Egresó como Licenciada en Psicología de la Universidad de la República (Udelar) en el año 1997 y en 2012 se recibió como magíster en Derechos de la Infancia y Políticas Públicas en la misma universidad. Actualmente cursa un doctorado en Psicología en la Udelar, el cual se orienta a los ofensores sexuales y la violencia sexual cuya tesis se orienta al estudio de modelos de intervención con ofensores sexuales.
Es profesora adjunta del programa Género, Sexualidad y Salud Reproductiva del Instituto de Psicología de la Salud. También ejerce funciones como perito psicóloga del Instituto Técnico Forense del Poder Judicial.
Coordina la línea de investigación de “Violencia de género y salud con énfasis en violencia sexual” (Grupo CSIC, 2019-2023). Además, participó en la línea género y adolescencia del grupo de investigación “Control socio jurídico en infancia y adolescencia en Uruguay” (CSIC, 2015-2018).
Su campo de desempeño profesional se ubica en el ámbito jurídico penal donde aborda temáticas de violencia de género, violencia sexual, sistema penal y sistema penal juvenil. Es autora del libro “Adolescentes infractoras. Discursos y prácticas del sistema penal juvenil uruguayo”, además co- autora de artículos relacionados al área de género y adolescencia infractora.
Instituto de Psicología de la Salud
Dirección: Tristán Narvaja 1674 (EDIFICIO CENTRAL)
Ubicación: NIVEL 1
Teléfono: (598) 2400 8555
Interno: 320
Doctorando en Psicología (Facultad de Psicología - Udelar). Magister en Ciencias Humanas, opción Estudios Latinoamericanos. Licenciado en Psicología. Diplomado en Género y políticas públicas. Especializado en trabajo con víctimas de experiencias traumáticas (Instituto Vasco de Criminología de la Universidad del País Vasco). Especializado en intervención con varones que ejercen violencia. Diplomado en Género y políticas de igualdad (FLACSO – Uruguay). Posgrado en Psicoanálisis y Género (Asociación de Psicológos de Buenos Aires - Universidad JFK). Desde 2018 se desempeña como psicólogo en la Unidad de Víctimas y Testigos de la Fiscalía General de la Nación. Integra el equipo docente del Programa de Género, Sexualidad y salud reproductiva del Instituto de Psicología de la Salud de la Facultad de Psicología de la UdelaR.
Dentro de sus publicaciones destacan el libro “Entre el borrado y la afirmación. Corporalidades trans en el sistema penitenciario.” en coautoría con Diego Sempol y Leticia Palumbo y “La trata sexual en el Río de la Plata. La construcción de la política pública y su investigación y persecución penal en contextos situados” publicado por Fundación de Cultura Universitaria.
Sus principales líneas de trabajo académicas se vinculan con el campo de la salud y género, masculinidades, diversidad sexual, violencia de género, violencia sexual y trata de personas.
Doctora en Ciencias Sociales (Universidad de Buenos Aires, Argentina), Psicóloga (Universidad de la República del Uruguay). Especializada en género, sexualidad y salud reproductiva con estudios en Argentina, Chile y Colombia. Investigadora activa del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel II.
Profesora Titular Grado 5 en reǵimen de Dedicación Total. Fundadora y coordinadora del Programa en Género, Salud Reproductiva y Sexualidades (derechosgeneroysalud.psico.edu.uy) del Instituto de Psicología de la Salud. Actualmente es directora del Instituto de Psicología de la Salud (2020-2022) y lo fue en el período 2010-2014. Entre 2015 - 2021 fue co-coordinadora del Núcleo Interdisciplinario en Adolescencia, Salud y Derechos Sexuales y Reproductivos del Espacio Interdisciplinario de la Universidad de la República. Es directora de tesis de grado, maestría y doctorado en sus líneas de desarrollo.
Forma parte de consejos directivos y asesores de organizaciones y proyectos a nivel internacional así como comités de evaluación de proyectos y becas de investigación en ANII y CSIC-UdelaR a nivel nacional. Cuenta con numerosas publicaciones en sus áreas de interés.
AREAS DE INTERES: Estudios de gènero en Psicologìa y Salud. Toma de decisiones y comportamientos sexuales en adolescentes: factores emocionales, cognitivos y sociales. Decisiones reproductivas frente a embarazo no intencional y aborto. Género, violencias sexuales y salud mental. Evaluación de intervenciones públicas basadas en evidencias.
Línea de investigación / Grupo de investigación: Salud, comportamientos sexuales y toma de decisiones en adolescentes (prevención de embarazo, aborto, embarazo en menores de 15 años). Género, sexualidad y decisiones reproductivas. Violencia de género y violencia sexual
Adolescencia y Educación sexual integral. Acceso a salud y derechos sexuales y derechos reproductivos. Embarazo en adolescentes. Aborto
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Lía de Rosa
Un estudio de la Facultad de Psicología de la Udelar plantea algunos obstáculos para su implementación, como la rotación de personal del INR y “descoordinación entre las distintas instituciones” para hacer el seguimiento
A partir del interés del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), investigadores de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República (Udelar) realizaron un estudio para evaluar la aceptación de los técnicos a la posibilidad de incorporar un instrumento internacional para evaluar el riesgo de reincidencia en delitos sexuales, y concluyeron que existe una “valoración muy positiva”.
La herramienta, conocida como SVR-20 (Sexual Violence Risk–20), se utiliza en distintos sistemas penitenciarios del mundo para orientar las decisiones sobre la clasificación dentro de las cárceles, el tratamiento específico y previo a la reinserción en la sociedad de delincuentes sexuales, a partir del análisis de varios factores de riesgo. De comenzar a aplicarse en Uruguay, podría “favorecer una gestión más eficaz de ofensores sexuales en el medio penitenciario uruguayo”, señala la investigación publicada el 9 de octubre de 2025, que fue realizada por Raquel Galeotti, Néstor Rodríguez, Juliana Artola, Lía de Rosa y Alejandra López Gómez, y financiada por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII).
La posibilidad de contar con un instrumento específico, bajo una “lógica de juicio clínico estructurado”, sin renunciar al “juicio experto”, permite introducir criterios estandarizados que “reducen los sesgos individuales”, para “mejorar la calidad de la toma de decisiones”, señala el documento, además de permitir que los resultados se puedan comparar con otras opiniones profesionales.
El instrumento, que se encuentra “validado científicamente con una buena capacidad predictiva” para la reincidencia tanto en adultos como en adolescentes, está conformado por 20 ítems, que valoran información y rasgos de la persona que podrían ser considerados factores de riesgo para su conducta futura, explica el estudio. “No son puntos ni cálculos matemáticos”, dijo Galeotti consultada por Búsqueda. Algunos ítems, como la psicopatía o la desviación sexual —que consiste en perversiones, como el interés sexual por niños, animales u objetos—, son predictores altos, mientras que otros, más dinámicos —como el consumo de drogas— requieren discutir “qué incidencia tienen en la posible conducta”, agregó.
Los puntos se evalúan a partir de múltiples fuentes de información, como la entrevista con el agresor sexual, los expedientes judiciales, la sentencia, el testimonio de la víctima y las pericias. “Hay una intervención que requiere una evaluación de riesgo, que es lo mismo que se usa en violencia de género”, señaló la especialista.
Alta aceptación y desafíos técnicos
De los 101 técnicos que fueron convocados, 71 participaron en la investigación y 59 completaron las dos rondas de consulta. La mayoría eran mujeres (84%), de entre 30 y 50 años (68%) y licenciadas en Psicología (73%). Un 43% tenía entre tres y cinco años de desempeño en el cargo y un 30% más de cinco años. El 97% consideró “entre medianamente importante y muy importante” incorporar el SVR-20, aunque el 68,5% reconoció no conocer la herramienta. Entre quienes sí la conocían, valoraron su “capacidad predictiva, la posibilidad de gestión del riesgo y su especificidad en estos delitos”.
El estudio muestra que la psicopatía y la desviación sexual fueron los ítems que presentaron mayores dificultades de evaluación, lo que se atribuye a la falta de formación específica. Esos aspectos, sumados al trastorno mental grave, son señalados como los de mayor dificultad para el acceso a fuentes de información externas, como historias clínicas o informes técnicos.
“Las carpetas de información del INR contienen toda la información que haya de la persona, la denuncia, el OASys (Offender Assessment System, un instrumento de diagnóstico de presos), informes. Pero depende de las personas de las distintas dependencias que ingresen la información”, se dijo en uno de los grupos focales que formaron parte del estudio. También consideró que “desde el nuevo Código del Proceso Penal, los expedientes no están en papel, lo que hace que el acceso sea más restringido”.
Los profesionales también señalaron como un obstáculo el “trabajo compartimentado y la descoordinación entre las distintas instituciones implicadas”, no solo para el acceso a la información, sino también para el acompañamiento y el seguimiento del caso una vez que la persona egresa del sistema carcelario.
Desde el INR reconocieron las limitaciones en el acceso a los datos. “Es claro que tenemos carencias desde el punto de vista de la información y cómo acceder a ella (...). Con el nuevo Código (del Proceso Penal) ahora es más engorroso, porque la información está en la carpeta de los fiscales. Pero estamos pensando eso, cómo darle la vuelta”, señalaron autoridades de la Subdirección Técnica en una entrevista que fue incluida en el informe.
Galeotti también transmitió como un obstáculo adicional la alta rotación de técnicos del INR, que dificulta sostener la práctica. El instrumento “requiere training”, aseguró.
Carencias en la legislación
Según plantea el estudio, el SVR-20 puede aplicarse en distintos momentos del proceso penal —al ingreso, durante el tratamiento o antes del egreso— y clasifica el riesgo en tres niveles: bajo, moderado y alto. “Eso permite determinar qué vas a hacer después. Si tiene un riesgo alto, hay que generar un plan de trabajo fuerte con esa persona, donde se indica qué áreas trabajar. Si da medio, lo mismo, y si da bajo, se recomienda un seguimiento más largo en el tiempo, no una intervención directa”, dijo Galeotti.
Sin embargo, la investigadora advirtió que, a diferencia de otros países, la legislación uruguaya no permite realizar un seguimiento luego de que los condenados son liberados. “En el mundo, esto funciona bien porque tienen un seguimiento posterior, y en Uruguay tenemos esa limitación”, afirmó.
La especialista cree necesario un cambio normativo, sobre todo para los casos “de riesgo alto, porque se precisa un nivel de intensidad que va más allá de la prisión”. En particular, precisó que los dos primeros años son “los más críticos”.
Para los autores del estudio, incorporar la herramienta permitiría “fortalecer la prevención secundaria de la violencia sexual, mejorar el monitoreo y evaluación de las intervenciones, y reforzar la protección de las víctimas”, además de desarrollar intervenciones basadas en evidencias.
En Uruguay, según reporta el Ministerio del Interior, en 2024 hubo 3.287 denuncias de delitos sexuales —incluyendo abuso sexual en sus tres manifestaciones, violación y atentado violento al pudor—, con un total estimado de 3.800 víctimas, de las cuales el 80% fueron mujeres.
Con relación a niños, niñas y adolescentes, el informe de gestión del Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia (Sipiav) registró en 2024 un total de 8.924 casos de violencia hacia este grupo etario, de los cuales el 22% correspondieron a violencia sexual.
Según los datos proporcionados por la subdirección nacional técnica del INR, que fueron incluidos en el estudio, a mayo de 2024, había 1.165 personas privadas de libertad por delitos sexuales, la gran mayoría varones.