021 18(2): 261-275; "Funcionamiento psíquico de pacientes con enfermedad pulmonar obstructivo crónica avanzada. Formulación psicodinámica de casos clínicos". Protesoni. Psicología, Conocimiento y Sociedad, 2017 7(1). Ha participado en la elaboración de los libros “Derivas de la psicología social universitaria” y “Vivencias desde el último peldaño”.
Línea de investigación / Grupo de investigación: Psico oncología
Asistencia psicológica ante afecciones del cuerpo. Modelos de intervención en el campo de de los cuidados paliativos. Modelos de intervención en el campo de la psicologia. Salud laboral con profesionales de la salud.
Instituto de Psicología de la Salud
Dirección: Tristán Narvaja 1674 (EDIFICIO CENTRAL)
Ubicación: NIVEL 1
Teléfono: (598) 2400 8555
Interno: 320
Egresó como licenciado en Psicología de la Universidad de la República (Udelar) en el año 1992 y en el 2018 se doctoró en Psicología en la Universidad del Salvador, Argentina.
Es docente del Instituto Clínico de la Facultad de Psicología. Además, también integra la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) y del Grupo Lacaniano de Monttevideo (GLM).
Desarrollas líneas de investigación científica “Enseñanza y aprendizaje de la clínica” así como “Cuadros psicopatológicos”.
Cuenta con un vasta producción bibliográfica dentro de las cuales destacan los textos: El oficio del analista (Debate, 2022), Tan cerca de brillar (Sudamericana, 2021), Vidas contemporáneas (Ediciones de la Plaza, 2019), La vida sigue (Sudamericana, 2018), El origen de la Monstruosidad (Urano, Argentina, 2015, Restos de historias (Aguilar ,2014), Cosas que pasan (Aguilar, 2012, Los perros me hablan (Ediciones de la Plaza, 2011), Lo cotidiano (Psicolibros, 2009), ¿Hablamos de amor? (Ediciones de la Plaza, 2008) y Casos locos (Fin de Siglo, 2006).
Línea de investigación/Grupo de investigación: Asesinos seriales y psicosis.
Instituto de Psicología Clínica
Dirección: Tristán Narvaja 1674 (EDIFICIO CENTRAL)
Ubicación: NIVEL 1
Teléfono: (598) 2400 8555
Interno: 300
Estudio británico dice que en ese país el 46% de los psicólogos sufren depresión. Conocerse uno mismo es la mejor prevención.
Proseguir la terapia estaba resultando complicado para Aldo (41, nombre modificado), el psicólogo. César (35, igual), el paciente, seguía empantanado: su divorcio, el miedo a ser padre un fin de semana cada dos, la mala relación con su ex, los problemas económicos de separarse. El problema es que Aldo vivía lo mismo. No sabía si le hablaba a César o a sí mismo. Comenzó a pensar que él era el culpable de ese empantanamiento. Esta excesiva identificación le causó mal humor y problemas para dormir. Lo charló a su vez con un terapeuta, le dio "un cierre" al caso de este paciente y lo derivó.
Hay quien va al psicólogo con la idea de que les solucione sus demonios internos. Muchos olvidan que son personas con sus propios fantasmas y preocupaciones. A principios de febrero, se presentó el resultado de una encuesta de la Sociedad Psicológica Británica que reflejaba que el 46% de los psicólogos del Reino Unido decía estar deprimido.
"Como todos los trabajadores de la salud, los psicólogos son población de riesgo", dice Ana Luz Protesoni, directora del Instituto de Psicología Clínica de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República. "Por supuesto que en algún punto nos afecta la angustia, lo insoportable del dolor psíquico", añade el psicoanalista Jorge Bafico. No hay hecho en Uruguay un estudio similar al de sus pares británicos, según coincidieron distintos expertos consultados. El doctor Ariel Montalbán, responsable del Programa Nacional de Salud Mental, afirma que no hay datos objetivos que permitan llegar a una conclusión similar. Sí, es sabido que toda profesión que implique una interacción social constante y una actitud de cuidado al semejante —y los psicólogos cuadran en esta definición— están más expuestos a padecer burnout (síndrome del quemado).
"Trabajar con las emociones de los otros, las problemáticas de la vida, con experiencias muy fuertes, puede ser muy agotador si no aprendemos a gestionar saludablemente nuestras propias emociones y nuestros tiempos. Creo que el desgaste se da mucho más a nivel de hospitales y sanatorios, cuando ves más de 10 pacientes por día, donde evidentemente la calidad de la terapia no va a ser igual que en una instancia privada en un consultorio", afirma la psicóloga Mariana Álvez Guerra, directora del Centro Psicología Positiva Uruguay.
Conocerse.
El Primer Censo Nacional de Psicología, realizado en 2014, arrojó que de los 7.543 profesionales sondeados (un 77,1% del total estimado en el país), 70,5% trabaja 30 horas a la semana (seis por día) o más, 41,7% tiene más de un trabajo y 67,7% gana menos de 30 mil pesos por mes. A sus propias preocupaciones les suman las de los demás. Y no solo son meras preocupaciones: abusos en la infancia, parejas que parecen sostenerse solo en función de un vínculo tóxico, psicopatía, bipolaridad, adicciones, traumas sexuales y un largo, largo, etcétera.
"El escuchar problemas (de los pacientes) con moderación no es tan agobiante, por ejemplo, trabajando no más de seis horas por día. Pero si se tienen demasiados casos, donde tenés que recordar los detalles de cada uno, cuando no hay momentos de descanso se puede tornar una situación muy compleja", dice Álvez Guerra. También se carga la propia mochila del terapeuta. "Cada psicoanalista es diferente y se angustia o estresa con distintas cosas, eso tiene que ver con su propia conflictiva que también entra en juego", agrega Bafico.
Los terapeutas también van a terapia. Al menos eso deberían, porque es más una suerte de compromiso moral que una obligación profesional. "Es una responsabilidad ética ante la práctica. Eso es lo que permite discriminar lo que es de uno con lo del paciente; discriminar los propios fantasmas de los del otro", señala Protesoni. El trabajo en equipo y las supervisiones a manos de psicólogos más experientes son otras herramientas a apelar. Estas últimas son más comunes cuando el licenciado recién hace sus primeras armas en la clínica. La directora del Instituto de Psicología Clínica dice que lo conveniente es "mantenerla siempre".
La propia historia individual juega a la hora de saber marcar cuando uno no está ayudando, cuando se involucra o se empantana. Susana Ferrer, secretaria general de la Coordinadora de Psicólogos del Uruguay, señala que temas como el trabajo con derechos humanos y víctimas de terrorismo de Estado son particularmente removedores. "No solo se siente el dolor en la persona, sino que se percibe la angustia en los familiares". Pero también recuerda casos particulares como una colega con problemas de peso que se vio desbordada por una paciente con obesidad mórbida. "Ella le planteó que en ese aspecto no la iba a poder ayudar. Eso es muy respetable: alejarse de la omnipotencia de sentir que se puede y derivarla".
Ferrer, que se interesó por el estudio británico —sobre todo por un caso en el cual un profesional se dio cuenta que padecía depresión en plena consulta (ver aparte)—, cree que eso "se debe a no haber pedido ayuda a tiempo". La terapia para el terapeuta, justamente, debería servir para que conocer cuáles son las situaciones con las que uno no puede, algo tan necesario como difícil de reconocer por el profesional.
"Si me siento desbordada por algo pido ayuda", reconoce Álvez Guerra. Ella asistió a algunas terapias en momentos puntuales de su vida, a las que describió como muy satisfactorias. No solo los pacientes los ven como quienes los ayudarán a atar todos y cada uno de sus cabos sueltos; ellos tienen el riesgo de considerarse con ese poder. "Lo importante es saber cuándo estamos agotados, cuando no podemos más, y tener la valentía de pedir una mano. No somos omnipotentes ni infalibles, somos personas con defectos y virtudes, con problemáticas, dolores y alegrías que vamos a necesitar ayuda de vez en cuanto. Y eso está bien: no tenemos que sentirnos culpables ni desvalorizados por este hecho".
"DE ALGUNA FORMA, AHORA SOY MEJOR PROFESIONAL QUE ANTES"
"Estaba hablando con uno de mis pacientes sobre sus síntomas. Empecé a sentirme identificado y, de pronto, un pensamiento fugaz atravesó mi mente: en ese momento había dos personas con depresión en la sala de consulta". Es raro que un diario como The Guardian, de Londres, publique una columna extensa y anónima. "La psicología secreta: comencé a experimentar la depresión mientras la trataba en otros", escrita por un psicólogo que no quiso ser identificado, fue publicada el 9 de febrero. Eso fue apenas seis días después de que se conociera que el 46% de los terapeutas británicos sufría depresión.
Hubo un momento que el psicólogo anónimo ni siquiera pudo levantarse de la cama, uno de los síntomas clásicos de la depresión. Ni siquiera las habituales recomendaciones que él daba a sus pacientes surtían efecto en él. A su vez, él pidió ayuda. Dijo que con la combinación de los fármacos adecuados (recetados por un médico), más una terapia del tipo conductista, pudo volver a trabajar.
"¿Esta experiencia me cambió? Aún soy psicólogo y creo que conozco más de mí ahora, hablo y escucho más. (...) A veces, si alguien me viene a ver y me dice que está o estuvo deprimido, le digo: Creo que entiendo qué es lo que estás sintiendo. De alguna forma rara, estoy muy contento de haber tenido esa experiencia. Incluso me debe haber convertido en un mejor profesional. Ahora ciertamente puedo empatizar con la gente en un nivel distinto al de antes. Y a veces, cuando es apropiado, le digo a la gente que yo también he estado en ese valle profundo", culminaba la columna en The Guardian.