En los últimos años han aparecido colectivos que, a lo largo y ancho de iberoamerica y bajo la categoría autoasignada de “feminismo radical”, construyen plataformas políticas y discursivas que más que defender los derechos de las mujeres (cisgénero) ocupan buena parte de su labor en desarrollar enunciados y acciones transodiantes.
Frente a ello, la respuesta generalizada de parte de las organizaciones sociales y la academia ha sido la de una cauta espera, minimizando expresiones críticas a sus quehaceres. Sin embargo el tiempo no ha atemperado sus conductas violentas y discriminatorias, las cuales se han desarrollado cómodamente en virtud de dicha cautela.
Este texto es una declaración pública sobre hechos acontecidos en las últimas jornadas, a la vez que un llamado a repensar en que medida no nos encontramos atrapados en aquello que el filósofo austríaco – británico Karl Popper, en 1945, llamó “paradoja de la tolerancia” (Popper, 2006).
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